Revista Cultura y Ocio
Texto: Santiago Segura
Fotos: Victoria Schwindt
Ya se ha vuelto para mí una sana costumbre esto de ir a Melopea, ese increíble espacio de Villa Urquiza que es, antes que nada, un parque de diversiones para los amantes de la música y un paseo ineludible para la historia de la música vernácula. Por ese lugar -más precisamente por ese Estudio del Nuevo Mundo- pasaron miles de músicos (y no exagero) de los históricos y de los desconocidos, tangueros y jazzeros, gordos y flacos. La sede de Melopea debería ser declarada un espacio de interés cultural nacional (no sé si ese título honorífico existe) y sin embargo es un hogar donde Litto Nebbia y los suyos te reciben como si te conocieran de toda la vida. A estas alturas, es difícil hablar de Nebbia sólo como músico: la humildad de su trato es de por sí un honor para quienes hacemos esto. ¿Lo demás? Ya se sabe hace casi 50 años y lo viene sosteniendo él...
En fin, lo interesante es que Litto siempre tiene algo nuevo por decir y en este caso me acerqué a su búnker para que les cuente a ustedes de sus últimos pasos: la edición de un nuevo disco, Aire fresco, junto a Daniel Homer y Juan Ingaramo; la aparición de un disco perdido que grabara junto a Facundo Cabral hace 10 años, junto con la reedición de varios álbumes que nunca habían tenido su forma en CD. Además, nos explayamos acerca de los discos que planea con los Andreses -Calamaro y Ruiz-; su show en el Teatro SHA dentro de dos viernes; esa canción eterna que se llama La balsa; y su participación en varios álbumes de grupos noveles de la escena local.
Pero vamos por partes. En este caso, las novedades discográficas propias y ajenas; la difusión televisiva; el proyecto inarrancable a dúo con Andrés Calamaro y el disco de Andrés Ruiz en el que Nebbia está colaborando.
DE REEDICIONES Y NOVEDADES: AIRE FRESCO
Para empezar, vamos por partes: dentro de todo lo que editás en estos días, hay varias reediciones de discos que nunca habían salido en CD, ¿cierto?
Mirá: hay unos cuantos discos míos en vinilo que todavía no los pudimos editar en compact. Llega un momento en que son tantos discos que si saco los que falta reeditar más los nuevos que hago, son demasiados. Entonces, este año le pusimos las fichas a dos discos que yo quiero mucho y fueron vinilo originalmente. Son Buscando en el bolsillo del alma, que es del año ’88, y el siguiente que ya es del ’90 y se llama Nostalgias del Harlem Español: esos dos los hicimos compact, con sus fotos y cositas, súper masterizados. Y nos quedarían pocos discos por editar en CD, que los editaríamos para el año que viene: Tres noches en La Trastienda, que es un disco del ’80; el que hice en Brasil, En Brasil aquí y ahora; y dos o tres más. Pero bueno, vamos de a poco.
Y junto con esto, sacamos la edición nuestra del disco que hice en España en el año 2009, Soñando barcos. La diferencia que tiene éste es que la tapa es una foto que hizo un amigo mío, Ricardo Murad, que ya la había hecho para la edición de España pero el tipo que lo sacó allá decidió a último momento hacer otra portada. Y además el disco tiene -a diferencia de la edición de allá- seis bonus tracks de temas que sobraron y otras tomas, y un compact de regalo con actuaciones en vivo del mismo año que lo fui a grabar, que toqué en un poco por España -en Barcelona-, en Ploërmel y en Londres [nota: también hay temas en Buenos Aires]. Por supuesto, el disco en vivo es totalmente desparejo en cuanto a sonido porque son las grabaciones que agarré en cada lugar, es más que nada puesto para mostrar la dinámica de lo que pasa emocionalmente en los lugares que tocás. De pronto, en Londres estoy tocando en una iglesia, porque allá hay iglesias que las alquilan para cosas así, para que se mantengan.
