Revista Educación

Cerrado por defunción

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Cerrado por defunción

Puede que el Viernes Santo, aún cuando no se sigan las tradiciones católicas, sea uno de los pocos días en los que la reflexión sobre la muerte campa a sus anchas. Es quizás el único memento mori de verdad que llevamos a cabo, de forma casi colectiva, en todo el año. El tabú de la muerte no nos abandona y solo nos rompe la falsa sensación de inmortalidad el sobresalto puntual, como el aludido en el titular de esta reflexión, ese cartel de "cerrado por defunción" que encontramos al pasar por un local de los que ocupan nuestras rutas habituales diarias. Aunque sepamos que hemos leído bien, es normal insistir en el visionado, puede que incluso nos de por acercarnos al cartel, como si ahí fuéramos a encontrar alguna explicación a la mortalidad revelada.

Si ya en la Antigua Roma utilizaban eso de "recordar morir", las plagas de la Edad Media hicieron surgir filosofías que pedían meditar en objetos que recordaran la vida y la muerte. Hasta una orden monacal, los trapenses, ostenta, como lema, ese memento mori. Otras formas de percibir la existencia, como el budismo, son expertas en pensar la muerte y basan muchas de sus prácticas en preparar al ser humano para afrontar ese último instante, que se aborda en soledad y para el que no hay delegación posible.

Cerrado por defunción

Los escritos y obras artísticas sobre la muerte son infinitos, desde las primeras pinturas encontradas en cuevas. Dadas las fechas, voy a terminar con una referencia a Teresa de Jesús, esa escritora santa que declamaba en verso aquello de "vivo sin vivir en mí", ansiosa por la visita de la muerte, reveladora de la verdadera existencia en la que ella creía. Si pudiera establecer yo un diálogo con la admirable señora, me atrevería a invitarla a mirar, tanto la vida como la muerte, con más calma.

Que cada uno crea en estos días lo que quiera. Que el respeto gobierne todos los pasos, y que recordemos morir para disfrutar de cada momento de nuestra vida, en paz, con nosotros mismos y con el resto del terrenal mundo.


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