La cantidad de basura que hemos tenido que escuchar los venezolanos en las intervenciones realizadas por algunos de los componentes de este moribundo gobierno, da para establecer una marca propia en el Guinness.
Una cuerda de malandros que creen tener el derecho de permanecer en el poder para siempre, aunque para conservarlo opten por matar de hambre o caerle a plomo a los ciudadanos de este país. Estos malandros que amenazan continuamente a cuanto ser viviente no les lama los pies de forma pública o en la intimidad que requiere poner la “rodilla en tierra” piensan que su poder es tan infinito como los casos de corrupción que nunca se han ocupado de investigar, ya ni siquiera hablemos de resolver.
Estos tipos, creen que tienen derecho a pasar factura por los “favores realizados”. Sí, porque parece que las obras sociales financiadas con el dinero que pertenece a todos los ciudadanos de este país –voten lo que voten– en lugar de ser un programa, un deber, una obligación del gobierno, son favores, actos de caridad que han sido pagados de sus (ahora millonarios) bolsillos y a los que debemos una grosera fidelidad de por vida. La revolución que intentan seguir vendiendo mientras esconden la trampa como una experta organización de estafa piramidal, se les va de las manos. La base por fin se dio cuenta del timo, las piezas caen, la estructura se tambalea, y los que pueden desaparecen con lo que han podido sacar gracias al extraordinario sistema cambiario totalmente abierto para beneficio de pocos. La cúpula está en jaque, tiene demasiadas cuentas pendientes como para salir del país sin temor a ser detenida. De modo que intenta estabilizar la pirámide a punta de amenazas tanto a los empleados públicos como a los beneficiarios de los diversos medios de manipulación del chavismo: viviendas, ordenadores, bolsas de comida… Confirmando de nuevo que más de uno pasó a formar parte de las instituciones públicas por el color de su franela, no por sus méritos académicos o profesionales.
El chavismo se aprovecha de lo que ha generado para sacar rédito: el hambre, la evidente escasez de medicinas que está casi diezmando a la población, pero como ve que ya ni esto funciona, entonces intenta coaccionar a punta de pistola o encerrando a opositores en esos lugares donde mandan los amigos de la ministra famosa por estar tan ocupada ventilando/calumniando las preferencias sexuales de líderes de la oposición, que no consigue darse cuenta del número de armas, teléfonos móviles, fiestas y bailarinas de poca monta entran y salen de las cárceles del país como si de una discoteca se tratara.
El fraude es de tal magnitud que ya levanta grandes ampollas allende las fronteras, y cuando la pirámide con todos sus faraones de cartón termine de sucumbir en el estiércol, algo más que chispas va a salpicar desde la Patagonia hasta Somosaguas donde la fetidez lleva tiempo avisando que algo está por llegar.
Es evidente que ya ni siquiera se cuidan las formas, cada uno de los morosos con el chavismo utiliza su cargo para intentar pagar el favor recibido, así sea inventando excusas, dilatando procesos y por supuesto, violando la Constitución. Siguen actuando como si les debiéramos la vida, cuando indudablemente NO LES DEBEMOS NADA. La redistribución de los recursos es un deber de los gobiernos, no un favor que se hace a los ciudadanos.
Se llenaron la boca durante años por haber introducido en la Constitución el referéndum revocatorio, pero no les gusta la idea de salir del poder a través del mecanismo que ellos mismos crearon. En el chavismo la verdadera ley es la del embudo donde por supuesto, lo ancho siempre les debe tocar a ellos.
Esta mafia que pretende cobrar por protección, por un empleo, una casa, un paquete de arroz, es simplemente eso, una mafia que para colmo se ha hecho multimillonaria a costillas de los dólares que pertenecen a todos los venezolanos. No es extraño que sus líderes se comporten como lo que son, pero tampoco es extraño que ya nadie les haga caso, porque si alguna vez le hicieron creer al mundo que el chavismo estaba en el corazón del pueblo, la aplastante realidad demuestra que nuestro viejo refrán está más vigente que nunca: “amor con hambre no dura”.
Fotos: web
Audio: El Nacional