Revista Economía
Me gusta pensar que la economía es en parte ciencia y en parte arte, por ello, sólo se puede hablar de la certeza empírica que caracteriza a otras áreas muy de vez en cuando. Debido a esto, aplicar recetas pasadas al momento actual no garantiza resultados equivalentes.
El mundo ha cambiado desde que Keynes dijera que los gobiernos habían de incurrir en déficit para estabilizar el nivel de desempleo. Lo que no cambia es la mentalidad de los cocineros que, incapaces de otra cosa, aplican recetas caducas a nuevos guisos.
La realidad nos dice que somos más que antes, más a la mesa para repartir los mismos platos. La lucha por un simple muslo de pollo se agudiza cuando son tres los comensales en disputa. Los estándares de estudio y trabajo pasados tampoco son válidos hoy día, por tanto, el pretender que la salida de esta crisis es la vuelta a lo mismo es una majadería soberbia.
El problema surge al plantearse qué camino elegir cuando ninguna de las alternativas parece válida.
El pretender volver al paradigma del crecimiento infinito como cura de todos los males es una vana ilusión que sólo se creen los que parasitan el sistema. El otro camino, el del cambio de mentalidad para alcanzar una existencia más “sostenible”, choca contra las creencias inculcadas durante años a golpe de marketing en los cerebros de la ciudadanía.
Finalmente, atrapados como estamos en un callejón sin salida, esperando un filete pagado a precio de solomillo para recibir una hamburguesa hecha con descartes, con el desconcierto propio de quien ha de olvidar buena parte de lo aprendido, hemos de prepararnos para vivir en una nueva economía, un modelo que no se parecerá a lo de antes, ni a lo contrario de lo de antes…
Bon apetit!