Ya estamos otra vez en esa recta final del año en la que todo parece cambiar a nuestro alrededor. Todo se ilumina, el ambiente es más amigable a pesar de la crisis que no parece terminar, huele diferente y Facebook se llena de más tonterías, si es que eso es posible. Y con todo este asunto llega también el momento de las cestas de Navidad. Hoy quería hablar de ello, de una nefasta y ridícula sentencia del Tribunal Supremo sobre eso precisamente, sobre las cestas de Navidad.
Cestas de Navidad. ¿Regalo obligado? ¿Adónde hemos llegado?
Las cestas de Navidad, un regalo obligado según el Tribunal Supremo.
Un buen día uno hace un regalo porque se siente agradecido, o pletórico, o porque ha tenido un buen día y lo quiere compartir… Eso es un regalo, algo que alguien hace de manera espontánea y porque quiere, aunque es evidente que la sociedad nos «obliga» a intercambiar muchos regalos que nos quisiéramos ahorrar. ¿Quién no tiene compromisos que le gustaría esconder debajo de la cama para olvidarse de ellos?
Luego hay otro tipo de regalos, también tradicionales, pero dentro del ámbito de la empresa. Aún recuerdo aquellas primeras cestas de Navidad (que en realidad eran cajas de cartón aunque se llamasen cestas de Navidad) que me entregaban en la Caja Rural por estas fechas siendo todavía adolescente. Ha llovido ya mucho desde entonces, pero a pesar de todo, lo de las cestas de Navidad sigue siendo una tradición en muchas empresas.
¿Pero qué pasa cuando la empresa no funciona tan bien como antes y decide ahorrarse ese gasto superfluo? Pues que sale el Tribunal y dice que se trata de derechos adquiridos por los trabajadores y que no se les puede quitar. Vamos a ver… ¿Hemos entendido el concepto de regalo? ¿Qué es eso de estar obligado a repetirlo todos los años por el simple hecho de que lo hayamos dado varios años seguidos?
Supongo que todo este sinsentido viene a raíz de que desde hace ya algunos años Hacienda considera las cestas de Navidad como una retribución en especie y así habría que declararlo. No digo que me parezca bien que se considere retribución en especie, pero lo acepto. Acepto que tenga consecuencias fiscales. Ahora bien, que por el hecho de considerarlo fiscalmente retribución en especie acabe siendo una parte del salario intocable, creo que va un gran trecho. No, señores, no. Si yo regalo cestas de Navidad es porque me apetece, porque quiero, porque me gusta y porque puedo… ¡No puedo tolerar que se me obligue a ello siun año decido dejar de hacerlo!
Obligar a las empresas a mantener la costumbre de las cestas de Navidad vía tribunales me parece un sinsentido. ¡Eso sí que es cargarse el espíritu navideño!
Consejo a los futuros empresarios:
Si van a montar una empresa, háganlo bien, no regalen nunca cestas de Navidad. De ese modo no adquirirán obligaciones estúpidas. Que cada cuál se compre los turrones que más le gusten con lo que le sobre de la paga.
Aquí está la sentencia en PDF.
Ramón Cerdá