Es de lo más relajante observar cómo un gato se acicala... Se toma su tiempo..., con tranquilidad, con cadencia, con elegancia.... Se lame cada "rincón" de su cuerpo de forma silenciosa, e ignorando por completo al resto del mundo, sobre todo a ti, que te quedas embobado disfrutando del aseo del minino. Un día te das cuenta que también le gusta que tú le ayudes a atildarse, y que un cepillado suave y sin estridencias puede llegar a encantarle. Incluso te lo pedirá. Perico, nuestra mascota del blog, aunque "propiedad" (el amo es él, que conste) de una de nosotras, aprovecha que vas al baño para pedir, primero, que le abras el grifo de de la bañera y dejes un hilo de agua para proceder a hidratarse. Luego, se afila sus uñas en la alfombrilla y se te queda mirando anhelante hasta que abres el cajón donde guardamos su cepillo... Entonces se tumba y empieza a ronronear mientras la dueña procede.... Y es que, hay que reconocer que un cepillo da muchas alegrías y beneficios, ¿no? Nuestro cabello, nuestros dientes, nuestra espalda, nuestra ropa.... ¡Y decoran!
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Así que, ya sabéis, coged un cepillo y....