En la mitología griega y, en consecuencia, la romana y los bestiarios medievales, los centauros eran seres que combinaban la anatomía de los caballos y los humanos. A diferencia de los sátiros, cuya mitad inferior correspondía a los cuartos traseros del equino, los centauros eran cuadrúpedos, manteniendo en su mitad inferior todo el cuerpo del caballo salvo el cuello y la cabeza.
Descendencia de Ixión
Los centauros eran descendientes de Centauro, hijo de Ixión y Néfele, y las yeguas magnesias. Ahora bien, ¿quiénes eran Ixión y Néfele?
Ixión era ún lápita, rey de Tesalia, casado con Día, la hija de Deyoneo, también llamado Eyoneo. A cambio de la mano de su hija, Ixión le prometió un regalo (excrex) a Deyoneo, pero nunca cumplió con su promesa. Por ello, Deyoneo le robó a Ixión varias yeguas. Aún conociendo el robo, Ixión le invitó a un banquete en Larisa, pero este fue una excusa para matarlo empujándolo a un lecho de carbones y madera candentes. Este acto enloqueció a Ixión. Los príncipes vecinos lo consideraron una violación de la ley de hospitalidad (xenía), por lo que le negaron la catarsis que le permitiría purificar el crimen. Repudiado, Ixión fue el primer mortal en matar a un familiar.
A pesar de ello, Zeus se apiadó de él y le invitó a un banquete en el Olimpo con los dioses, pero Ixión volvió a violar las leyes de la hospitalidad por su lascivia por Hera. Zeus percibió sus intenciones y creó a Néfele, una copia de Hera fabricada con nubes. Ixión acabó expulsado del Olimpo con un rayo, siendo atado por Hermes a una rueda ardiente que nunca paraba de girar y, según mitos posteriores, transferido al Tártaro.
No obstante, y como es habitual, hay detalles que varían según el relato. Por lo general, los centauros son los hijos directos de Ixión y Néfele, mientras Píndaro, la fuente más antigua, tiene en cuenta a Centauro y las yeguas como una generación intermedia. Según Borges, eran hijos de Apolo y la ninfa Estilbe, pudiendo ser esta una influencia de los Gandharvas, unos espíritus celestiales de la naturaleza que en el arte hindú y budista se representan con partes de caballo o ave. Georges Dumézil descartó cualquier relación fonológica o mitológica con los Gandharvas.
Origen histórico y expansión
Desde el punto de vista histórico, pudieron ser una representación de la relación entre los jinetes y los caballos, especialmente tras el contacto con los escitas, conocidos por su dependencia de estos animales y por inventar las sillas de montar. Hasta entonces, los caballos se cabalgaban sobre los muslos, pero la silla permitió hacerlo desde el dorso. Al menos, esto estaría en consonancia con el mitógrafo griego Paléfato. Esta explicación coincidiría, según Bernal de Dïaz, con la visión de los nativos americanos al ver a los españoles a caballo.
No obstante, el pueblo casita, que controló Babilonia del 1595 al 1155 antes de nuestra era, usó piedras limítrofes con inscripciones con seres sobrenaturales, incluyento hombres-caballo armados con arcos que actuaban como espíritus guardianes. Los griegos pudieron conocer a los centauros a través de los hititas. En Grecia, el centauro de Lefkandi, encontrado en la isla de Eubea en la costa occidental del mar Egeo, data de la Edad Oscura Griega (1100-750 a.C.) y en el fondo de una placa chipriota de finales del siglo X también se han encontrado la imagen de un centauro, indicando así la fecha de su posible introducción. Para el siglo VIII a.C. estaba presente en Ática y Olimpia y, a mediados del siglo siguiente, era conocido en el oeste de Grecia.
Tipos de centauros
La imagen que mostraba una simbiosis entre el jinete y el caballo fue transformándose. Al despreciarse lo ajeno y ensalzarse lo propio, especialmente la cualidad humana de la razón, los centauros se transformaron en bestias salvajes, carentes de autocontrol, movidos por sus instintos, que devoraban carne cruda, se emborrachaban y eran impulsados por la lujuria, como los sátiros. Este comportamiento se demuestra al a perfección en la centauromaquia, la batalla entre los centauros y los lápitas. En esa ocasión, el rey lápita Pirítoo se casó con Hipodamía, viéndose obligado a invitar a los centauros por su parentesco con ellos. Aunque la boda transcurrió sin incidentes, en el banquete los centauros se emborracharon e intentaron violar a varias mujeres y Teseo, amigo de Pirítoo, combatió con ellos. Este incidente acabó con la expulsión de los centauros de Tesalia y, por tanto, del las laderas boscosas del monte Pelión donde habitaban.
El centauro Neso, que participó en la batalla, ayudaba a cruzar el río Eveno o Evino. Cuando fue a transportar a la esposa de Heracles, Deyanira, el centauro se le insinuó e intentó huir con ella. Heracles le disparó con una de sus flechas pero, antes de morir, entregó a Deyanira su túnica empapada en sangre de la hidra para que, si este la abandonaba, pudiera matarlo.
Como ocurre con otras criaturas, como los troles, los centauros representaban los peligros de la naturaleza, en concreto de las montañas que, junto con el mar, era uno de los lugares lejanos a la civilización que suponían una de las grandes amenazas para los griegos.
