Revista Diario
1921: Encuentras un bebé abandonado en la calle, y aunque eres un vagabundo que fuma colillas ajenas y no tienes ni un céntimo en el bolsillo, lo acoges, lo cuidas, le das de comer y le haces un hueco en la cama de tu misérrima vivienda. El bebé convertido en un entrañable niño encuentra a su madre; y entonces, colocándote tu bombín sobre tus alborotados cabellos, sigues tu camino...
1925: Como otras miles de personas buscas oro en Klondike, sitio montañoso atiborrado de hielo y nieve donde pasas muchísimo frío y hambre, tanto hambre que te ves obligado a hervir y comer tu zapato. Te enamoras de una bailarina llamada Georgia, y en tus sueños, haces que unos panecillos bailen para ella y sus amigas. Tienes suerte, pues descubres una montaña de oro y te conviertes en millonario. Para una foto que quiere tomarte un periodista vuelves a ponerte tus ropas de vagabundo; y entonces, subiéndote cada tanto tus anchos pantalones para que no se te caigan, sigues tu camino...
1928: Trabajas en un circo, te ocupas de cargar la utilería para los diferentes espectáculos. Eres tan torpe que provocas la hilaridad del público y te conviertes en la atracción principal. Te pasan cosas inusuales, entre ellas te quedas encerrado en una jaula con un enorme león y media docena de monos te desvisten cuando estás en una cuerda floja a varios metros de altura. La chica a la que te gustaría desposar, Merna, se casa con otro; y entonces, abotonando tu pequeña chaqueta sucia y raída, sigues tu camino...
1931: Conoces una joven que vende flores en la calle, te das cuenta de que es ciega, y al igual que tú, es muy pobre. Haces todo lo que a tu alcance está hasta que consigues darle el dinero con el que pagar la operación que le devolverá la vista; y entonces, apoyándote en tu bastón de caña, sigues tu camino...
1936: Eres obrero en una fábrica, ajustas tuercas cada vez más rápido, más rápido, y más aun. Hasta que un día pierdes la razón, cualquiera la perdería en esas condiciones. Al poco de salir del manicomio eres injustamente arrestado en una manifestación. Una vez en la cárcel no quieres irte, pues allí al menos tienes la comida asegurada. Al salir de prisión conoces a una huérfana que se busca la vida como puede. Trabajas en la construcción de barcos, de sereno en una gran tienda, otra vez en la fábrica. Siempre te metes en problemas y te arrestan una y otra y otra vez. Hasta que consigues un puesto de camarero cantor, haces un gracioso número, eres aclamado, pero debes huir. Tienes que volver a empezar de cero; y entonces, arrastrando tus enormes zapatos con la huérfana colgada de tu brazo y una enorme sonrisa a pesar de las circunstancias, sigues tu camino...
1940: Te atreves a ridiculizar a uno de los seres más macabros que hayan pisado este mundo, a la vez que eres un barbero judío en un gueto. El dictador grita, despotrica y rivaliza con otro de su misma raza. El barbero se enamora y solo quiere vivir en paz. El dictador es confundido con el barbero judío y enviado a un campo de concentración. El barbero que acaba de escapar del campo de concentración, debido a su gran parecido, se convierte en el dictador; y entonces, luego de dar uno de los más maravillosos discursos jamás escuchados, sigues tu camino...
Tienes esa rara habilidad de hacerme llorar mientras me río a carcajadas. Y no te creas que son muchos los que lo consiguen. Lo haces tan bien, pero tan bien que Charlot es real para mis ojos. ¡Y sí!, a veces me cuesta darme cuenta de que la ficción no es la realidad y de que la realidad no es ficción.
En tus películas criticas al capitalismo salvaje, muestras la pobreza, la injusticia social, el hambre, las miserias con las que aun hoy convivimos a diario, y tratas esos temas con humor; no sé cómo lo haces, cómo lo consigues. Haces reír a la gente, y ese es el mejor regalo que le puedes obsequiar a este mundo enfermo de avaricia, de corrupción y de mucho para pocos.
Porque me conmueves, me erizas, me enterneces.
Por eso te alabo, te admiro, te aplaudo mi querido Dios Chaplin.