"Perdido entre el inmenso verdor de los Pirineos Orientales y a tan sólo 10 minutos de Puigcerdá y cerca de uno de sus numerosos pueblos, Enveigt, alejado del ruido, de la polución y del estrés nos encontramos con el encantador Château de Brangoly, un refugio situado a 1.520 metros de altura, capaz de conquistarte al primer vistazo gracias a un paisaje incomparable, una sorprendente cocina gourmet y una hospitalidad y calidez únicas. ¿Te vienes a descubrirlo?"
A tan solo una hora y media de Barcelona, el delicado Château de Brangoly, que data del siglo XVIII y está situado sobre una antigua ruta Templaria, te recibirá con los brazos abiertos en un paraje apartado y excepcional en el corazón de la frondosa Cerdanya, al que podrás acceder en coche desde el pueblo de Enveigt. A pesar de que creas haberte perdido, la ruta hacia este tradicional château francés te llevará por un camino de tierra poblado de árboles a ambos lados y es que su excepcional localización, alejada del tránsito, de los ruidos y con el sonido del viento y el cantar de los pájaros como únicos compañeros de viaje, lo requiere.Entre los muros de piedra de esta pequeña fortaleza, que esconde verdaderas historias de nobles y campos feudales, vivirás una experiencia única. Cualquiera de sus seis habitaciones -5 Suites y 1 Superior- y su recién inaugurado apartamento “ Le Petit Cháteu”, con capacidad para 4 personas; cuenta con dos habitaciones dobles, baño, salón con chimenea, cocina totalmente equipada y acceso directo al jardín de uso privado, desde el cual poder disfrutar de las magníficas vistas al pequeño Valle de Brangoly. Con una decoración exquisita, el hotel ofrece todas las comodidades necesarias para una experiencia perfecta: baño equipado, sofás, equipo de música y DVD, televisión y wifi gratuito en todas las estancias, también disponible en los exteriores de la casa. El estilo del hotel combina la madera y la piedra, aportando el toque rústico y cálido de esta clase de refugios, con los tonos blancos y negros de las paredes. Las piezas ornamentales que mezclan cristales, toques dorados, también las pieles y tejidos cálidos de los sofás y cojines y los cuadros y alfombras de alegres colores que pueden encontrarse por todo el hotel ayudan a crear un ambiente afable, chic y relajado que invita al descanso y la relajación.Las enormes chimeneas situadas en los dos salones del château, uno de ellos también destinado a comedor, abrigarán a los visitantes en las frías noches de otoño e invierno. Las salas servirán de punto de encuentro a los huéspedes que podrán sentarse a leer un libro, o simplemente de una buena conversación al calor del fuego.Brangoly se convierte en el lugar ideal para escapar de la ciudad y contemplar los magníficos colores del otoño en la Cerdanya, desde la pequeña terraza que domina todo el paisaje circundante. El jardín situado junto al hotel también podrá servir como escenario para todo tipo de celebraciones y los valles y campos circundantes, pertenecientes a la finca, harán las delicias de los aficionados a la micología.Aunque aquí no termina ni mucho menos la visita, la excepcional situación del Château de Brangoly permite que los huéspedes puedan gozar de la ruta del train jaune, famosa en la zona, y que recorre los valles, montañas y puentes más bellos de los Pirineos, o la de los Dólmenes en la Cerdaña, entre los que se encuentra el famoso Dolmen de Brangoly, teniendo la posibilidad además de elegir entre otras numerosas rutas de trekking. Los amantes de los deportes de invierno, también están de suerte y es que las estaciones de esquí de Portè Puymorens, La Molina o Font-Romeu se encuentran muy cerca de la zona, así como la estación de Grand Valira, a solo media hora del hotel.La visita a las Termas de Dorres o a la capilla de Belloc, los paseos a caballo o la cercanía a ciudades y pueblos como Puigcerdà o Villefranche de Conflent, son otras de las múltiples opciones que el cliente tendrá a su disposición durante la estadía en Brangoly, así como la cercanía de Andorra la Vella, a 45 minutos en coche, para ir de compras.Para completar la estancia, nada como saborear los deliciosos platillos salidos de la cocina del hotel que seguro sorprenderán a cualquier amante de la gastronomía de más alta calidad. Los productos frescos y de temporada son el sello de un menú con el que podrán deleitarse tanto los huéspedes del hotel como aquellos que quieran acercarse a cenar al château y mientras el número de mesas lo permita. La crema suave de boniato y castañas con foie caramelizado, el delicioso arroz de montaña con setas de temporada o la hamburguesa de atún con verduritas, gengibre y parmentier de remolacha y para los más golosos el sablé glaseado con crema de limón o el pastel de naranja con chocolate y mousse de yogurt de la Cerdaña, toda la reposteria y panes están hechos en el Châteu. Éstos son sólo algunos de los platos que harán las delicias de los comensales, que podrán disfrutar de una experiencia única e inolvidable.Revista Decoración
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