La semana pasada podía leer en el periódico que el gobierno de Marruecos iba a reexaminar sus relaciones en todos los ámbitos con España, después que el Congreso reprochara -tibiamente- la actitud marroquí en el candente asunto del Sahara occidental. No contento con esto, en el país vecino africano se organizaría, a cargo de diversas asociaciones, una marcha de liberación de la ciudad de Ceuta, en defensa de la recuperación de la integridad territorial de Marruecos.
Se resiste el rey de Marruecos a aprender historia de su país y del país vecino, a pesar de que yo se lo he pedido en algunas ocasiones. Dejando aparte que a Ceuta no le hace falta que la libere nadie y que el suelo marroquí está íntegro desde que dejó de ser territorio francés -allá por el siglo pasado-, no sé si proponer que sus intenciones anexionistas ilegales las dejara para el próximo año, ya que el 16 de julio recordaremos el comienzo de la conquista musulmana de la península, allá por el 711. O que no se conforme con Ceuta y Melilla. ¿Por qué no Córdoba -capital del califato peninsular desde el s.X-, Sevilla, Toledo, Valencia y tal vez Zaragoza o León? El rey marroquí emula a Tariq y Muza, aprovechando la debilidad del gobierno actual -que ni visigodo es, de aquellas..., aunque, eso sí, la cosa es defender la desmembración medieval del país-, no sé si con pretensiones de ser un nuevo Abd-al-Rahman I.
Que alguien le recuerde que también existió las Navas de Tolosa. Puestos a retroceder en el tiempo, que sea con toda la Memoria Histórica. Huy. Perdón. Que eso no se lleva...