Los cambios de plano en una cubierta son su mayor debilidad. Si nos centramos en cubiertas inclinadas y vemos lo que pasa en las traseras de las chimeneas, por ejemplo, comprobaremos que suelen ser puntos de acumulación de agua, implicando además que sea zona de depósito de residuos, hojas u otros.
Para esto se han fabricado piezas que jugando con la formación de la pendiente solucionan la evacuación de agua hacia los lados. Lo mismo pasa con las conocidas “Velux” (ventanas de tejado). El perímetro de estas aberturas de cubierta son puntos con tendencia a la entrada de agua. En el caso de la teja y la pizarra distintos comerciantes han sacado soluciones que hasta ahora no han terminado de agradar, ya sea por la estética de su solución, como por su efectividad.
Su mayor problema aparece en cubiertas inclinadas con pendientes inferiores a las recomendadas, en el caso de la teja, inferiores al 30%. Las canaletas de las que vienen provistas estas carpinterías no evacúan debidamente y en muchos casos lo hacen por debajo de las tejas, entre la lámina impermeable o plancha gran onda, según el caso.
Los fabricantes de claraboyas con fibra, aunque la solución es más simple, parecen adelantar la posibilidad, incluyendo las ondas en la estructura de la claraboya. Parece efectivo, pero deberá solucionarse bien el tema que mencionamos antes, el rebosadero de agua por encima de las tejas.
Si accedéis a sus páginas web podréis ver la cantidad de soluciones que dan, pero atentos siempre a los bordes del hueco. El cerco de estanqueidad no es más que una falda que se va amoldando por encima de las tejas, y que se ve mejor disimulado en el caso de la pizarra.