Sobresaliente y nostálgico homenaje a los años dorados de la radio
Sinopsis y ficha técnica
-Château Margaux
Juguete cómico-lírico en un acto
Música de MANUEL FERNÁNDEZ CABALLERO
Libreto de José Jackson Veyán, en versión libre de Lluís Pasqual
Edición de Miquel Ortega
Editorial Tritó de Barcelona (2012)
Estrenado en el Teatro Variedades de Madrid, el 5 de octubre de 1887
-La Viejecita
Zarzuela cómica en un acto
Música de MANUEL FERNÁNDEZ CABALLERO
Libreto de Miguel Echegaray, en versión libre de Lluís Pasqual
Edición de Emilio Casares
Ediciones Iberautor / Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2008
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela, el 30 de abril de 1897
Producción del Teatro Arriaga de Bilbao, Teatro Campoamor de Oviedo y Festival Grec de Barcelona
Un programa doble que reúne estas dos joyas de la zarzuela que Lluís Pasqual, su director de escena, transforma en un programa de radio. En esta propuesta, que desarrolla un nuevo relato teatral, Château Margaux forma parte de un concurso radiofónico en cuya emisión se escuchan los números musicales de la obra. Esta historia prosigue con La viejecita, que forma parte del espectáculo como si fuera una representación emitida asimismo en directo desde el estudio de radio. Sobre todo ello sobrevuela el ambiente de la radio española de los años cincuenta, al que Pasqual impregna de sus recuerdos de infancia, donde la zarzuela escuchada a través de las ondas fue su verdadera educación musical.
Dirección musicalMiquel OrtegaDirección de escenaLluís PasqualEscenografíaPaco AzorínVestuarioIsidre PrunésCoreografíaMontse Colomé
Reparto
JESÚS CASTEJÓN, RUTH INIESTA (días 25, 26, 29, 31, 1, 2, 5, 6 y 8), SARA BLANCH (días 30 y 7), BORJA QUIZA (días 25, 29, 31, 2, 6 y 8), RICARDO VELÁSQUEZ (días 26, 30, 1, 5 y 7), EMILIO SÁNCHEZ, ANTONIO TORRES, MIGUEL SOLA, LANDER IGLESIAS
Comentario previo
Horrores me ha costado escribir este artículo, ya no sólo por la habitual falta de tiempo, sino porque, encima, tampoco te lo ponen fácil. Dificilísimo es encontrar imágenes de esta producción (por supuesto, ni una en la web del teatro, y en Google, ya véis lo que he encontrado), y yo dudo que muchas de ellas sean del propio Teatro de la Zarzuela (aunque, al menos os aseguro que las fotografías elegidas representan bien lo que veréis allí).
Pues mi decisión está tomada, a partir de ahora, no me pienso matar en ello, a menos que lo merezcan desmesuradamente, más allá de cualquier otra consideración, si no me lo ponen fácil, crítica exprés y van que chutan.
Por lo demás, decir que hay amagos de mejora en ciertos aspectos en el teatro: aunque no han vuelto las decoraciones del vestíbulo, al menos sí que pusieron un cartel para ambientar, y un interesante aunque corto documental en vídeo sobre la primera soprano que cantó la viejecita. Algo es algo.
Tampoco hay que dejar de destacar los múltiples programas para acercar el género al gran público (y especialmente al más joven) que parece que se están desarrollando, cualquiera diría que el objetivo de la nueva dirección es precisamente abrir más el teatro… pero les queda mucho camino por recorrer de momento. También la nueva dirección está casi recién estrenada, así que habrá que darles un voto de confianza y a ver con qué nos encontramos.
Si lograran su objetivo, podrían llegar a convertirse en el teatro público por excelencia de la capital, y por extensión, de España… pero, ya se verá, de momento, todo son hipótesis.
En lo que no hace falta que mejoren, es en la atención al espectador, pues es perfecta: familiar, amable, encantadora… sólo halagos puedo dispensar a todos aquellos que trabajan de cara al público en este teatro, cuya simpatía y afabilidad se convierten en una razón más para acudir.
