Siempre me gustó el dibujo, desde la adolescencia, antes de comenzar a escribir me la pasaba dibujando, paisajes, casas y hasta mis propios comics; me gustaba tanto dibujar que quería ser arquitecto, diseñar edificios, construcciones. La verdad es que siempre no me convertí en arquitecto, la vida me llevó por otra parte y ahora que lo pienso, hace mucho que no he vuelto a dibujar absolutamente nada, salvo cuando estoy explicando algo y coincide que tengo un papel y un lapiz en mano e inconscientemente dibujo cuadrados, flechas y círculos.
Cuando me ponía a dibujar mi imaginación volaba, así como ahora me pasa cuando llueve o cuando escucho las canciones en portugués que nadie conoce y que por alguna razón que aún ignoro me gustan tanto, o como cuando escribo.
De todas las figuras geométricas la que siempre me gustó más fue el círculo, que se define como una superficie curva delimitada por una circunferencia.
Y sin darme cuenta he ido dibujando círculos a lo largo de mi vida, círculos sociales, círculos de amigos, círculos laborales, círculos profesionales, círculos amorosos, incluso círculos viciosos… el problema con los círculos es que se presenta cuando no se cierran, los círculos deben cerrarse, porque entonces vamos por ahí con círculos abiertos a todas partes, un círculo abierto es algo no resuelto, algo que hemos evadido, algo que nos ha rebasado; los círculos abiertos se traducen en rencores que se añejan y se convierten en remarcadas líneas de expresión, infartos al miocardio o en cáncer; en disculpas que no se ofrecen y se vuelven silencios que anudan y se anidan en la garganta; en traumas que no solo se arrastran sino que incluso transmitimos a nuestros hijos; en problemas que no se solucionan y que más tarde que temprano te tocan el hombro o te aplastan sin previo aviso.
Los círculos abiertos impiden que uno sea medianamente feliz y que uno crezca y avance.
Es fundamental cerrar círculos; se cierra un círculo cuando se perdona desde adentro; se cierra un círculo cuando se deja de conjugar verbos en tiempos imperfectos, como el “habría” o el “hubiera”; se cierra un círculo cuando se deja de repetir un patrón de conducta dañino o nocivo, heredado o inculcado; se cierra un círculo cuando se deja de sentir miedo y culpa, cuando dejamos de clasificar las cosas en buenas o malas; se cierra un círculo cuando se da vuelta a una página y empiezas a vivir sin grilletes o ataduras.
Hay que cerrar lo que se ha abierto, terminar lo que se ha iniciado.
Solo ten cuidado de no cerrar un círculo contigo adentro.
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