Revista Cultura y Ocio
A Yolanda Gómez y a Álvaro ValverdeParece ser que este libro se terminó de imprimir el día de Navidad de 1939. Estas Canciones de Tánger las publicó Javier Alcaíns con su sello de Javier Martín Santos Editor en 2013 y son un regalo exquisito que merece ser difundido. El original, ejemplar único, de este libro se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia con la signatura RES G-YA-18, y está reproducido en una tirada de noventa y nueve copias, estuchado, en rama, cuyo resultado es una delicia por el papel, la calidad de los colores, la tipografía, el reverencial gesto de emular lo que los primeros editores —el ilustrador François-Louis Schmied, su hijo el tipógrafo Théo Schmied y un tal Georges Desoubry, a cuyo nombre fue destinada la pieza. Estas canciones son cantos de mujeres árabes que tradujo Elisa Chimenti (1883-1969), una napolitana hija de un médico que recaló en Tánger, en cuyo cementerio cristiano está enterrada, que aprendió el árabe y supo fijarse en las personas de aquel entorno como su fuente de inspiración, como reza la nota bio-bibliográfica, en español y en francés, que acompaña esta magnífica edición que también recoge todas las traducciones —de José V. Solana— de esas breves y delicadas narraciones. Algún coleccionista ponderará el rasgo exclusivo de una obra —una más— salida del sello de Javier Martín Santos Editor; pero yo me quedo ahora con esas canciones —«La canción de la aguada», «La canción de Tánger», «El canto del agua»…—para acomodarlas a mi lectura de uno de los libros más luminosos que he leído este año que en pocos días se acaba: La adivinanza del agua. Todo encaja.