Me habías contado esto de la iglesia creo. Debe ser raro tocar ahí...
Bueno, toqué en una iglesia en la que el mes anterior había tocado Mark Knopfler, un violero divino. Y te ponen sonido, ¡pero la gente está sentada ahí en la iglesia, es insólito! (risas). Tienen piano de cola y todo. Y bueno, de pronto está la gente cantando La balsa en una iglesia, ridículo (más risas). Lo puse en el disco como anécdota; también puse otra cosa de un boliche que se me ocurrió en el momento, que una parte del público haga un coro y la otra parte le conteste... Cosas que cuando grabás un disco y tenés todo más arreglado, no hacés.
Ésas serían las reediciones. ¿Y los discos nuevos?
Son un par. Ahora sale un disco inédito a dúo con Facundo Cabral, que lo hicimos en el año 2002 y quedó ahí porque estaba pensado para hacer una gira y no la hicimos: él se fue y yo no fui, él vino y yo salí... Yo no lo quise sacar nunca y mucho menos en el momento en que ocurrió su asesinato. El otro día estuve leyendo que lo agarraron al tipo, es una locura eso... En fin, de golpe aparece su mujer, que yo no la veía hace cien años...
Y te pidió que saques el disco.
Vino y me contó que Facundo siempre le decía: “vieras qué lindo el disco que hicimos con Litto...”. Y me dijo, “¿por qué no lo sacamos?”. Así que lo vamos a sacar, se llama En medio de los hombres.
¿Habían compuesto especialmente para el disco, o eran temas clásicos de ambos?
Sí, habíamos compuesto, hay como diez canciones que yo le puse música a sus letras, y lo grabamos tocando en trío con César Franov en bajo y Quintino Cinalli en batería (toca también el Gordo Fernández). Es un disco bien compartido, hay canciones que canta él, otras que canto yo y otras a dúo. Hay temas que quedan lindos porque el nunca perdió esa cosa que tenía de orador, de narrador, de contador de historias.
Y completa las novedades Aire fresco, ¿cierto?
Sí, Aire fresco sería el disco nuevo-nuevo. Es un trío que se me ocurrió armar con Daniel Homer en guitarra y Juan Ingaramo en percusiones. Lo llamé a Homer porque me encanta cómo toca y habíamos hecho el disco Bazar de los milagros en el ’76, nada más. Entonces lo llamé para que hiciéramos un disco de guitarra y piano, improvisando. Pero después empezamos a divagar, y él empezó: “acá le pongo el bajo” -porque lo toca muy bien-, y yo dije “acá le pongo percusión” y traje los tambores africanos que uso. Empezamos a meter una cosa, otra cosa, y lo terminamos llamando a Juan y después a un flautista, Leopoldo Deza... y se armó este quilombo que es como una agrupación (risas). Y me gusta porque yo quería armar un grupo donde solucionemos todo el tema de la polenta y la acordística sin tener bajo ni batería completa. Eso no hay: yo toco piano y órgano, Juan toca elementos de percusión y Daniel las guitarras. Pero no es un trío acústico, hay improvisaciones, rítmica.
¿Lograron que suene poderoso?
Sí, suena lindo, estamos muy contentos. El disco tiene un subtítulo que dice “Un álbum con amor a la bossa-nova y la comedia musical”, porque hay muchas canciones que parecen de esas que hay de narrativa en la comedia musical antigua. Y bueno, bossa-nova porque hay bossa-nova, claro.
Salvo cuatro temas que son viejos y los hacemos al estilo del grupo, todos los demás temas son nuevos. Estamos contentos con el disco y en marzo ya vamos a empezar a grabar otro.
Surgió mucha música, quedó el grupo armado.
Sí, quedamos con ganas, nos dimos cuenta de que encontramos un tipo de sonido lindo tocando entre los tres. De ahí surgió un “che, algún día tendríamos que grabar esto y lo otro”, y al final ya hay como media docena de temas para un próximo disco que vamos a grabar en marzo, Aire fresco 2 o como se llame.
