Revista Cultura y Ocio
Los tiempos vanguardistas y la rebeldía de algunos creadores han quedado reflejados en obras arquitectónicas modernas y avanzadas que en su tiempo no sólo marcaron una tendencia sino una novedosa forma de expresarse. ¿Y qué mejor manera para expresar que alzando un edificio? Por ello me entusiasma el estridente Centro Pompidou en París. Encajado entre reliquias góticas, catedrales monumentales y casas de teja oscura, resalta este edificio acristalado donde los jóvenes arquitectos actúan también como diseñadores de fachada. Se atrevieron a dejar a la vista los conductos de gas y electricidad, tuberías, respiraderos, cilindros que además arriesgaron a pintar de colores vivos. Desde el exterior se aprecia como parte del esqueleto sus escaleras, cubiertas de cristal así como el ascensor cápsula.Un reto para los viandantes parisinos que en 1977 criticaron y que ahora esperan en larga lista de reservas para cenar en el restaurante del ático cuyo postre se sirve con excelentes vistas de los demás edificios famosos y con renombre que en el pasado le hicieron sombra a “mi” centro Pompidou.