El cha-cha-chá fue creado por el cubano Enrique Jorrín; flautista, compositor y director de orquesta.
Lo obtuvo después de un proceso evolutivo y de experimentación realizado por él, fundamentalmente con otro ritmo cubano: el danzón.
En su juventud, Jorrín componía danzones, respetando los cánones musicales de este género, pero poco a poco, fue realizando cambios, que lo acercaron a su cha-cha-chá.
En 1948, con la Orquesta América, dio a conocer “La engañadora”, canción resultante de sus experimentos musicales.
El estilo gustó a los bailadores y con ayuda de estos surgió su nombre, ya que marcaban tres tiempos seguidos al bailar: cha-cha-chá.
Se extendió muy rápido por todo el continente; fundamentalmente en México, debido a que es un baile festivo e intermedio, ni muy rápido ni muy lento. Cualquier persona es capaz de bailar y disfrutar mientras lo escucha.
Se marcan, de manera continua, dos movimientos lentos y tres rápidos (con una pausa intermedia). Y su característica principal es el movimiento de caderas, como en la mayoría de los bailes que se disfrutan en la zona del Caribe.
Los instrumentos fundamentales del ritmo son: el piano, el bajo, la flauta, elementos de percusión y una sección de cuerdas.
Los grupos más importantes que se iniciaron en la interpretación del cha-cha-chá, fueron las orquestas: Aragón, América, Los cariñosos y la de su creador, Enrique Jorrín.
Y las principales canciones: “El Bodeguero”, “La engañadora”, “Los Marcianos”, “Rico Vacilón”, “Me lo dijo Adela”, “Corazón de melón”, “Cuéntame” y “Que vengan los bomberos”.