Los champús, geles y jabones sin sulfatos están poniéndose de moda poco a poco, pero aun no son muy conocidos y me gustaría contribuir a hablar a su favor compartiendo mi experiencia, y para mí, fueron un hallazgo exitoso.
Llegué al mundo del champú sano y sin sulfatos hace un par de años, en un otoño en el que, el pelo, reseco y maltratado del sol y sal del verano parecía caérseme más de lo normal. Llevada por la preocupación*, busqué información, y de entre los muchos consejos sobre cuidado y lavado del pelo que encontré, me tropecé con los sulfatos. Estos están presentes en los detergentes, y en resumidas cuentas, atrapa los aceites del pelo y, aunque lo dejan limpio, también obligan al cuero cabelludo a producir más aceites, perjudicándolo y debilitándolo a la larga. Y frente a ello, los champús sin sulfatos ofrecen un cuidado más profundo, natural, respetando el cuero cabelludo, y con ello, un lavado más espaciado en el tiempo… En definitiva, un pelo más sano y mejor cuidado. Me propuse probarlo.
La inmensa mayoría de los champús sin sulfatos sólo se pueden adquirir por internet y no suelen tener un precio… módico. Por casualidad, a base de mirar en el super todos los champús con la esperanza de encontrar alguno con una etiqueta “sin sulfatos”, encontré un champú sólido de Herbal, en el que aparecía “producto artesanal, 100 natural”. En la página web especifica que no tiene sulfatos, ni siliconas, y que, sobre todo, hay que tener paciencia con el periodo de recuperación hasta que el pelo elimina los residuos químicos por completo y pueden verse los resultados, algo común en los champús de este tipo.
Al final lo probé y acabé muy contenta. Inevitablemente, el periodo de recuperación fue el principal escollo. A mi me llevó 15 días, en los cuales lo lavé aproximadamente cada 2 o 3 días, en los que el pelo se quedaba ceroso al tacto, e incluso cuando lo lavaba tenía un tacto diferente, y aunque no se veía sucio, sí que se veía raro. Dudé mucho de que fuera a funcionar, de volver a verlo limpio y brillante, y ganas me daban de rendirme y lavármelo con champú convencional, pero me armé de valor, y seguí ocultando ese pelo irreconocible con coleta. El penúltimo día de lavado noté diferente el tacto del pelo; más suelto, más agradable, más parecido a mi pelo de antes, y finalmente, al día siguiente, lo lavé de nuevo llevada por la emoción y se obró el milagro: el pelo estaba suelto, limpio y con brillo, con un tacto más sedoso del que solía tener… Había funcionado finalmente. El pelo no se engrasa tan fácilmente, resiste 4 días perfectamente sin lavarlo, y he notado que se cae menos. No puedo pedirle más.
En definitiva, y desde mi punto de vista personal, si podemos prescindir de químicos en el champú y jabones, y usarlos naturales o de composición más respetuosa, merece la pena tener paciencia con el periodo de recuperación y probar un champú sin sulfatos.