Revista Cultura y Ocio
Hola, amigos de mis ilusiones e historias. Buenas noches a todos y encantado de poder estar con vosotros de nuevo. Ahora, además de nuestro blog tengo, y es un placer, que atender mi página profesional de facebook cuyo enlace lo tenéis en la columna a la derecha de vuestras pantallas. Si todavía no sois seguidores de esa página, os recomiendo que lo hagáis pues allí estamos más en contacto. Bueno, la verdad es que no sé si más o menos, pero el contacto es vivo, os siento cerca, muy cerca, porque interaccionáis con vuestros comentarios y vuestros “me gusta”. Es curioso pero, si os fijáis, aquí, en nuestro rincón, tenéis las mismas posibilidades de interaccionar a mis entradas y no os acabáis de animar a hacerlo. Es curioso pero creo que os entiendo: facebook es como el hall de una estación de tren, en el que todos van y vienen, muchas veces sin saber muy bien cuál es el andén en el que su tren está a punto de salir; hay bullicio y uno llega a saturarse con tanta gente cortándonos el paso con su trepidante arrastrar de maletas. Todo el mundo habla; todos preguntan a los demás sobre dudas que no lo son tanto: muchas veces es vagancia de pararse a leer los letreros que, la inmensa mayoría de las veces, están muy bien elegidos y estratégicamente colocados…bueno, a veces no y quizá eso sea la causa para que los menos avispados anden de aquí para allá contribuyendo a crear esa atmósfera de vida, loca, pero vida. Sí, así es facebook. No podemos decir que sea un lugar demasiado tranquilo para lo que buscamos cuando nos acercamos a nuestra ventana. Aquí, en nuestro espacio, es como si estuviésemos en la sala vip de esa estación de locos que os acabo de describir en muy pocas palabras. En la sala vip nadie habla; nadie pregunta nada. En la sala vip se respira calma y aprovechamos para echar una cabezada o leer esa novela que nos tiene enganchados. Quizá, en esa sala vip, aprovechemos para entrar en nuestro espacio y leer, y dejarnos transportar de la mano de mis historias a mundos similares y personales de cada uno. En esta “sala vip” no se comenta ni se dice “me gusta” ni se hace más que estar en una atmósfera buscada de tranquilidad… Ahora lo he comprendido… Gracias por hacer de “Cuentos & Dreams” vuestra sala vip.Pues hoy, en nuestra sala os digo que hace ya más de dos años escribí un cuento muy especial y que quiero compartirlo en este momento con todos vosotros por primera vez. Sobre él empezamos a trabajar una buena ilustradora andaluza y yo. Empezamos con una ilusión terrible y con unas ideas que yo creo nos sorprendieron a ambos. Creamos este cuento, y lo hicimos sobre la base de otro que posiblemente sea aceptado por el Ayuntamiento de Marines: un pueblecito muy acogedor de Valencia, España; como parte de la celebración de un importante aniversario que esperan cumplir el año que viene. Pues como os digo, creamos este cuento y lo ceñimos a uno de los pueblos más bonitos de España. Pueblo encantador y que maravilla a todo aquél que tiene la fortuna de poder visitarlo. Permitidme que no os diga de qué pueblo se trata…Por motivos que no vienen al caso, este cuento que da nombre al título de esta entrada que os traigo hoy no va a ser ilustrado por ella. Espero encontrar a otro ilustrador, si es posible que conozca el pueblo, para que de vida a Chano. ¿Quién es él? Pues es una persona del pueblo que nos describe lo que siente y ve con los ojos del alma porque los suyos físicos ya no le ayudan demasiado. Chano es ciego y de su mano vamos recorriendo... su pueblo.“Chano, mi amigo” me hizo ponerme en el lugar de un ciego y me costó mucho darle vida…¿quizá porque tengo la suerte de ver? Ha sido un cuento especial del que he aprendido a valorar todo lo bueno que tengo, aunque sea poco, o mucho…creo que no es importante la cantidad: aprendí a valorar lo que tengo y lo que me hace feliz. Chano valoraba lo que tenía y así era feliz…a mí me costaba creerlo y esa fue la mayor lección que me dio mi amigo Chano.Espero que disfrutéis con lo que os traigo de esta historia y espero poder pronto presentaros al ilustrador o ilustradora que se encargue de mirar y pintar lo que Chano veía.Un abrazo para todos vosotros, con el deseo de que sigáis soñando y siendo felices.
