Claro que dios creó al hombre antes que a la mujer. Uno tiene que hacer un borrador antes de realizar la obra maestra. (Anónimo)
Hoy hace doscientos tres años que murió la poeta y novelista inglesa Charlotte Turner (1749-1806), quien ejerció una importante influencia en los escritores románticos (aunque apenas se la menciona cuando se estudia este periodo, menuda novedad).
Cuando tenía tan solo quince años, la autora fue obligada a casarse con Benjamin Smith, definiendo ella misma su matrimonio como “una forma legal de prostitución”. Fue maltratada por él física y psicológicamente. Este lamentable personaje con el que se había casado, hijo de un rico mercader de la India, pronto se descubrió como un estafador que acabó en la prisión de morosos –descrita en muchas novelas de Charles Dickens, pues el padre de éste fue encarcelado en la de Marshalsea-, siendo entonces cuando ella se dedicó a escribir para mantener a sus doce hijos, convirtiéndose en una de las figuras literarias más populares de la Inglaterra del siglo XVIII. Contribuyó con sus poemas al renacimiento del soneto, en desuso desde el siglo XVI, y fue muy admirada por poetas tan importantes como Wordsworth o Coleridge. También escribió novelas de estilo gótico
Apasionada de la Revolución Francesa –aunque crítica con la virulencia de esta- y de Mary Wollstonecraft, autora de Vindicación de los derechos de la mujer, su casa llegó a convertirse en un refugio de intelectuales radicales.
Un famoso –y largo- episodio de la vida de Charlotte Turner fue un juicio que duró nada más y nada menos que treinta y seis años y en el que parece que se inspiró Charles Dickens para su novela Casa desolada. Sabiendo lo buena pieza que era su hijo, su suegro le dejó a ella una gran fortuna que la autora nunca llegó a disfrutar porque fue demandada por Benjamin Smith, su marido, quien quería quedarse el dinero de su padre. Charlotte Turner tuvo que gastarse todo lo que tenía en este juicio, que no fue visto para sentencia hasta 1813, siete años después de que ella muriese en la pobreza y con mucho miedo de acabar también en la prisión de morosos.
Stuart Currant, editor de los textos de Charlotte Turner, ha dicho de ella que es “la primera de todos los poetas ingleses que, en retrospectiva, puede considerarse romántica”. A mediados del siglo XIX, Charlotte Turner empezó a ser olvidada. Afortunadamente, desde finales del siglo XX sus textos vuelven a estar al alcance de todo el mundo gracias a las reediciones promovidas por académicas interesadas en la historia de las mujeres, la novela gótica y social y los estudios postcoloniales.
Con esta pincelada a lo mejor se despierta también el interés de otras personas que aún no conocían a esta prolífica e importante autora.