Esta es una trilogía que ya fue bestseller hace bastante tiempo, recuerdo que mis padres coleccionaron los tres libros cuando eran socios de Círculo de Lectores. A raíz del estreno de la adaptación del primero de los libros al cine, me picó el gusanillo, y voy a leer la trilogía al completo, ya que la tengo en casa. No sé si harán más adaptaciones, pero siendo que la primera falló como tal sin ser una peli mal hecha del todo, sugiero que, ya que el final del primer libro queda bien resuelto, y no es de necesidad realizar los otros dos para completar la historia, es mejor que lo dejen así, porque para hacerlo mal, que no lo hagan. La película de El Médico se cierra con Rob Cole regresando a su Londres natal, convertido ya en prestigioso galeno. En el libro, se instala en Escocia junto a su esposa Mary y sus hijos. Se convierte en un médico de reputación y su hijo primogénito hereda de él el llamado Don, una especie de toque empático que permite a los Cole saber el estado de salud de un paciente con solo tocarlo, y conocer si este superará una enfermedad, o no morir. Rob usaba este don como uno más de sus sentidos, y, junto con sus conocimientos médicos, era una poderosa herramienta para ayudarle a diagnosticar y tratar pacientes. El libro, mucho más interesante y completo que la floja película, se cierra pues con un final satisfactorio, aunque abierto, en el que se nos da a entender que esta saga familiar seguirá dedicada al ejercicio de la medicina (puesto que el hijo mayor de Rob, del mismo nombre, muestra un gran interés en la profesión médica, y comienza aprender con su padre) y que su peculiar don se irá transmitiendo de generación en generación, de momento, al menos a los varones, aunque, siendo la protagonista del último libro de la saga la doctora Cole, me atrevo a aventurar que las mujeres de la familia también lo poseen, aunque a las mujeres no se nos permitió hasta no hace tanto algo como estudiar o ejercer la medicina. Quizá haya algo más de eso en el tercer libro, pero de momento, es el segundo el que me acabo de terminar. Había razones para ampliar y continuar la saga, y eso es lo que su autor hizo dándonos dos libros más. Reseñamos ahora el central, Chamán, y en cuanto haya terminado el tercero, habrá igualmente la correspondiente reseña.
Bien, lo primero a destacar es que, en este libro, el espíritu de Bildingsroman que tanto respira el otro, y el tema del viaje como búsqueda se nos pierde un poco. Estamos en pleno siglo XIX, el libro abarca las décadas centrales del siglo, desde sus años 30 hasta los 60 o 70 más o menos. En esta época, los avances en múltiples terrenos han comenzado a hacer el mundo bastante más pequeño, pero aún quedan territorios inhóspitos que explorar y en los que abrirse paso. Y uno de esos territorios es, por supuesto, América, y en concreto, los Estados Unidos, un joven país todavía en formación y en expansión hacia el Oeste (los tiempos de la frontera) y al que muchas personas acudían en busca de una nueva y mejor vida. Allí desembarca nuestro nuevo Rob J. Cole, descendiente del anterior. Durante siglos, en Escocia, su familia ha gozado de prestigio como médicos y como ganaderos de ovejas, teniendo una buena e importante posición social. El legado de los Cole ha pasado en forma del viejo bisturí del primer Rob, cedido de padre a hijo, y el primogénito ha recibido el nombre de Robert, y un segundo nombre que comenzara con la letra J. La tradición se ha mantenido firme, y muchos de los Cole se han dedicado a la medicina y han poseído el famoso don. Tras meterse en problemas por un panfleto incitando al nacionalismo escocés y a la independencia de Escocia, Rob J decide poner tierra de por medio y huye a hacerse las américas. No será fácil abrirse paso en una nueva tierra, donde no tiene contactos, ni el prestigio del que gozaba su familia. Pero, por suerte, parece que el sueño americano no se le da muy mal. Pronto, Rob consigue convertirse en el médico rural del pueblecito de Holden's Crossing, una localidad aún a medio construir. Su posición, aunque sencilla, le permite adquirir también tierras y algunas ovejas. Y conoce a Sarah, una joven viuda con un hijo, Alex, y se casa con ella. Pronto, llega el hijo de ambos, al que, por supuesto, ponen de nombre Rob J. Todo parece ir perfecto, pero, siendo aún muy niño, una enfermedad cambia para siempre la vida del pequeño: siendo niño, Rob contrae una fiebre escarlatina, a la que sobrevive, pero que afecta gravemente a su oído, dejándole sordo para siempre. Sin embargo, esto no merma la determinación del joven, que, llegada la edad, siente la misma llamada de sus antecesores por la vocación médica, y lucha por ser admitido en alguna universidad, hasta llegar también él a convertirse en un buen médico. Como detalle, contar que una de las cosas que rompe el espíritu de novela de formación es que la historia no se narra de manera lineal, sino in media res: Rob hijo regresa a casa para el funeral de su padre, y tras eso, conocemos la historia del progenitor, y luego, volvemos al mismo punto para finalizarla.