Eso y unas producciones que no suelen decepcionar; porque, a lo largo de las últimas críticas, a medida que las escribía, he estado haciendo balance de cómo han salido las programaciones de los distintos teatros esta temporada… y la del Teatro de la Zarzuela es de las que sale mejor parada.
Crítica
En la última crítica que publiqué, reprobaba (y múltiples comentaristas me dieron la razón) a los directores visionarios, que se creen más que los autores, y también hablaba del profundo hartazgo que me producía esa obsesión de muchos de ellos con el proselitismo y la visión sesgada… pues bien, Lluís Pasqual ha hecho algo de esto, y sin embargo, tengo que alabar su puesta en escena.
En el fondo, siempre he dicho lo mismo: no importa lo que hagas mientras funcione, sea académico o vanguardista, tiene que sostenerse… si consigues eso, todo está perdonado (por infame que sea lo que hagas; por poner un ejemplo, la película “Las hermanas Bolena”, basada en una novela totalmente alejada de la realidad histórica… que sin embargo, funcionaba magistralmente a nivel dramático, haciendo que su tergiversación execrable de los hechos verídicos resultara anecdótica y anodina, incluso para los más estrictos y amantes de la historia como yo).
Y aunque pueda apenarte perder por completo el libreto de “Château Margaux” (porque no deja de tener gracia que vivamos en una época de mitomanía absoluta por los compositores y como hicieron ellos las cosas en el estreno, de modo que pobre de aquel que se atreva a cambiar un detalle de la partitura original… es una desgracia que esto no se haya trasladado también a los libretistas y a cualquier dramaturgo en general), pues, lo mires como lo mires, por muy director de escena que seas, no tienes derecho a juzgar si es mejor o peor que lo que tú puedas hacer (y ya digo y adelanto, que la primera parte de esta producción, correspondiente a “Château Margaux” es bastante más lenta que la segunda, sin mencionar que el argumento de un concurso musical es muy tópico, de lo que se deduce que Pasqual podrá ser un gran director de escena, pero como dramaturgo, debería dejar hacer a los que saben), eso hay que dejárselo al público… pero lo cierto es que ese desagradable sentimiento desaparece a medida que la historia fluye y las zarzuelas se engarzan a la perfección; y es que el doble programa funciona.
No obstante, también hay que decir que este cambio en el libreto funciona magníficamente como un delicioso toque nostálgico que enternecerá a muchos de los espectadores con múltiples recuerdos de la edad dorada de la radio.
Por lo demás, y como decía, aunque Pasqual, es del todo evidente, no es precisamente franquista, también es cierto que tiene la decencia de no atacar ferozmente a ese régimen o de imponernos su manera de pensar acerca de él… cierto, hay múltiples chistes inteligentes y de muy buen gusto parodiando la dictadura, sus limitaciones e incoherencias (que yo creo que sólo podrían desagradar a falangistas extremos), los cuales demuestran que se puede hacer crítica de algo sin caer en la vulgaridad y el sectarismo. El franquismo queda como lo que fue, como un régimen totalitario, pero tampoco se hace sangre innecesariamente.
Quizás todo esto se deba, a lo que ya digo, a que esta producción es sobre todo y ante todo un emocionado y nostálgico recordatorio de la gran época de la radio, cuando era el medio de comunicación de masas por excelencia y todo pasaba por ella… pero, como es evidente, es imposible desligar eso de un contexto histórico, para bien o para mal.
Por lo demás, gracias a Dios, a “La viejecita” se la ha respetado bastante, y da gusto oírla en directo… porque las grabaciones serán maravillosas y todo lo que quieras, pero no hay como el directo (y más cuando estas son antiguas), y, si además puedes deleitar el oído con la vista, como suele ser caso habitual en este teatro y en concreto con esta producción, pues ya es perfecto.
