AL DESTINO
Siempre fuiste para mí más real que Dios.
Montando el atrezo de una tragedia,
martilleando los clavos
con solo unos pocos amigos invitados a mirar.
Solo para parecer cercano hiciste coja a una chica guapa
y arrollaste a un niño con una moto.
Se me ocurren un millón de ejemplos similares.
Lo dicho: cómo ambos nos seguimos encontrando.
La máquina de chicles que predice el futuro en Chinatown
puede que tenga la respuesta, una vieja
y chirriante puerta abriéndose en una película de terror,
un paquete de cartas que olvidé en una playa.
Puedo sentir cómo te acurrucas a mi lado por la noche,
con tu aliento caliente -tus manos frías-,
y yo, como si fuera un piano antiguo colgado
de una ventana al extremo de una soga.
EL PROPIETARIO AUSENTE
Seguro, lo podría poner más fácilen lo que respecta a las preguntassobre dónde se encuentra,frenando nuestras locas especulacionessilenciando nuestras voces airadas,
y no dejarnos soloscon ese curioso sentimientoque a veces tenemosde que hay un propósito elevadoen nuestra vida aquídonde nada funcionay todo necesita arreglo.
Lo mínimo sería un cartel:AUSENTE POR NEGOCIOSpara que pudiéramos verlo,en el cementerio, donde nos cobra la renta,o en el cielo nocturno,donde le dirigimos nuestras quejas.
Charles Simic. Mi séquito silencioso. Vaso Roto Ediciones, febrero 2014. De la traducción: Antonio Albors. Dibujo de portada: Víctor Ramírez.