Así que en esta ocasión, tenemos no a uno, sino a dos Rob. Y comparándolos con el primero, nos podemos hacer una buena idea de como son los varones de esta familia. Todos parecen ser, de entrada, hombres muy adelantados a su tiempo, que comulgan siempre con las ideologías más nuevas y progresistas de su época. Si el primer Rob protestaba enérgicamente porque las religiones impidieran la disección de cadáveres, privando así a los médicos de la posibilidad de estudiar el cuerpo humano y aprender para curar sus dolencias y enfermedades; el segundo alza su voz contra el imperialismo británico en Escocia, y contra la esclavitud en el sur de los Estados Unidos. Son hombres que viven la vida con gran apetito, disfrutan de entrada del buen comer; pero también de beber y celebrar (o llorar si toca) con los amigos. Están ávidos de conocimientos, y sienten pasión por la vocación médica, y por cuidar y ayudar a los demás, y por llegar a ser los mejores profesionales, corren grandes riesgos y luchan con ganas, como cuando el primer Rob no se rinde hasta ser admitido como alumno en Ispahán, corriendo grave peligro al hacerse pasar por judío, y el tercero lucha por demostrar lo bueno que puede llegar a ser a pesar de ser sordo. Viven y disfrutan el sexo sin pudores ni vergüenza por sentir esos instintos, y saben apreciar a todas sus amantes (son bastante conquistadores y les suele ir bien con las mujeres, parece que tienen gancho con ellas) pero cuando encuentran a la adecuada y se casan, lo suelen hacer muy enamorados y son esposos fieles y devotos. Son buenos padres, y aunque dan de cuando en cuando un oportuno puñetazo sobre la mesa, sus ideas avanzadas y progresistas no les dejan ser padres excesivamente severos o autoritarios con sus hijos, con quienes suelen mantener, con sus altibajos, por supuesto, relaciones muy entrañables, cariñosas y cercanas. Dije en su día que el primer Rob era uno de los personajes masculinos más completos que yo hubiera leído, y parece que sus descendientes siguen con la misma línea, lo cual me agrada, ya que es fácil quererles y sentirse identificados con ellos, puesto que son seres apasionados y emocionales.
