Lester Young, uno de mis grandes ídolos (y por aquel entonces el de Charlie Parker), era el saxo tenor solista de la orquesta de Count Basie, que por esa época grababa un disco al mes con la Decca.
Charlie compraba cada disco en cuanto salía. Solamente le interesaba el solo de Lester, que (Basie lo sabía mejor que nadie) era obligatorio en cada pieza que tocara la orquesta.
Lester Young en la orquesta de Count Basie. Lady Be Good. No quisiera perder el hilo de mi relato,
pero, por favor, escuchad el solo de Lester Young desde 0:41 hasta 2:02.
Aparenta una enorme facilidad y despreocupación. Es puro oficio, pura técnica y pura sabiduría armónica.
(Por cierto: El batería es Jo Jones, quien le tiró el platillo a Charlie Parker).
Charlie tenía los surcos de los solos (especialmente el de Lady Be Good) rayados y desgastados. Los escuchaba constantemente y los tocaba ya de memoria.
Dos músicos amigos y benefactores de Charlie le consiguieron un trabajo de verano en los Ozarks. Era en una orquesta de baile, no muy exigente técnicamente, pero en la que iba a aprender el oficio.
Para tocar en esa orquesta (como en cualquiera) había que saber leer las partituras, porque el director podía aparecer cualquier día con una obra o un arreglo nuevos y, aunque fueran muy sencillos, había que tocarlos a la primera.
Sus dos amigos le enseñaron a "leer los papeles", y también le daban clases diarias de armonía. Se pasaba el día estudiando y practicando, y por la noche tocaba con la orquesta en la sala de fiestas. Le enseñaron las tríadas mayores y el ciclo de quintas. Era algo muy aburrido y mecánico, pero Charlie notaba que eran las piezas que le faltaban para que, por fin, le encajara todo.
También sus amigos escuchaban con él los solos de Lester Young. Ponían los discos a poca velocidad, y aunque los solos se escuchaban demasiado graves, se apreciaban perfectamente los vibratos, los trinos y todos esos matices de tono (susurros, cánticos, parrafadas...) que hacían que la música fluyera como si Lester te estuviera contando una historia.
Charlie aprendió a relajar las mejillas como Lester, a conducir la columna de aire desde la boca de su estómago hasta el extremo de la campana del saxo, y a empujar con la garganta, con la tripa y con el culo.
Charlie tocaba con músicos mucho menos importantes que su admirado Lester Young, pero competentes y muy profesionales. Aprendió cada gesto, cada truco. Charlie, que jamás había tenido profesor, ahora tenía varios a la vez. Y los aprovechó.
Su febril trabajo de siempre no sólo mantuvo la intensidad, sino que la acrecentó, porque encontraba tesoros en cada momento, en cada tresillo, en cada punteado, en cada nota tenida.
En 1939, con diecinueve años de edad, ya era un músico muy bueno; tan bueno que se fue a Nueva York y se presentó en el club donde estaba tocando el celestial Art Tatum para que le contrataran. Le contrataron, sí, pero como lavaplatos. (No habían sido esos sus planes exactamente, pero al menos disfrutó cada noche de la música del gran pianista).
No hace falta seguir con más detalles. A estas alturas ya supondréis que con ese talento natural y ese concienzudo y feroz trabajo iba a llegar muy lejos. En efecto: A partir de 1940 empezó a destacar y tuvo una ascensión fulgurante. Llegó a ser uno de los grandes. Llegó a tocar y a grabar con Lester Young, pero eso, que podría parecer una meta, fue sólo el principio. En muchos aspectos superó a su ídolo.
Lo que me interesa resaltar, y ya lo he dicho varias veces, es que fue precisamente la ignorancia de Charlie Parker la que le hizo explorar caminos nuevos, probar tonalidades inusuales, buscar armonías disonantes. Y, gracias a su curiosidad, a su trabajo, a su tesón y a su pasión, esa ignorancia inicial se convirtió en conocimiento y en sabiduría. El nuevo sonido que encontró Charlie Parker -con su nueva forma de armonía- hizo que el jazz diera un paso de gigante: el bebop.
Para muchos (entre ellos para el autor de la entrada de la wikipedia que acabo de poner), el bebop salvó al jazz. Fue una revolución, una nueva forma, más sofisticada e intelectual, que sacó al jazz de su reducto de "música de entretenimiento" (bendita sea la música de entretenimiento) y lo elevó a los cenáculos intelectuales y a los conservatorios.
(Yo aquí veo al músico de jazz con perilla, y con una boina o con un sombrero plano, tocando en algún club muy selecto de París o de Copenhague. No sé si me explico).
Cuando era un muchacho se habían burlado de él por tocar melodía sin saber nada de armonía. Charlie se vengó de verdad haciendo una música caracterizada por sus frenéticos solos armónicos más que melódicos.
Os pongo una muestra:
Hay un frenesí, una prisa, una urgencia inexplicable. ¿Por qué? Por mero alarde, tal vez. Sí, en parte, pero también por la propia necesidad de encontrar algo.
El relato de Cortázar se titula "El Perseguidor". Es eso: Con su música persiguen algo, ¿pero qué? En todo caso, parece que es algo que no son capaces de encontrar.
Tras una introducción rápida y picoteante del piano (8 segundos), los vientos enuncian el tema, que es áspero y exigente y que se deshace en el segundo 37, en el que Parker comienza a construir un solo hasta 2:08, un minuto y medio de alarde, pero también de lucha; de seguridad, pero también de búsqueda. De persecución, de entropía, de lucha contra la naturaleza y contra la muerte.
Es El Sentimiento Trágico de la Música. Es una oración a un dios desconocido. Es un grito desgarrador, de una horrible belleza, de una fascinación crudelísima.
En el año 1954 se le murió una hija de neumonía. Su desastrosa situación familiar y personal, su carencia de dinero para la atención médica de su hija, el hundimiento de todo lo que amaba y su incapacidad para hacer nada por corregirlo le llevaron a dos suicidios frustrados.
Al año siguiente murió de un ataque al corazón. Tenía treinta y cuatro años de edad, pero cualquiera que no le conociese le habría echado cincuenta y muchos o sesenta.
Valga como levísimo (o no tan levísimo) consuelo que murió de un ataque de risa viendo en la televisión a un malabarista "torpe" que lanzaba al aire ladrillos que le caían encima. Charlie rompió en carcajadas y en medio de una de ellas le estalló el corazón.
A Charlie Parker le apodaban Bird (Pájaro), y, por eso mismo, a su composición más brillante y más compleja la llamó Ornithology (Ornitología, Tratado sobre los pájaros).
Escuchadla. Podríamos tomarla como una especie de autobiografía o de autopsicoanálisis.
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