Debería plasmar mi opinión sobre «Historia de dos ciudades», primer libro de Charles Dickens que ha caído en mis manos. Debería. Si tuviese una opinión clara sobre él. Pero vayamos por partes.
Nunca he participado en una Lectura Conjunta hasta que The Source Of Freedom propuso al autor inglés, por el cual tenía curiosidad desde hacía bastante tiempo y apuntarme me pareció una buena excusa para saciar dicha curiosidad. En las estanterías solamente había un libro suyo – «Historia de dos ciudades» – y lo escogí por comodidad.
Lo empecé una semana en la que apenas tenía tiempo para dedicarle a la lectura y, para más inri, cuando cogía el libro mi cabeza andaba a mil cosas a la vez. Nada grave ni serio, no han sido unos días bajos ni nada por el estilo. Simplemente no tenía la mente receptiva para meterme de lleno en una historia de ficción. Hay veces que aunque no tenga tiempo aprovecho y disfruto cada minuto que puedo leer. En este caso ya me daba pereza abrir el libro.
No puedo culpar a Dickens. El libro me estaba gustando pero algo fallaba. No conseguía engancharme lo suficiente. Lo dejé aparcado y cogí otro libro, el cual devoré rápido («Hitler adolescente 1889-1903» El segundo libro de la saga «El joven Hitler» escrita por Javier Cosnava.) Descartada, entonces, una crisis lectora.
No puedo hablar en detalle de «Historia de dos ciudades» porque apenas me he enterado de nada. No porque sea un libro complejo o demasiado intelectualoide para mí, no. Porque durante la mayoría del tiempo he estado muy, muy dispersa y sólo me han quedado cuatro cosas sobre la historia.
Al acabarlo agregué al kindle «Oliver Twist». Sí, soy así de cabezota. Me negaba a acabar mal con Dickens. Y… en fin, otro fiasco. Empecé muy bien, mejor que con el anterior. Pero al ir pasando las páginas Doña Pereza se volvía a apoderar de mi cuerpo e hice algo que nunca he hecho: saltar páginas e incluso algún capítulo entero para ver si enganchaba en algún otro punto. Nope. Desistí. Abandoné. Me siento mal abandonando un libro porque he leído otros mucho peores de cabo a rabo.
Si ambos libros me hubiesen parecido un tostón infumable, lo diría sin problemas. Pero no es el caso. No sé qué me ha pasado con Dickens. Me recuerda, si me permitís la comparación tonta, a ESTE Sweeney Todd. Un personaje que lo tenía todo para ser añadido a mi pequeña lista de tíosbuenos: me gusta su voz cantando, la ropa, es un asesino despiadado, etc pero hay algo, todavía no sé el qué, que lo hace quedarse a las puertas.
Pues puedo decir que con Dickens es igual: el argumento de ambas historias me gustaron, la forma de narrarlas también, no se me hacía pesado, denso ni aburrido. Entonces ¿qué? ¿¡QUÉ!? Me inclino por la opción de que no era el momento adecuado para darle una oportunidad. No suelo planear mis lecturas, escojo el libro antes de acomodarme y quizá ha sido eso, forzarlo. Coger «Historia de dos ciudades» sin que me estuviese haciendo ojitos.
Hubiese preferido detestar el libro. Ponerlo a parir. Hablar mal de un clásico. Que se me echasen encima todos los fans del autor. Mejor todo eso a quedarme con una sensación que no logro describir y ni siquiera entiendo.
Algún día lo volveré a intentar. Algún día…
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