Revista Poesía
Cómo olvidar al viejo Luis. Imposible. Esa cara mugrosa llena de pelos. Y el aliento... ¡ah!, cada vez que hablaba tenia que alejarme, parecía que cagaba por la boca. No era malo, sólo que la vida lo jodió; a los ocho años ya estaba en la calle, como yo, que me tuve que ir de la casa porque el papá de mi hermanito Pedro me pegaba, cada vez que se emborrachaba me daba duro, y que porque le molestaba mi presencia. Mi mamá se ponía brava conmigo y también me daba con una correa, no aguanté más y no volví. Estudié hasta segundo grado, aprendí a leer y escribir y también contar. Ya tengo diez años, creo..., la verdad, ¡no lo sé!. Me llaman "Champión", porque corro duro y rápido, le gano a todos, nadie me agarra. Robo carteras y siempre logro escapar. Soy el mejor. Por eso pude huir de la muerte. Hasta hace poco vivíamos debajo del puente, a orillas del Guaire, por Bello Monte, Jorge, Beto, José, el viejo Luis y yo. Ahí construimos un ranchito con los cartones y las latas que lanza la gente al río. Cuando llovía no nos mojábamos, la autopista era nuestro techo. De vez en cuando llegaba la policía para sacarnos, nos quemaban los colchones, pero nosotros volvíamos en la noche con colchones que encontrábamos por la calle y a dormir. El viejo era el jefe, él nos decía qué hacer, nos mandaba a pedir plata en el Metro y en Sabana Grande, y por supuesto, a robar, si no obedecíamos nos caía a coñazos.
Un día, cuando estábamos pidiendo plata en una fuente de soda en Chacaito, dos tipos grandes y papeados nos comenzaron a hablar y a preguntar dónde y con quién vivíamos. Uno era negro, con una flor tatuada en el brazo derecho. El otro, era moreno clarito como mi mamá; tenia las manos grandotas y usaba una anillo de oro con una piedra verde. Ese día andábamos juntos Beto, Jorge y yo. Ellos eran mas pequeños, creo que tenían ocho o nueve años. No soltamos palabras. Luis nos tenía prohibido hablar con extraños, porque podían ser policías. Nos dieron burda ´e billete..., mil bolos, estábamos contentos. Le dimos todo el dinero a Luis, se puso feliz y se bebió una botella de ron. Al otro día estaba enratonao y arrecho, le dolía la cabeza y nos botó del rancho. Nos fuimos los cuatro juntos a pedir plata para comer, teníamos hambre. Entramos a la panadería del Portu de la esquina para pedir cachitos y jugo de naranja, cuando vimos a los dos hombres papeados. Se acercaron a nosotros y nos dijeron que nos brindaban el desayuno; dijimos que sí. José los miró con desconfianza. Él era de mi tamaño, quizás un poco mas grande, pero no mucho. Nos volvieron a dar billete, esta vez fueron quinientos bolos para cada uno. Cuando se fueron, José me dijo que le parecieron "raros", que seguro eran maricones. Los vimos los siguientes días, nos siguieron dando plata y brindando comida. Eran "burda ´e panas", y a los "panas" se les cuenta todo; les dijimos donde vivíamos y con quién.
Una noche sin luna, mientras dormíamos, nos asaltaron un grupo de seis o siete hombres armados con pistolas y cuchillos, llevaban la cara tapada con medias negras. Nos cayeron a patadas. Apuñalaron a Luis hasta matarlo y a nosotros cuatro nos amarraron las manos. Reconocí la voz de quién los mandaba, era la del tipo papeado con el anillo de oro y piedra verde. Mis amigos lloraban y rogaban para que no los mataran. Nos hicieron caminar hasta un camión blanco con cabina trasera, que se encontraba parado en la esquina próxima. Voltee y vi que los hombres se habían descuidado, comencé a correr, me siguieron, pero como no podían hacer escándalo, no me dispararon ni gritaron. Logre huir. Llegué a Petare, al otro lado de la ciudad.
Había pasado una semana y no sabia nada de mis amigos. Anduve esos días por el mercado de Petare, pidiendo plata y robando a las viejas que se descuidaban. Iba caminando frente a un quiosco de periódicos y me llamó la atención la foto grande de colores del Diario Noticias, aparecían los dos tipos papeados señalando el cuerpo de un niño muerto que estaba tirado en el suelo y tapado con una sábana, lo reconocí por el pantalón y los zapatos que vestía, era José. La noticia decía: "Hallan cadáver de menor a orillas del río Guaire. El Cuerpo de Investigación Policial y Criminal sospecha que el móvil del asesinato pudo haber sido el tráfico de órganos humanos, dada las condiciones en las cuales el cuerpo fue encontrado".
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