Civilizados
No obstante, no todos los centauros eran salvajes e incivilizados. Quirón fue el tutor de héroes y grandes personajes, como Aquiles, Jasón, Acteón, Eneas, Heracles, Heracles, Patroclo, Peleo y Tiresias. A su vez, Apolo y Diana le enseñaron la medicina, la caza, la música y la arquería. Este centauro no estaba emparentado con la estirpe de Ixión, sino que era hijo del Titán Crono, que tomó la forma de un semental, y la oceánide Filira, quien fue convertida en un árbol del tilo por su padre tras parir a Quirón. Los relatos de dioses que se convierten en sementales y violan a mujeres son comunes. Poseidón lo hizo con Deméter, engendrando al caballo Arión. En la mitología hindú, Saraniú, diosa de la aurora y las nubes y esposa de Suria, dios del Sol, fue violada en forma de yegua por Vivasvat, otro nombre de Suria. No olvidemos tampoco su posible relación con el minotauro, nacido de la relación entre Pasífae y el toro de Creta. Es probable que hubiera un nexo común.El parentesco con Crono tuvo que ser tardío, ya que el titán se introdujo relativamente tarde en la religión griega. La elección del árbol del tilo no fue casual, ya que su flor tenía un uso medicinal. Su corteza también se usaba para las tablillas que, al partirse a tiras, se usaban en la adivinación. Su inmortalidad y su parentesco con Crono y con Océano a través de su madre sugiere que perteneció a un grupo de dioses anterior a Zeus. Debido a su origen y condición divina, tenía diferencias fundamentales con otros centauros. Además de su comportamiento, su apariencia también se diferenciaba en su vestimenta y la presencia de piernas humanas en vez de los cuartos anteriores de caballo. También era el único centauro casado, pues su esposa era la ninfa Cariclo.
Este no fue el único centauro sabio. Folo, hijo de Sileno y una Melíade, según Apolodoro, y amigo de Heracles, aparece en la cuarta labor de este, la caza del jabalí de Erimanto. En esa ocasión, le ofrece un vino de Dioniso, pero sus vapores embriagan a los demás centauros. Para ahuyentarlos, Heracles dispara flechas impregnadas con el veneno de la hidra. Folo muere y Quirón, inmortal, sufre insoportables dolores. Por ello, para poder morir y acabar con su sufrimiento entrega su inmortalidad a Prometeo, quien solo podía ser liberado con un acto de tal envergadura. Por su honor, Zeus lo situó en el cielo como la constelación de Sagitario. El resto de centauros, muertos o desperdigados, fueron desapareciendo de los mitos, aunque permanecieran en el arte.
Centáurides
En cuanto a las centáurides, Filóstrato de Lemnos destabaca su belleza y el detalle de que el color de piel de la mitad humana no coincidía necesariamente con el pelaje de la mitad equina. La Metamorfosis de Ovidio presentaba a Hilónome, quien se suicidó porque su amante Cílaro murió en la centauromaquia. En el arte, las representaciones de centáurides datan hasta del siglo III d.C. No obstante, la escasez de centáurides se atribuye a que los centauros son una raza primitiva sin diferenciación de sexos. Su comportamiento lascivo también se ha atribuido a esta escasez de hembras. Esta lascivia habría sido un rasgo que partiría desde el propio Ixión.
No necesariamente mitad caballo
Como ya mencioné en un hilo de Twitter, la mitad inferior no tenía que ser de caballo. Para diferenciarlos, los centauros clásicos son llamados hipocentauros. Según Nono de Panópolis, en Chipre había otra tribu de centauros engendrados por Zeus que, al ser eludido por Afrodita, derramó su semilla en esa tierra (Gea). Se diferenciaban porque tenían cuernos. No hay que confundirlos con los centauros del río Lamos de los que también habla Nono. Estos eran los daimones que Zeus situó como guardias del infante Dioniso ante las maquinaciones de Hera, aunque la diosa acabó transformándolos en centauros con cuernos de toro. Estos también pudieron considerarse sátiros o silenos. En un ánfora etrusca de figuras negras del pintor de Micali (s. VI-V a.C.) subastada en Sotheby's se muestra un centauro alado y piernas humanas acabadas en cascos.
Los ictiocentauros eran mitad centauro y mitad pez, del que tenía la cola de forma similar al signo de Capricornio. A esto se le sumaban un par de cuernos con forma de pinzas de langosta. Eran Afros y Bitos, dos dioses hermanos de Quirón que aparecieron ante el nacimiento de Afrodita.
Algunos no pertenecen a la mitología grecorromana, sino que son posteriores, como el onocentauro, el bucentauro y el leontocentauro, con mitad inferior de burro, toro y león, respectivamente. Por último, algunas criaturas son híbridos de humanos y caballo sin compartir la estructura anatómica de los centauros. Los hipotanos tenían miembros inferiores, cola y orejas de caballo. Como los sátiros, a veces podían tener piernas humanas. Los hipopodios eran una raza descrita por Plinio el viejo y Pomponio Mela que vivía en tierras lejanas y tenía cascos de caballo.
- Kroll, J. Riding the Centaur Metaphor from Past to Present: Myth, Constellation and Non-gendered Hybrid. journal of literature & librarianship, 31.
- Lawrence, E. A. (1994). The centaur: Its history and meaning in human culture. Journal of Popular Culture, 27(4), 57.
- Bremmer, J. N. (2012). Greek demons of the wilderness: the case of the centaurs. Wilderness Mythologies. Berlin, 25-53.