Charlie y la Fábrica de Chocolate……………………………………………………………………….….......................La biblioteca de mi colegio nunca fue gran cosa. Se trataba de una habitación rectangular, con barrotes en las ventanas, un único ordenador y libros bastante viejos embutidos en cuatro estanterías que ocupaban, por completo, solo una de las cuatro paredes. En medio de la sala había un montón de mesas y sillas verdes, de esas estándar que hay en todos los centros públicos, formando un enorme rectángulo que ocupaba casi todo el espacio. Situada junto a la secretaría y al despacho del director, su puerta permanecía siempre cerrada y nadie podía entrar sin ir acompañado por un profesor.
Las restricciones en el acceso se debían a la falta de interés que el centro tenía porque nosotros quisiésemos sacar libros. Si no podíamos entrar tampoco los obligábamos a que pusieran a un profesor, que de mala gana, tuviera que hacerse cargo de llevar un control sobre los libros en préstamo.
Las únicas veces que se le daba uso a esa sala con libros a la que llamaban "biblioteca", era para tres cosas: dar aburridas charlas educativas a grupos reducidos, meter allí a los alumnos con los que no sabían qué hacer hasta la siguiente clase o llevar a los de los últimos cursos para que, por primera vez, sacaran prestado un libro.
Se suponía que los de último curso teníamos ya la edad suficiente para ser capaces de leer un libro. En vez de integrar desde pequeños los libros en nuestro aprendizaje, enseñarnos a movernos por una biblioteca y a conocer los autores más adecuados para nuestra edad era mejor soltarnos allí de pronto. Recuerdo que nos llevaron por tandas porque la habitación era demasiado pequeña para alberganos a los veinticinco que éramos. Nos dieron un tiempo limitado y nos dijeron que mirásemos las estanterías y que cogiéramos el libro que quisiéramos.
Estuve largo rato recorriendo las baldas de cada estanterías sin que ninguno de los títulos o nombres que leía en los lomos me dijeran nada. Abajo, muy abajo, casi al ras del suelo vi un título que me llamó la atención: Charlie y la Fábrica de Chocolate de Roald Dahl. No era un libro demasiado grueso ni demasiado bonito, los dibujos que venían dentro y en su portada eran en blanco y negro. Se trataba de una edición muy vieja de Alfaguara, de esas de bordes anaranjados que seguro que habéis visto alguna vez. Hojeé la primeras páginas y leí la contraportada para saber de que iba. Ponía que era del mismo autor de Matilda, conocida por la película que de ella se hizo con el mismo título estrenada en 1996 con Danny DeVito y Mara Wilson que tantas veces han puesto en televisión.Finalmente me lo llevé a casa. Nunca antes había leído nada de ese autor pero tanto me gustó Charlie y la Fábrica de Chocolate que cuando lo terminé solo tuve ganas de más. Las siguientes veces que nos llevaron a la "biblioteca" me saqué todos los libros que encontré de este autor, que solo fueron tres. Aún así leí unos cuantos más por mi cuenta.
La historia de Charlie es muy entretenida de principio a fin. Su extraordinaria situación familiar, su extrema pobreza, su fortaleza ante las adversidades y la gran oportunidad que la vida luego le brinda me atraparon y entretuvieron enormemente. ¿Qué niño que ha sufrido en mayor o menor medida adversidades, como la pobreza, no sueña con una fábrica llena de golosinas que lo alejen de toda penuria y le hagan vivir cosas qué jamás creía posibles?
Es una obra infantil sumamente recomendable a la que Tim Burton supo hacer justicia con su adaptación al cine en 2005, donde aparecía un excéntrico Willy Wonka interpretado por el conocidísimo Johnny Depp. Aunque no es la primera vez que el libro de Dahl era llevado a la gran pantalla (1971), si fue la primera que consiguió captar al público de todas las edades.Puede que a muchos les sorprenda saber que la primera opción para hacer de Willy Wonka no fue Depp. Tim Burton años atrás acordó con el músico Marilyn Manson que el papel sería suyo pero este controvertido personaje no era del agrado de la distribuidora que presionó a Burton para que escogiera a otro. En mi opinión fue lo mejor, quizás el director le debería haber prometido otro personaje más tétrico y menos orientado hacia un público infantil como Eduardo Manostijeras o Sweeney Todd.
Aunque todos los libros de Roald Dahl me parecieron geniales y muy divertidos también debo admitir que sus historias suelen ser algo crudas para un crío. Al igual que los clásicos de los hermanos Grimm, sus libros esconden cierta oscuridad y aspectos algo macabros que seguramente un niño o bien no entienda o puedan dejarlo un poco impactado. Sin embargo, los recomiendo encarecidamente y les digo a los padres que no sean tontos y les hagan conocer a este gran autor.
Si te gustó la película de Charlie y la Fábrica de Chocolate hazte con un ejemplar de la más dulce de las novelas.
Título: Charlie y la Fábrica de ChocolateAutor: Dahl, RoadGénero: Literatura Infantil, Literatura Fantástica, FicciónIlustrador: Quentin BlakeEditorial: AlfaguaraAño: 1964Idioma: EspañolIdioma Original: Inglés
Argumento: Charlie Bucket es un niño que vive con sus padres y sus abuelos maternos y paternos en una casita. Son pobres y pasan hambre y más cuando su padre es despedido de su trabajo. Charlie y su abuelo Joe sueñan con visitar la Fábrica de chocolate Wonka que lleva años cerrada. Y el sueño se hará realidad. Willy Wonka, dueño de la fábrica, pone en circulación dentro de sus tabletas de chocolate, cinco billetes dorados. Estos billetes permitirán, a los cinco niños o niñas que los encuentren, visitar la fábrica, llevarse un cargamento de chocolates y golosinas de por vida y, al ganador, recibir un premio muy especial.