Hugo Chávez ha vuelto a la presidencia de Venezuela, y la pregunta no es cómo pudo recuperarla tras el golpe de estado que lo echó, sino cómo la perdió el presidente por un día, el empresario Pedro Carmona.
Tierra mágica Venezuela, igual que Colombia, Argentina, Perú, Cuba y tantos otros países latinoamericanos. Como si hubiera vuelto a la vida el pintoresco perdedor de las colonias españolas, Fernando VII, traidor a los demás y a sí mismo, se están dando golpes, contragolpes y requetecontragolpes.
Al final, habrá que culpar de todo esto a la España de los Pronunciamientos del siglo XIX, tan presente en la memoria colectiva iberoamericana.
¿Cuál será el próximo paso? Nadie lo sabe. Solo podría imaginarlo Carmen Balcells, la agente literaria barcelonesa que descubrió a García Márquez, Vargas Llosa y a otros creadores, y que entendió que sus novelas de realismo mágico eran absolutamente verídicas.
Por ejemplo: la historia de Latinoamérica cambia frecuentemente porque casi nadie respeta los horarios, y un golpe de estado puede perderse porque el nuevo presidente se despista, como en Venezuela, y una guerra que cumple ahora veinte años, la de las Malvinas, empieza porque unos militares maquinan una invasión cuando deberían dormir su borrachera.
Pedro Carmona perdió el poder en un solo día porque, aún siendo empresario, se durmió sin controlar el negocio, el país, que recibió.
El trasnochador Chávez recuperó el poder aprovechando que Carmona no despertaba.
Y así hasta el siguiente Pronunciamiento.