Así pues, nos encontramos con un libreto que diseña para “Château Margaux” un concurso de canto radiofónico (en el que no faltan ciertos chistes autonómicos -mejores o peores, más o menos tópicos- y la eterna rivalidad norte-sur), que finalmente acaba derivando en la retransmisión de la zarzuela “La viejecita”, la cual es evocada, ficticiamente, por la imaginación de los espectadores. Vamos, ¡uno de los mejores programas de radio que he escuchado, o mejor dicho, visto en la vida!. El libreto, por tanto, funciona, es bueno, bien ligado y entretiene.
Por lo demás, la música de Manuel Fernández Caballero es algo sublime, poderoso, mágico, arrebatador, con momentos que te llevan directamente al éxtasis artístico, pero también, con mucho encanto y humor.
Por lo demás, y volviendo a esta producción en concreto, la dirección de escena de Lluís Pasqual transpira elegancia, buen gusto, oficio y talento: sabe lo que quiere, lo consigue y lo transmite. Lo dicho: funciona; y además consigue momentos realmente espectaculares y múltiples sorpresas que da gusto ver… y es que al final toda la producción tiene un cierto toque de superproducción, de teatro a lo grande y espectacular.
Como crítica, sí que he de decir que no ha sido muy inteligente que los cantantes hicieran tanto doblete de personajes, pues en la mayoría de los casos resulta sumamente inverosímil y bastante incoherente.
Toda la dirección artística es una maravilla: decorados, vestuario… etc, de una gran belleza sin par, ¡y es que da gusto estar mirando al escenario!.
A nivel musical, me encantó la dirección de Miquel Ortega, la orquesta estuvo brillantemente acompasada, también me encantaron las coreografías y el coro estuvo muy bien.
Sólo queda hablar de los cantantes… y he de decir que yo los he visto a todos puesto que la obra me entusiasmó tanto que fui dos veces (tuve suerte y encontré tiempo para ello), así que vi tanto a los principales como los suplentes (y, aunque es cierto que a veces te topas con sorpresas y con grandes carreras emergentes, en este caso, entiendes porque los primeros lo son), por lo que hablaré de todos. No obstante, ya adelanto que, en general, todo el mundo estuvo muy pero que muy bien:
-Jesús Castejón: pasa desapercibido, tal vez porque, al ser el presentador, sólo es un mero conductor del resto de los personajes.
-Ruth Iniesta: es mejor cantante que actriz… pero tiene una voz espectacular.
-Sara Blanch: mejor actriz que cantante. Tiene la ventaja, para sus dos personajes, que físicamente es muy guapa, atractiva y el vestuario le sienta de fábula.
-Borja Quiza: excelente cantante y actor, lo tiene todo, y además vis cómica (lo que es ideal para el papel que hace).
-Ricardo Velázquez: no da mucho de sí como cantante y no es buen actor.
-Emilio Sánchez: aunque su acento gallego es terriblemente tópico, por lo general, es eficaz.
-Miguel Sola: hace un lucimiento de múltiples registros interpretativos que no deben pasar desapercibidos.
Por lo demás, comentar que, por si todas mis percepciones no os parecen suficientes, os diré que los comentarios que escuché al terminar, tanto en la sala como en los pasillos, cuando me iba eran unánimemente elogiosos: “¡qué bonito!”, “ha estado muy bien, ¿verdad?”, “¡qué divertida!”… etc.
En definitiva, si esta producción fuese solamente un bonito y bien hecho homenaje nostálgico… mi recomendación quedaría reducida a un público objetivo que pudiese entenderlo… pero es que además es gran teatro, de ese que se escribe con mayúsculas, con esa magia y espectacularidad que te imaginas cuando oyes esa palabra, que embriaga y arrebata. No hay duda, el doble programa de “Château Margaux / La Viejecita” es un nuevo y sobresaliente triunfo del Teatro de la Zarzuela esta temporada… yo acabé haciendo una ovación en pie (algo no muy habitual en mí, que suelo acabar con un amago de aplauso por cortesía) y además fui dos veces. Yo creo que con eso lo digo todo y no hay más que pueda añadir.