Revista Cine
Hay detalles en Chappie que son como el corte de pelo que le han hecho a Hugh Jackman en la película: son incongruentes y uno sale de la sala pensando ¿Era eso necesario?
El futuro se vislumbra violento, confuso y tan extremo que sólo las máquinas son capaces de calmar las tempestades, que están al servicio de las autoridades. El programador de la IA Deon (Dev Patel) está convencido de que puede dar un paso más allá y dotarles de conciencia y sentimientos a tales máquinas. Así nace su esbozo llamado Chappie, un robot que parte desde cero cae en manos de unos delincuentes. Y he ahí el tinglado, aparte de los que tiene Deon con su superior (Jackman) o con la mandamás de la empresa (Sigourney Weaver).
Si hay algo bueno en Chappiees que ofrece lo primero que prometía: diversión. El problema es que se desvía con tanto golpe de efecto especial, palabrotas de sus protagonistas, o ideas ya vistas en producciones anteriores de ciencia ficción.
Neill Blomkamp vuelva a situar la acción en su tierra natal Sudáfrica como hacía en Distrito 9. El realizador deja temas en el trasfondo del argumento: El aprendizaje, la separación de los seres queridos y -algo ya asiduo en el director de Elysium- la diferencia de clases; que no falte la crítica social en su cine.
La temática de que las máquinas tomen conciencia es algo reconocido por el espectador; de hecho la temática está ya presente para todos los gustos: Ahí estaba Yo, robot o Autómata, o en otra cota más reflexiva andaba Her. Incluso centrándose en el androide es fácil acordarse del ochentero Cortocircuito. Y observando el mañana aciago que presenta la película con un ente tan entrañable como protagonista ¿No se asemeja a Wall-E?
A Chappie se le coge cariño porque se ve sus inicios, sus primeros pasitos y reconocimientos. La presente criatura está muy conseguida. Sharlto Copley ha sabido darle el toque más que adecuado al protagonista y su trabajo vocal es digno de mención. El elenco que le acompaña es interesante, pero todo el potencial que suman se ha desperdiciado en la historia enrevesada y la acción.
Hugh Jackman vestido de esa guisa es una cuestión que no se comprende bien (al fin y al cabo las garras de Lobezno tenían una finalidad). Sigourney Weaver, se pasea con un rol sin relevancia. Como novedad, están la banda de raperos sudafricanos Die Antwoord. Una vez que se conoce este dato se entiende su falta de dotes para la interpretación, sobre todo más en él, Watkin Tudor Jones –Ninja para los amigos-, que en ella Yolandi Visser. Son los “padres adoptivos” de Chappie y hacen de ellos mismos, cosa que queda más bizarra en el argumento.
La historia va a trompicones. Al principio Dev Patel –el único correcto dentro del elenco- sumerge al espectador en la ilusión, lo que luego es difícil de seguir en semejante embrollo. Otra cosa es la estética, otro punto que el director tiene ha tenido siempre muy en cuenta. Dentro de ese mundano porvenir hay color. Mejor dicho, fluorescentes.
Son muchas vertientes que recaen en Chappie. Blomkamp toca todo tanto en fondo como en forma pero nada nuevo; por eso, pese a todas sus intenciones se queda en un conglomerado denso. Interesa, pero no deslumbra.
En una frase. sólo queda dirigirse a los fans de la saga Alien (el cineasta será el encargado de dirigir el siguiente capítulo): amigos, ¡Ánimo y suerte!
María Aller