En un artículo anterior repasamos la vida de John Rykener, un transexual que vivió en la Inglaterra del siglo XIV. No es el único caso de la Historia en que se ha producido un fenómeno de transexualidad o travestismo, pero en todos ellos aparece un denominador común: este fenómeno era rechazado por la sociedad, llegándose a juzgar y condenar a los que los practicaban a condenas muy duras. En ocasiones, hasta a la pena de muerte. Por eso cabe preguntarse algo: ¿cuándo fue socialmente aceptado este fenómeno? O en otras palabras, ¿quién fue el primer travestí que no suscitó el rechazo de cuantos les rodeaban? La respuesta, probablemente, sea Charles de Beaumont.
Este personaje, conocido en algunas ocasiones como el Chevalier d'Éon y en otras como Mademoiselle de Beaumont (según actuara con un rol masculino o femenino), tuvo la particularidad de pasar sus primeros 49 años de vida actuando como un hombre y sus últimos 33 viviendo como una mujer. Su vida fue apasionante, ya que ejerció como espía, diplomático y militar al servicio de Luis XV de Francia, destacando en sus misiones de inteligencia. Sin embargo, toda su labor quedó eclipsada por el misterio que suscitaba su verdadero sexo. Se cruzaron cuantiosas apuestas sobre ello, llegándose a especular con que era un auténtico hermafrodita. Esta es la historia de su increíble vida.
Un espía al servicio de Su Majestad
El 5 de octubre de 1728, en Tonerre, vino al mundo un precioso niño en el hogar del jurista Louis d'Éon de Beaumont, Director de Fincas del rey Luis XV. La familia pertenecía a la llamada nobleza de toga, un estado que se confería por el ejercicio de un cargo público al servicio de la corona (en contraposición a la nobleza tradicional, llamada nobleza de espada). El recién nacido fue bautizado con los nombres de Charles Geneviève Louise Auguste Andrée Timothée (es decir, Carlos Genoveva Luisa Augusto Andrea Timoteo). Llama poderosamente la atención que la criatura recibiera tres nombres masculinos y tres nombres femeninos, cuando para todo el mundo era un niño y no una niña.
En 1743 comenzó sus estudios en su localidad natal, aunque pronto viajó a París a estudiar leyes en el prestigioso Colegio Mazarino. Con sólo 20 años se convirtió en un brillante abogado tras graduarse con excelentes calificaciones, y empezó a trabajar como letrado en el Parlamento de París. Tenía aficiones literarias, por lo que comenzó a colaborar en la revista " L'année littéraire", que se enfrentaba a los enciclopedistas, y publicó un ensayo llamado " Consideraciones Históricas y Políticas ". Dicho ensayo llamó la atención del rey, que le nombró Censor Real para la Historia y las Bellas Artes.
El joven Beaumont no sólo dedicaba su tiempo a las leyes. También se convirtió en un experto esgrimista y en un hábil jinete, cualidades que le vendrían muy bien en el futuro. A lo que no dedicaba su tiempo era a las mujeres, pues su apatía hacia el sexo opuesto era total. Este hecho, junto a que no tuviera vello facial y que poseyera algunos rasgos femeninos, no llamaba demasiado la atención, pues se pensaba que era un joven remilgado más de los muchos que poblaban París en aquel entonces. Lo que sí llamó la atención fue su ingenio y elegancia, lo que hizo que el príncipe de Conti lo introdujera en Le secret du roi ("el secreto del rey", también llamado "Gabinete Negro"), una especie de gabinete en la sombra que hacía misiones de espionaje para el rey. Beaumont acababa de convertirse en espía al servicio de Luis XV.
