Las películas costumbristas para la exportación al estilo de Saura muestran siempre a unas mujeres viejas que le rompen el himen a una muchacha y que luego exhiben un pañuelo ensangrentado: es el rito gitano que señala la virginidad de una novia antes de su boda.
Hasta hace poco, cuando una española tenía una aventura fuera del país, sus conocidos extranjeros la miraban con pena: creían que a su vuelta sería repudiada por cualquier novio al no superar esa inevitable ceremonia tan typical spanish.
Han cambiado los tiempos y el último British Medical Journal (BMJ), la prestigiosa revista científica, recoge una información sobre la demanda de certificados médicos de virginidad que comienza a darse en España, a petición de familias musulmanas que quieren casar a sus hijas.
Pero el caso, al contrario que el del pañuelo gitano, ya no hace gracia, y el BMJ señala la exigencia de algunos partidos políticos de prohibir legalmente la expedición de estos diplomas, que invaden la intimidad de las jóvenes, aunque sean menores de edad, y que van contra las convenciones Internacional y Europea de los Derechos Humanos.
Otros países han sido más permisivos: el propio BMJ expone el trabajo de unos ginecólogos holandeses que reconstruyen el himen a las jóvenes inmigrantes que lo solicitan.
El problema es que operan en centros públicos con fondos estatales, lo que facilita las campañas de la ya derecha y sobre todo de la ultraderecha ultraderecha del país, dirigida por Hans Haanmat y el Le Pen de Rotterdam, Martijn Freling, cuando deberían ser compartidas también por la izquierda.
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