Además de lanzamientos a tu nombre, hay otros, ¿cierto?
Sí, sale el tercer disco de los Mersey Mustards y además un DVD del concierto que hicieron el año pasado en Córdoba, muy lindo. Y también va a salir el DVD de 11 (vidas), que tiene fragmentos de los lugares donde tocamos esa música, que fueron una vez el Boris Club y la otra Notorius; y tiene tres o cuatro clips que hizo mi hija Miranda. Todo esto sale en un mes.
Y para culminar sale el disco de Giorgia Fumanti, que hace este estilo que le dicen classical-crossover y lo estamos terminando ahora, y otro disco que nos dio para que saquemos antes de que salga éste que va a ser su disco en español, un álbum previo en el que está Pavarotti y ella canta los temas más clásicos de su onda.
COMPLEJIDADES DE LA DIFUSIÓN...
¿Para difundir un poco la obra previa de ella?
(Piensa). Es muy difícil difundir una cosa nueva, de quien sea: de alguien famoso allá, como ella, o de un grupo nuevo acá. Es como que todo está muy saturado pero a su vez está siempre tapado nada más que por las campañas publicitarias. Entonces, vos podés tener diez cosas nuevas, ¿y dónde las presentás? Es muy difícil, viste. Tenés algunos tipos interesados, de pronto aparece algún programita de cable, de televisión...
Te vi en el programa de Tarantini en Canal 9, En estéreo.
Sí, sí... Eso lo hice un día que me llamaron, estaban haciendo un programa piloto, tenían un piano que sonaba bien y fui, estuvo bien. Pero programas musicales casi no hay, es muy difícil. Ahora por ejemplo queríamos ir a algunos lugares a apoyar esto que vamos a tocar el 19 en el Teatro SHA y mirá los tres lugares que tengo para ir a tocar en la televisión: el programa de Mex, Pura química; después 678 y también podés ir al de Tognetti, Duro de domar. Pero no hay más programas musicales, ¡son todos de chismes y de boludeces!
Y en realidad... ¡ninguno de esos tres programas es musical!
No, ¡esos tampoco son musicales! (Risas). Sin embargo, fijate una cosa: hay un par de programas de la cumbiamba de cinco o seis horas...
Antes se acostumbraba ir a presentar los discos a la televisión, en Badía y otros programas, incluso afuera.
Ahora es una locura, si encontrás un tipo que te deja tocar tres temas, ya es mucho.
A mí me sorprende positivamente que en Pura química dejen tocar los temas enteros, sin cortes.
Sí, es cierto. Pero eso es porque Mex es músico, creo yo. Menos mal que le va bien con el programa, porque viste que los programas ahora cuando empiezan a tener éxito... Si el tipo en una semana bajó, ya te echan a la mierda, es una locura.
MÁS NOVEDADES: ANDRÉS Y ANDRÉS
A todas estas novedades se suma el disco que estás armando con Andrés. ¿Eso está proyectado más a futuro?
Mirá: eso depende de cómo esté él, su tiempo y su vida personal. Viste cómo es... de pronto me manda un mail y me dice “tenemos que hacer esto” y al otro día desaparece. A los días leés los diarios y te enterás que tuvo un quilombo no sé dónde. Como yo lo conozco no le rompo las bolas, le digo “hacé lo que quieras, el día que quieras me llamás, como hicimos el otro disco”. Porque en el otro disco que hicimos, él se puso firme y dijimos “se graba tal y tal día, a tal hora”. Y lo hicimos.
¿A qué disco te referís?
El palacio de las flores.
Ah, pero yo te preguntaba por el disco que estás haciendo con Andrés... ¡Ruiz! (Risas). No sabía que lo de Calamaro estaba en marcha.
¡Ahhhh! (Más risas). Porque vamos a hacer uno con Andrés Calamaro también, perdón.
Bueno, contame entonces del disco con Andrés Calamaro y después del de Andrés Ruiz.
