En este precioso pueblo del Amazonas peruano llueve mucho. No hace falta estar dos días aquí aguantando chaparrones para saberlo. A pesar de la lluvia, la gente hace su vida normal. Los del pueblo se pasean tranquilamente, de un lado a otro, charlando con amigos y vecinos, sin paraguas, como si nada cayera del cielo. Luego, cuando un foráneo pregunta si llueve mucho siempre, parecen ofenderse por ello y te dicen que no que hace unos días estaba bien el tiempo.