Ya no era aquel adolescente que había disfrutado de su estreno en el invierno de 2003. Ese recuerdo ya formaba parte de su archivo personal. Dos años y un puñado de meses después, Sergio Agüero sumaba horas de vuelo en Independiente y Atlético de Madrid lo tenía en su radar de futuros nombres. Había razones para que el Colchonero se interesa en Kun: su evolución en el juego, los goles de alta costura y los lujos exquisitos. Agüero gozaba con los firuletes y una de sus víctimas fue Franco Sosa. Ocurrió en un parcial contra Gimnasia de Jujuy, cuando el delantero frenó la pelota contra la raya y sintió el aliento del defensor. De espaldas, dio la mejor respuesta: cañazo al lateral derecho, que lo tomó del pantalón y vio la roja por doble amarilla. Distinto resultó el desenlace para el Kun. Hubo ovación y aplausos en el infierno rojo. Y un espacio merecido en esta sección que colecciona grandes caños. Tenía que ser así.