El quería hacer un disco a dúo-dúo, y cuando terminamos El palacio de las flores le dije “no, qué dúo: yo te produzco, toco, hago los arreglos, pero vos tenés que hacer tu disco”. Y así quedó.
Entonces arreglamos que un día íbamos a hacer ese disco a dúo; suponte que sería un disco de los dos cantando, sólo con piano o guitarra, seis temas de cada uno. Un disco de dos tipos cantando sus canciones, digamos. Y de pronto me manda un mail: “anoche estuve pensando...”. Pero no es que decís “bueno, quedamos para el lunes”, porque yo tengo un cohete en el orto, viste como soy: vos me decís una cosa y ya empiezo a proyectar.
Y él es más impredecible, quizá.
No, él labura mucho también pero depende de un montón de cosas a las que tiene que responder, de su estructura. Así que cuando esté tranquilo me escribirá, lo espero.
Saldrá con el tiempo. ¿Y lo de Andrés Ruiz?
A Andrés Ruiz lo conozco desde que me invito a cantar en un tema de su disco anterior [nota: Litto participa del tema El bosque de los años, del disco Ruiseñor, reseñado aquí], y luego yo lo invité a tocar la batería en tres temas de mi disco La canción del mundo. Me cayó bien, es un pibe bárbaro. En fin, pasó el tiempo y un día me mandó un mail diciéndome que no sabía cómo producir un disco que estaba pensando: si hacerlo acústico, corto, largo, con baterías o sin baterías; pero que sí tenía en claro por las canciones una idea de estética sonora. Me preguntó si le daba una mano y por supuesto le dije que sí, que me explique más o menos qué quería. Nos pusimos al servicio de eso y fue bueno porque creo que, en dos mañanas, nosotros dos solos grabamos las bases de guitarras, piano y batería. Entonces me decía “este tema me gustaría que suene así, aquel de esta forma”, fuimos buscando... y lo que encontramos era lo que él quería, ahora vamos a empezar a vestirlo. Vino Homer y grabó algunas guitarras, también.
¿Son todos temas de él?
Sí, todos menos uno que yo le di una música y él puso su letra. Y además de Homer va a haber algún invitado cantando, yo le sugerí que fuera Leo García y a Andrés le pareció bien. Pero bueno, para encontrarlo a Leo hay que ser del FBI (risas). Te pasan los teléfonos y ya el teléfono suena viejo, “ring, ring” (hace con la voz un sonido lejano), como que no te va a atender nadie (más risas). Después me lo encuentro y al final aparece... Así que seguramente él cante una canción; y después Andrés va a meter en dos o tres temas a un cuarteto de cuerdas de amigos y a otro guitarrista amigo de él. Pero básicamente el disco está, ya grabamos mucho.
¿El disco va a ser de él o es de la dupla Ruiz-Nebbia?
¡No, es un disco de él! Esas cosas hay que entenderlas así, porque hay gente que cree que porque un tipo está con otro tipo más conocido... esto no es Tom y Jerry, no es un dúo, ¿entendés? (risas). Yo lo ayudo porque me gusta lo que hace, y listo. Metí cosas a mi criterio pero todo consensuado con él, lo ayudé en el sentido de cerrar. Estaba indeciso y quedó contento con el sonido que se hizo acá. Pero ni sé qué va a hacer con el disco, si es un disco que va a salir por Melopea o no, será lo que el quiera.
A mí me gusta hacer eso, meterme en otro terreno, tocar en otro lado. Me gusta el ejercicio de hacer arreglos y demás, tengo la suerte de que aún cosas que agarro como laburo, son cosas que las elijo. Y no es así la vida profesional de nadie, conozco músicos buenos que a veces tienen que grabar cosas muy horrendas. Yo toco en lugares donde a mí me gusta: las cosas que hago las puedo mostrar con tranquilidad.
(En unos días, la segunda y última parte. Si les interesa conseguir alguna de las novedades discográficas de Melopea, contáctense acá: [email protected]).