La primera misión que se le encomendó a Beaumont fue introducirse en la corte de la zarina de Rusia Isabel I Petrovna y ganarse su confianza. Francia deseaba una alianza con Rusia, pero se encontraba con las reticencias del Primer Ministro ruso. Introducirse en el círculo íntimo de la zarina era imposible para un hombre, por lo que se decidió que Beaumont fuera a la corte vestido de mujer y haciéndose llamar Mademoiselle Lía de Beaumont. Gracias a sus exquisitas maneras y su gracia, la señorita Beaumont se ganó la confianza de la zarina y pronto se convirtió en su lectora. Esa cercanía con la soberana le permitió influir para que el Primer Ministro fuera destituido y sustituido por otro más proclive a aliarse con Francia.
El éxito de la misión fue tal que Luis XV le hizo regresar a Francia y le encomendó otras misiones. Pero al poco tiempo volvió a enviarlo a Rusia, sólo que esta vez vestido de hombre y presentándose como el hermano de la señorita Lía de Beaumont, que tan grato recuerdo había dejado en la zarina. Esto le permitió volver a ganarse su confianza. No se conoce ningún caso en que un mismo agente realizara sucesivamente dos misiones en el mismo lugar, una vestida de mujer y otra de hombre, y que ambas tuvieran éxito. No obstante, empezaron a extenderse por París rumores acerca de su sexualidad. Beaumont había interpretado su papel femenino muy bien; demasiado bien, de hecho. Además, no se le conocían conquistas femeninas, cuando pasaba por ser un hombre apuesto y de buena posición.
Sin embargo, esos rumores no llegaban hasta la lejana Rusia. Beaumont estuvo en la corte de los zares hasta 1760, en que volvió a Francia y el rey le nombró capitán de Dragones. Acababa de convertirse en militar, algo que parece ser que le apetecía mucho. Estaba en marcha la Guerra de los Siete Años, considerado el primer conflicto global de la Historia, y el capitán Beaumont marchó a la guerra contra Inglaterra. Participó en algunas batallas, fue herida en varias ocasiones y acreditó sobradamente su valor, coraje y valentía. Regresó a Francia, donde el rey le concedió la más alta condecoración militar francesa: La Cruz de la Orden de San Luis. Desde entonces se convirtió en el Chevalier d'Éon, con una pensión de 12.000 libras anuales; y lo que es más importante, los rumores acerca de su feminidad cesaron.
Beaumont era más útil en misiones diplomáticas y de espionaje que en el frente, así que en 1762 es enviado a Londres en calidad de Ministro Plenipotenciario. Se estaba negociando la paz con Inglaterra, de modo que su papel allí era no sólo diplomático, sino también de espionaje. De este modo, y según la misión que deba llevar a cabo, Beaumont se presentaba bajo el aspecto de hombre o mujer, y documentos de la embajada revelaban que compraba en secreto corsés femeninos. Esta ambigüedad llevó a que los ingleses empezaran a cruzar apuestas sobre su verdadero sexo, apuestas que en 1771 ascendían a la astronómica cifra de 300.000 libras.
La extraña personalidad de Beaumont llega a oídos de Giacomo Casanova, que le hizo una visita en Londres. Tras salir de la entrevista, el aventurero veneciano declaró que sin lugar a dudas Beaumont era una mujer. Pero el mayor problema para él era que no le caía bien a Madame de Pompadour, la amante del rey. Ésta nombró un nuevo embajador en Londres, el conde de Guerchy, que trató por todos los medios de hacerle la vida imposible a Beaumont. Guerchy contrató a un libelista, que publicó varios panfletos acerca de la ambigüedad sexual de Beaumont, como que no le había salido barba a pesar de tener más de 40 años (cosa que era verdad) o que aprovechaba las libertades inglesas para travestirse.
Todo esto hizo que Luis XV le retirara la pensión de la que disfrutaba. Beaumont, furioso, publicó en Ámsterdam una obra llamada " " y " Divertimentos del caballero d'Éon sobre varios asuntos de gobierno", donde revelaba secretos diplomáticos franceses. Las alarmas saltaron en Versalles, pues Beaumont tenía muchos más documentos secretos. El encargado de negociar con él fue nada menos que Pierre-Augustin de Beaumarchais, autor entre otras obras de " El barbero de SevillaLas bodas de Fígaro" (las versiones teatrales, no las óperas). Tras arduas negociaciones, Beaumarchais consiguió que le devolviera los documentos que tenía en su poder, que Beaumont declarara que en realidad era una mujer (declaración que fue confirmada por varios médicos franceses enviados al efecto), y que su familia había decidido educarla como un hombre para que pudiera heredar las tierras, títulos y rentas de su padre.
