Cervezas: Grimbergen Optimo bruno
Análisis previo:
Nos presentamos hoy ante una cerveza que hacía muchos años que no caía en mis garras: una cerveza belga, de abadía, mainstream total que tienen hasta en el super de la esquina.
Esta cerveza de la abadía de Saint Norbert de Xante fue "exprimida" por primera vez en el 1128. Sus ingredientes como viene siendo habitual son cebada, trigo, lúpulo y azúcar cande que es el que confiere ese toque especial de caramelo quemado.
Como dato interesante, y siempre según un libro sobre cervezas de 1985 (gracioso leer referencias a la República Federal Alemana), hay que comentar que las cervezas de abadía (en general) realmente ya no se hacen en abadía como ocurría originalmente, sino que simplemente se atribuye este nombre a las que se fabrican cerca de las abadías o incluso (en el caso más hilarante) a las que simplemente ponen un monje en la etiqueta.
Como podeis ver en la foto, la Grimbergen Optimo bruno (y toda la familia en general) se ha remozado. La que veis al fondo es una botella de aproximadamente 2004 (caducaba en el 2006) y la que veis delante es la botella actual en 2012.
¿Y en qué consiste ese remozado? Pues básicamente en hacerlo más "tribal" y erradicar cualquier tipo de buen gusto que hubiera en esa etiqueta. Hemos pasado de un águila a un fénix y de un dibujo de vidriera a uno que podrías encontrar en las caderas de una adolescente.
Incluso la botella se ha estilizado, convirtiéndose en sutil y ligeramente más estrecha y alta. Estilismos poco rubenescos que nos decepcionan porque estimamos que... bueno, lo dejamos aquí :P
Por lo demás, la botella sigue igual: poca información, muy difusa, desordenada y en demasiados idiomas... tanto tanto que al final es un incordio andarlo leyendo.
Sólo destacaremos el "servir fría". ¿Por qué será? Ah, lo bueno de las cervezas malas :)
La cata:
Abrimos la botella y olemos, como siempre. Y, como siempre, casi no huele a nada. Fallo grave por nuestra parte, que siempre las abrimos demasiado frías.
Echamos la cerveza en la copa oficial (¡¡ ole !!) y vemos una cerveza pura y limpia preciosa marrón rojizo en la que se pueden apreciar las burbujitas constantemente saliendo a la superficie.
Una espuma mediana, blanquita y suficientemente densa que desaparece rapidito es lo que nos ofrece esta Grimbergen.
El olor que obtenemos de la copa es dulzón, muy muy dulzón, tostadito pero sobre todo como a miel oscura. No por casualidad, dado que entre sus ingredientes lleva azúcar cande.
El sabor, muy dulzón por la misma razón que el olor, no es tanto como esperaba. No se nota tanto la maltosidad, aunque sí que queda sensación de pegajoso y dulzor tostado.
Lo que sí que se nota bastante es el alcohol dado que lleva un 10% de contenido, lo que la convierte en una cerveza bastante potente para tomar con calma y no repetir demasiado.
En boca no se presenta demasiado amarga al principio y lo que más se nota es eso: malta y alcohol. La burbuja fina se convierte en picante y juguetona, pero no genera demasiada espuma y permite retozar con ella tranquilamente. Quizás, si acaso y como mucho, algún toque ácido extraño, pero nada fuera de lo normal.
Según va pasando el tiempo y la cerveza va cogiendo calor, el amargor y el alcohol se van haciendo más y más notables convirtiéndose en una ponzoña no muy agradable para mí.
Y es que ésta es una de esas cervezas que hacía mucho que no cogía por alguna razón... y acabo de recordar cuál era. Demasiado peleona y dura (aun a pesar de haber tomado Belzubuths como si fueran agua) y demasiado traicionera. Pocas veces la cerveza ha acabado conmigo... y curiosamente ésta siempre estuvo ahí.
En fin, que sólo llevo media y me está costando demasiado. Hay una mezcla de lúpulo, caramelo, tostado, alcohol y miel que no me gusta demasiado. Demasiada saturación y quizás incluso desequilibrio para una cerveza con tanta fama.
Era indispensable volver a tomarla (sacrificio por el blog), pero claramente no volveré a coger ésta salvo que sea por error :)
En cualquier caso, y como punto a favor en su defensa, diré que la hecatombe alcohólico-maltosa sólo se produce a una temperatura intermedia. Si la dejas calentar un poco más, desaparece prácticamente la burbuja y ya queda sólo malta y alcohol en condiciones aceptables. Eso sí, cogorzón y resaca brutal asegurada... al menos para mí.