Charles Darwin y Sir Arthur Conan Doyle
La época victoriana, infame por encabezar a la humanidad con problemas de explosión demográfica y pobreza, fue testigo, sin embargo, de un auge de la magnificencia literaria. El precursor de tal erudición en Londres fue quizás el conocido escritor de ficción y escritor satírico Charles Dickens. Dickens, un genio de la palabra con talento para la dramaturgia, tocó la fibra sensible de sus lectores en virtud de su conspicuo sentimentalismo. Mientras crecía endeudado en una sociedad degenerada, se dice que su trabajo reflejaba sus experiencias. Curiosamente, la vida del siguiente autor en cuestión parece haberse inspirado en la ficción dickensiana. Sir Arthur Conan Doyle, un niño pequeño en el momento en que Dickens falleció, tenía un padre alcohólico y un hogar asolado por la pobreza. Sin embargo, encontró oro cuando algunos familiares influyentes de los Conan Doyle decidieron apoyar al joven Arthur para completar su educación. Al igual que Dickens, Conan Doyle era un crítico social acérrimo y un activista devoto.
A pesar de sus experiencias, motivaciones e inspiraciones similares, sus estilos de escritura contrastan fuertemente. Dickens, inspirado en gran medida por su permanencia en el teatro y el drama, dio gran importancia a las emociones y a los detalles. Utilizó su exuberante vocabulario para pintar las condiciones picarescas que siempre fueron representadas en sus obras. Novelas como Bleak House y Tale of Two Cities, son dos ejemplos increíbles de la capacidad de Dickens para apretar al lector en un torbellino de absurdo. Maestro con sus palabras, creó bonitas frases que fluían rítmicamente, tomándose su tiempo para avanzar hacia la narración propiamente dicha. En contra de Dickens, que prefería andar con rodeos, antes de dar la historia a sus lectores, Conan Doyle, al parecer, prefirió mantener las complejidades de la trama inherente. Limitando sus detalles a lo que los lectores necesitaban saber, dejó que su historia se desarrollara como un dominó. Las crónicas de Sherlock Holmes y el Dr. Watson, probablemente los personajes más ilustres desarrollados por él, representan la asombrosa capacidad de Conan Doyle para hacer lógica de cosas que pueden parecer insustanciales. Una simple lectura comparativa de sus dos obras revelaría esta diferencia evidente en sus estilos de escritura. La prosa de Dickens, es más dramatizada, muy parecida a la palabra hablada, mientras que Conan Doyle mantiene la brevedad a través de su obra, pero tampoco elude la opulencia en su lenguaje.
Ambos escritores, eminentes por crear algunos de los personajes de ficción más inolvidables, también son conocidos por su tendencia a desafiar las normas gramaticales con el propósito de crear impresiones duraderas en sus lectores. A Dickens le gustaba escribir frases largas e innecesarias que creaban la impresión de una interpretación de palabra hablada, a veces cruzando la línea hasta la incoherencia. Conan Doyle escribió frases de voz pasiva, que suenan vagas, para crear un diálogo más dramatizado entre sus personajes.
Charles Dickens y Sir Arthur Conan Doyle, ambos víctimas de la privación en sus primeros años, trabajaron para documentar las condiciones imperantes en su época, ya sea a través de sus obras o más allá. Aunque sus obras son muy diferentes en cuanto a las intensidades del romanticismo, el idealismo y la moralidad, ambas han logrado conseguir lugares permanentes por derecho propio. Ya sea la excelencia literaria o el activismo social, Dickens y Conan Doyle son estímulos para las energías creativas de hoy y de las generaciones venideras.