A cambio de un acuerdo económico muy ventajoso para el caballero, Beaumont renunció a su carrera militar, se le retiró del servicio activo, se le obligó a residir en Londres y se le prohibió volver a Francia a no ser que fuera vestido de mujer. Desde ese momento, pasó a llamarse Mademoiselle de Beaumont y a vestirse y actuar de acuerdo con el sexo declarado, aunque sin renunciar a las insignias conseguidas por sus servicios a la corona (entre ellas la Cruz de la Orden de San Luis). Las apuestas que se llevaban haciendo en Londres sobre el auténtico sexo de Beaumont se pagaron de inmediato. Todo parecía zanjado, y el asunto empezó a olvidarse.
El exilio y la sorpresa final
En 1774 muere Luis XV y le sucede su nieto Luis XVI. Beaumont se presentó entonces en Francia vestido de capitán de dragones, dispuesto a que le pagaran todos los atrasos y se le reconociera como hombre. El nuevo rey, a instancias de sus ministros Maurepas y Vergennes, se negó en redondo y le renovó la prohibición de vestir como hombre mientras estuviera en Francia. Beaumont se tomó una sutil venganza, ya que cuando fue presentado a la nueva reina María Antonieta " hizo contrastar su vestido de cola larga y sus adornos femeninos con los modales y lenguaje propios de un granadero ", según se recoge en las memorias de Madame Campan, dama de la reina. Se retiró entonces a su localidad natal de Tonerre, siempre vestido como una dama.
Allí vivió una existencia sin sobresaltos hasta que, aburrido de su nueva vida, decidió trasladarse nuevamente a Londres en 1785. Allí renunció definitivamente a vestirse de hombre y vivió una vida de " Lady", hasta que el estallido de la Revolución Francesa en 1789 le privó de la pensión que cobraba. Hizo un intento de recuperarla declarando su simpatía hacia los revolucionarios, pero éstos siempre le consideraron un " emigrado " (nombre que se daba a los nobles realistas huidos de la Revolución). Tuvo que ganarse la vida haciendo uso de sus habilidades como esgrimista, retando a duelos de exhibición en los que siempre luchaba vestido de mujer. Sus penurias económicas le llevaron un año a prisión y pasó sus últimos años postrado en una cama a consecuencia de una grave caída.
Murió en Londres el 21 de mayo de 1810. Dos días después de su muerte le realizaron la autopsia, y los médicos revelaron que ¡en realidad era un hombre! La declaración de uno de los médicos dice: " Por la presente, yo certifico que he examinado y diseccionado el cuerpo del Caballero d'Éon y que he encontrado sobre ese cuerpo los órganos masculinos perfectamente formados desde todos los puntos de vista ". ¿Se confabularon estos médicos para decir que era del sexo masculino, o lo hicieron quizás los que le examinaron en 1774 y declararon que era una mujer? ¿Por qué declararía el propio interesado que era una mujer si en realidad era un hombre? A día de hoy, el verdadero sexo de Charles de Beaumont continúa siendo un misterio.
Hay quien afirma que Beaumont era un caso extraño de hermafroditismo y que no tenía claro cuál era su verdadero sexo. En cualquier caso, fue un adelantado a su tiempo que exhibió su ambigua sexualidad sin tapujos en una época de grandes prejuicios morales. Su ejemplo sirvió para que el sexólogo Havelock Ellis, a principios del siglo XX, estableciera una identidad sexual "intermedia" distinta de la homosexualidad. Asimismo, y en homenaje al Caballero d'Éon, bautizó con el nombre de Eonismo a la tendencia a vestirse con ropas del sexo opuesto, y a la alteración de conducta que eso conlleva.