En 2018, casi el 68 por ciento de los latinoamericanos tenía acceso a Internet; esto era casi el doble de lo que pasaba en 2010, pero muy lejos del 84 por ciento de los países de la OCDE. Adicionalmente, el presupuesto para Internet en los hogares latinoamericanos es casi el 14 por ciento de sus ingresos mientras que en países de Europa es de tan solo el 3 por ciento.
Esto hace que casi un 40 por ciento de las familias en América Latina no tenga conectividad. Esto, sin lugar a dudas, redunda en la brecha digital. Y cuando se abre la brecha digital se amplía también la brecha social.
El gran reto de los gobiernos en Latinoamérica es poder facilitar todas las garantías para que los operadores puedan trabajar cómodamente. Eso no significa en ‘tierra de nadie’, pero sí que en una lógica de mercado puedan ofrecer servicios de valor agregado con estabilidad jurídica.
Al Estado le corresponde, repito, garantizar esas condiciones; a las organizaciones les compete el deber de iniciar su transformación digital y para ello necesitan tener la infraestructura de la conectividad.
Así mismo, sectores como la Educación y la Salud necesitan tener condiciones de conectividad para que sus usuarios puedan acceder a servicios de gran calidad.
En América Latina necesitamos cerrar esa brecha porque es lo que nos separa de tener posibilidades, aún mayores, para competir en escenarios globales.
Nota: Esta videocolumna fue publicada originalmente en Noticias RCN el día 29 de septiembre de 2020.
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure