Revista Cine

Chafardeando, que es gerundio

Publicado el 26 mayo 2021 por Josep2010

Hace tres años aparecía en las estanterías de algunas librerías otra novela de relativo éxito comercial y escasa crítica literaria escrita por A.J. Finn que durante más de seiscientas páginas desgrana en ¡cien capítulos! lo que le ocurre a Anna Fox por distraer su agorafobia mirando por las ventanas de su enorme casa neoyorquina a sus vecinos de la mejor parte del barrio de Harlem, justo allí donde los edificios comprenden tres plantas con un terrado más un sótano, una edificación que se le hace insuficiente en su soledad autoimpuesta por causa de su dolencia psíquica y en su triste deambular por los ventanales y chafardear a su vecindario un buen día o quizás una tarde, tanto da, observa lo que le ha parecido unas lesiones mortales y desde el momento en que lo denuncia a la policía empieza un calvario para ella porque los vecinos implicados, los Russell, niegan la mayor: tanto Alistair como su esposa Jane y el hijo Ethan aseguran que no ha muerto nadie, a pesar que Anna está convencida que esa Jane que le presenta la policía no es la Jane que ella vió ser agredida y recaerán sobre ella toda clase de sospechas y suposiciones derivadas de su estado mental, las pastillas que toma y el consumo inadecuado de copitas de vino tinto.
Finn prepara el terreno insertando llamadas cinematográficas diversas empezando con el clásico de Hitchcock que ya comentamos aquí hace casi un año y lo primero que se le ocurre a uno es que Finn debería haber recordado que el clásico cinematográfico bebía de una fuente literaria muy superior, una novela de Cornell Woolrich capaz de atrapar el aliento del lector, sensación que no ocurre con la farragosa novela de A.J. Finn titulada The woman in the window (La mujer en la ventana) que se entretiene en párrafos y párrafos sin interés contruídos con una gramática simple falta de ritmo y por descontado elegancia, obligando al sufrido lector a practicar lo que algunos llaman "lectura transversal" -no sé si en plan de coña- que viene a significar que pasas velozmente de un capítulo al siguiente consciente que nada de interés se pierde en el ¡hale hop! de varias páginas y lo triste es que raramente se pierde detalle de interés, porque apenas hay alguno entre tantas páginas desechables.
Desde luego no se trata en absoluto de aquellas novelas de más de quinientas páginas que uno va leyendo y lamenta comprobar que ya queda poco para finalizar el texto porque en cada sesión te causa verdadero placer mental: llega un momento en que ya te importa poco lo que le está pasando a Anna y vas trampeando para darle finiquito y a otra cosa.
Chafardeando, que es gerundio
En éstas aparece el amigo Joe Wright (del cual hemos comentado dos películas suyas, Atonement [Expiación, 2007] y Hanna) y decide llevar a la pantalla la novela de Finn basándose en un guión de Tracy Letts (al que le tengo mucho respeto después de haber visto lo que alguien con manitas cinematográficas (William Friedkin) hizo apoyándose en su pieza teatral Killer Joe, que también vimos aquí) que, vista la película The Woman in the window (La mujer en la ventana, 2021) podemos asegurar que mejora sensiblemente la novela al recortar y desechar páginas enteras en aras a una necesaria brevedad para ajustarse a un metraje que aún así acabará haciéndose excesivo porque una vez más Joe Wright se nos muestra incapaz de mantener un ritmo adecuado a la narrativa literaria dejando en manos del guión la posible virtud del producto final olvidando que la cámara puede contar muchas cosas y se trata, precisamente, de contarlas con fluidez y de forma que el espectador se maraville y preste toda su atención a la pantalla.
Llegados a este punto cualquiera en mi situación admitiría que ha pecado de iluso y que una vez más a la tercera han vuelto a darme gato por liebre y van muchas ya y estoy casi convencido que jamás aprenderé a escamarme lo bastante para ahorrarme estos ratos de aburrimiento y lo peor, en este caso, es que vista la película se me ocurrió pedir prestada la novela más que nada por si allí había más miga, pero no.
Es cierto que Wright rueda la casona en la que reside Anna con cierta pericia pero le falta esa dosis subjetiva de prisión forzada que para ella significa no poder salir a la calle: esas puertas de acceso a la vía pública y a un sótano que llega a parecer una madriguera pública y la sensación que esa vivienda está al alcance de cualquiera con un simple destornillador producen una liviana sensación de peligro que se irá acentuando conforme pasan los minutos pero el discurso de la trama sigue la confusión tramposa de la novela y el espectador tiene siempre la sensación que, a diferencia del maestro Hitch, el amigo Wright se complace en ocultar elementos para acumularlos en la sorpresa final que posiblemente pretende impresionar al apático espectador y lo que realmente consigue es que exclame ¡por fin!¡ya era hora! dando carpetazo a una película que en otras manos más diestras podía mejorar sensiblemente un material escrito (me niego a adjetivarlo como literario por razones obvias) que contiene algunas ideas buenas pero mal desarrolladas en ambos casos.
Una lástima, porque Amy Adams bien dirigida es capaz de sacarle más jugo a un personaje complejo y Wright parece dejarla a su aire, tanto como destinar a meros comparsas, apenas secundarios, a Julianne Moore y Gary Oldman.
Eso sí: si han leído la novela y les ha gustado, puede que la película no les haga dormir. Ustedes sabrán.


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