El año 2012 fue conocido por el mundillo literario, como el bicentenario de Charles Dickens (1812- 1870). Durante todo ese año, Jorge Ordaz fue publicando diversos artículos en su blog, Obiter Dicta, a cada cual más interesante. Dickens es archiconocido por obras como Cuento de Navidad, Oliver Twist, Grandes esperanzas o David Copperfield. La mayoría de sus obras han sido adaptadas al cine, mientras que nos habla de la pobreza, los buenos valores, de la vida y la muerte. Dickens invento "el libro navideño" con Cuento de Navidad (o canción de Navidad) con un tétrico Scrooge como protagonista.
En todas las obras de Dickens, aparte de tener un súper protagonista, siempre encontraremos muchos y variados personajes secundarios, a los que igualmente tomaremos carió. En sus obras se habla de valores, de la pobreza y la riqueza, los malos son muy malos y los buenos son muy buenos.
Un dato curioso en la vida de este hombre,es que el 9 de Junio de 1865, iba Dickens con su madre y su amante de incógnito en un tren que iba a Londres. Dicho tren descarriló y fue el propio escritor quién se puso a salvar vidas. Su máxima preocupación era que no saliera a la luz la identidad de sus acampoñanates, sobretodo, la de su joven amante. Curiosamente, cinco años después del accidente, el corazón de Dickens dejaba de latir por culpa de una apoplejía.
A Charles (por no gastarle tanto el apellido) le encantaban los perros, a poder ser los grandes, y eso se nota en sus obras, ya que es frecuente encontrarse con personajes y su perro. Otra de sus aficiones era el teatro, eso sí, amateur. Se cuenta que en la noche de reyes de 1855 ofreció una obra en la que involucró a familiares y amigos, entre ellos, el escritor Wilkie Collins. Dicen que Dickens no lo hacía nada mal, y es en estas representaciones donde conoció a su amante, la joven actriz Ellen Ternan. A mí personalemnte, me gusta mucho Dickens. Sus obras representan mundos muy duros donde los personajes tienen que aguantar la tiranía de sus amos. Al final, suele vencer el bien, aunque durante el camino haya sudor y lagrimas.
Al fin y al cabo, la vida, piensa Dickens, no deja de ser un espectáculo admirable.