Tratado el tema de cómo son los Cole, pasaré a decir que, no obstante, esto no es lo más interesante del libro. Yo que quedo con la sordera del tercer Rob, que le hace quizá algo más introvertido y tímido que sus antecesores, y que nos muestra como él lucha por superarse a sí mismo con los problemas que su falta de audición le reporta, y por lograr que la gente vea en él más allá de su discapacidad, que vean algo más que al "chico sordo", y así poder seguir los pasos de su padre y ser él también un buen médico. Esa sordera es también le da una buena excusa para pasar más tiempo con el gran amor de su vida, Rachel Geiger, la chica judía hija de sus vecinos, ya que la joven se ofrece a ayudar a Rob con sus ejercicios con el piano, que la maestra de la escuela a la que ambos asisten diseñó para que el chico aprendiera a detectar mediante el tacto las vibraciones del sonido, y así ayudarle con los problemas del habla que su sordera le provocaba. Será el principio de una relación que no será fácil llevar a un final feliz, debido sobre todo a las diferencias de fe entra la familia de Rachel y la de Rob. Otra relación importante en la vida de Chamán, como apodan a esta Rob, será la que tiene con su hermano Alex, el hijo del primer matrimonio de su madre. Ambos niños, a pesar de no tener el mismo padre, crecen juntos, amándose como hermanos. Cuando Chamán queda sordo, Alex le ayuda a aprender a hablar de nuevo, de adolescentes, comparten confidencias sobre las chicas, o sobre lo que sea; y cuando Alex es herido en la guerra (ya contaré enseguida en cuál) su hermano menor le rescata de un campo de prisioneros, le amputa la pierna herida, y cuida de él con gran cariño y atención hasta que recupera las fuerzas. En cuanto al apodo de este tercer Rob, Chamán, nos da la pista de por donde viene el toque más espiritual de la historia: al llegar a América por primera vez, el padre de Chamán entabla amistad con un grupo de indios sauk, entre los que se encuentra una mujer espiritual o chamana, llamada Makwa-ikwa (Mujer Oso) Ella mostrará al galeno formas más espirituales de ejercer la medicina y la curación, y, a menudo, de niño, Rob pasaba mucho tiempo con ella. Fue Makwa la que detectó en el niño el don, y la que le puso ese apodo. Su violenta muerte atormentará a los dos Rob, padre e hijo, durante todo el libro, aunque no confieso si su asesinato queda impune o no. Finalmente, comentar que el libro tiene, como el anterior, toques históricos. En el primero se mencionaba la figura de Avicena, el gran sabio y médico árabe. En este, se nos nombra al Oliver Wendell Homes, un erudito, historiador, médico e incluso poeta de Massachusetts con quien Rob padre estudia al llegar por primera vez al Nuevo Continente. También se mencionan hechos históricos como la Guerra Civil Americana o Guerra de Secesión, un conflicto de gran importancia para entender la historia de los Estados Unidos, y la guerra en que Alex es herido, y otro momento que marcó la historia de ese país como es el asesinato del presidente Abraham Lincoln, figura que, aún con todo, no se nos presenta tan idealizada como a menudo aparece en la historia, por haber abolido la esclavitud, sino que también se mencionan sus sombras, ya que Rob padre no siente mucha simpatía hacia él por haber ayudado a echar a los sauk y a otras tribus nativas de sus tierras.
Creo que, aunque ese toque de Bildungsroman siempre tan interesante no este en este libro, es también realmente bueno. Hace lo que un segundo libro de una trilogía debe hacer, es decir, expandir la historia a un nuevo nivel, darnos profundidad y dimensión y además, su autor sitúa el libro en un período de la historia americana que, personalmente, me parece fascinante: el período de la expansión hacía el Oeste, de la frontera, de los indios y vaqueros, de los pioneros, y de la Guerra de Secesión, que puso fin a la infancia de los Estados Unidos. Un período de la historia que ayuda a forjar a la que hoy por hoy es la nación más poderosa del mundo, y que es imprescindible para entender la mentalidad y la cultura americanas, con todo lo bueno y malo que esta tiene. El libro me ha gustado mucho, y en cuanto al tercero, ya os contaré lo que me parece cuando lo haya leído. De momento, el título es acertado, así como que se centre en una mujer, una protagonista femenina, puesto que hasta ahora, todo se ha enfocado más en los hombres, y ya que, como he dicho, hemos conseguido conocer bastante bien a los varones de la familia Cole, es hora de conocer a las féminas de la saga. Y, personalmente, tengo ganas de conocer a la doctora Cole. Me despido ya por hoy. Más y mejor, muy pronto. ¡¡Besitoss!!