Por: Inés Tornabene
“¿Cómo podría caber bajo una lápida? ¿Cómo podría caber en esta plaza? ¿Cómo podría caber únicamente en nuestra querida pero pequeña isla? Solo en el mundo con el cual soñó, para el cual vivió y por el cual luchó hay espacio suficiente para él”. Fidel, 17-10-1997, Santa Clara.
No hay acuerdo sobre la fecha de nacimiento de Ernesto “Che” Guevara. Su partida de nacimiento dice que nació un día como hoy, en 1928, en Rosario, provincia de Santa Fe. Pero los historiadores sostienen que nació el 14 de mayo, un mes antes. En realidad es un dato que resulta anecdótico. El Che, como dijo alguien y me gustaría que algún lector me aporte la cita, es el hombre que no para de nacer. Nace cada día, a cada momento que alguien decide creer en algo más que en su ego.
Hace poco caminé por Santa Clara y visité el mausoleo. De mi diario de viaje, rescaté esto:
“Domingo 19-05-13: Nos levantamos temprano y nos fuimos a Santa Clara en un Ford de 1950. Fueron más de 3 horas de viaje por la Autopista Nacional hasta llegar a Santa Clara. Es un pueblito viejo, donde hay muchos carros tirados por caballos andando por la calle. Casitas viejas, calles angostas. Llegamos a la Plaza de La Revolución donde está el mausoleo con los restos del Che y los demás guerrilleros que murieron con Él en Bolivia. Es increíble lo rápido que me acostumbré a estar en un lugar donde la palabra guerrillero suena tan dulce en la boca. El lugar es un monumento de piedra y cemento, gigantesco, donde se levanta una estatua del Che mirando al horizonte y con el fusil en la mano. Parece que hasta los pájaros hicieran silencio respetando su descanso. Cuando entramos al Mausoleo tuvimos que acostumbrar los ojos a la penumbra. Fui recorriendo uno a uno los nombres en los nichos, me parecía una falta de respeto no honrar su memoria recordando al menos sus nombres. Sabía que me iba acercando. Vi una construcción en el piso, como una esfera en gajos de piedra, con una llama eterna en el medio. Atrás había plantas. Me quedé suspendida. Ahí abajo estaban sus huesos, no podía pensar en nada. Nunca sentí tanta emoción frente a una tumba que no fuera de alguien de mi familia. Pero era una emoción distinta, inexplicable, desconocida. Era una emoción nueva. Me había imaginado ese momento de distintas formas, pero fue absolutamente genuino, distinto a todo, novel. Algo brotó dentro mío, de alguna semilla ya sembrada antaño. Había llegado, sin entender todavía bien como, pero ahí estaba.”
Después, casi como una autómata, recorrí el museo. Recuerdo todo, las fotos, pertenencias, su boina, pero lo que más hondo me caló fue leer el discurso de Fidel Castro en el momento que Santa Clara recibe al Che en 1997. Y sigo sin encontrar palabras mejores para celebrar su nacimiento, haya sido hace hoy 85 años, haya sido el 14 de mayo, o sea, como creo que es, día a día.
“Más grande será su figura cuanta más injusticia, más explotación, más desigualdad, más desempleo, más pobreza, hambre y miseria imperen en la sociedad humana.
Más se elevarán los valores que defendió cuanto más crezca el poder del imperialismo, el hegemonismo, la dominación y el intervencionismo, en detrimento de los derechos más sagrados de los pueblos, especialmente los pueblos débiles, atrasados y pobres que durante siglos fueron colonias de Occidente y fuentes de trabajo esclavo.
Más resaltará su profundo sentido humanista cuantos más abusos, más egoísmo, más enajenación; más discriminación de indios, minorías étnicas, mujeres, inmigrantes; cuantos más niños sean objeto de comercio sexual u obligados a trabajar en cifras que ascienden a cientos de millones; cuanta más ignorancia, más insalubridad, más inseguridad, más desamparo.
Más descollará su ejemplo de hombre puro, revolucionario y consecuente mientras más políticos corrompidos, demagogos e hipócritas existan en cualquier parte.
Más se admirará su valentía personal e integridad revolucionaria mientras más cobardes, oportunistas y traidores pueda haber sobre la tierra; más su voluntad de acero mientras más débiles sean otros para cumplir el deber;
más su sentido del honor y la dignidad mientras más personas carezcan de un mínimo de pundonor humano;
más su fe en el hombre mientras más escépticos;
más su optimismo mientras más pesimistas;
más su audacia mientras más vacilantes;
más su austeridad, su espíritu de estudio y de trabajo, mientras más holgazanes despilfarren en lujos y ocios el producto del trabajo de los demás”.
Cada vez que alguien puede temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia, el Che está naciendo de nuevo.
“…Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor…”
Salud, Comandante, gracias por seguir naciendo. Hasta la victoria siempre.
Tomado del Blog de Inés Tornabene
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