Esta corta historia nos acerca un poco a la vida de las personas invidentes y por extensión a todos los que tienen algún tipo de limitación. “Chano, mi amigo” es una tierna historia con una moraleja final: “no siempre lo de los demás es mejor que lo nuestro” Malgastamos la mitad de nuestras vidas anhelando lo que tienen otros sin valorar lo nuestro y lo que llena nuestro mundo. Esta historia se desarrolla en un conocido y bellísimo pueblo de Cádiz y trata sobre la vista de un ciego; sobre todo aquello que imaginamos puede llegar a ver un invidente…con los ojos del alma. Recorreremos, guiados por el bastón de Chano, los lugares más llenos de la esencia de…mejor no desvelo el nombre del pueblo por el que Chano se pasea y es muy querido. En definitiva se trata de una historia llena de anhelos y de riqueza interior y, por ello, de una historia que nos puede ayudar en nuestra vida personal…a mí, por lo menos, lo ha hecho.
Esta historia que voy a contaros es la de mi amigo Sebastián, “Chano” para todos los que le conocemos y le queremos.Chano vive en un blanco, muy blanco, pueblo cuyo nombre lo dejo para que lo adivinéis; sólo os diré que es un bonito pueblo que mira sereno al Atlántico por donde tantos ataques recibió en el pasado; y por donde tantos amigos de tantos lejanos países, hoy, traen consigo sus costumbres, ilusiones y tiempo para compartirlo con sus habitantes, entre blancas paredes que canalizan las serpenteantes y estrechas callejuelas. En él viven gentes forjadas por el salitre, los vientos y la bravura, el respeto, la honradez y la nobleza de la almadraba.Sebastián “Chano” lo conoce bien y, aunque nunca lo ha podido ver y admirar con sus ojos, no deja de imaginarse en su mente cómo serán todas aquellas casas y cosas que lo rodean. Sebastián “Chano” es ciego.Suele levantarse muy temprano, cuando el Sol acaba de desperezarse y con sus rayos empieza a tantear los muros de los habitantes todavía por despertar. No perdona el paseo paralelo al río. Sí, en su pueblo muere alegre el río, con sal en su nombre, para confundirse con el océano. Siempre se detiene en el mismo lugar, sobre el puente, y allí da media vuelta y fija su mirada –que aunque no lo creáis los ciegos también la tienen– en donde supone se encuentra su tranquilo pueblo a aquellas horas.–¡Cómo me gustaría poder disfrutar de esta armonía de colores, luces y blancas paredes! –suele desear tanto verlos…Muy frecuentemente sus amigos, que nunca le faltan, bajan con él a pasar el día a esa playa –parte importante del marco paisajístico de la zona– que muy cerca está de poder bañar con sus aguas las sedientas calles en verano. Allí, Chano, se suele quedar extasiado con el ruido de las olas rompiendo en la cálida arena donde él las espera con sus pies descalzos. Ese frío saludo de espuma y sal sobre sus pies siempre lo llena de vida y, tras una profunda inspiración, se suele quedar absorto escuchando las angustiosas voces de las gaviotas que, a su manera, también lo saludan: “Au-Kyee-Kau-Kau-Kau”.–Cómo me gustaría ver esta espuma,…………..………………………………………………………………………………………………………
En el pueblo de Sebastián “Chano”, si algo es digno de verse eso es el pueblo al atardecer: sus luces tempranas, los rayos de Sol que se resisten a irse a descansar, la Guzmán con su majestuosidad iluminada que nos transporta a otros tiempos de guerreros y luchas…y todo ello reflejado en la tibieza del océano y en los charcos que comparten espacio con el arenal: en el pueblo de mi amigo Chano se pueden ver estampas que se asemejan al arcoíris. De ello, él, es muy consciente.–Lo que daría por saber cómo se confunden esas tonalidades del atardecer. Huelo el caer de la tarde mezclándose con la humedad del ambiente; oigo…………………………………………………………………………Pero lo que más le gusta a Sebastián “Chano” es pasar bajo el coqueto y transitado, desde tiempos lejanos, Arco de la Villa. Bajo él, el eco de sus pisadas le da los buenos días o las buenas tardes y él, con un movimiento de cabeza, como si prestase extrema atención, le devuelve el saludo. Siempre camina con paso decidido cerca de las paredes, que parecen reverberar la cálida presencia del Sol, hasta alcanzar “su banco”. Allí,……………………………………………………………… …………………………………………………………………………………