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Chéjov. Cuaderno de notas

Publicado el 08 septiembre 2010 por Santosdominguez @LecturaLectores
Chéjov. Cuaderno de notas
Anton Chéjov.
Cuaderno de notas.
Traducción y posfacio de Leopoldo Brizuela.
Introducción de Vlady Kociancich.
La compañía / Páginas de Espuma. Madrid, 2010.
Narrador de voz baja, Anton Chéjov construyó su universo literario con lo fugaz y lo secundario. En sus relatos abiertos conviven misteriosamente la levedad y la intensidad, la emoción y la distancia, se armonizan la ironía y la piedad, el humor y la tristeza.
Es la vida con minúsculas en una literatura de sobreentendidos que requiere la complicidad del lector para asumir ese mundo que está en sus relatos, en su teatro y en los Cuadernos de notas que Chéjov escribió entre 1891 y 1904.
Una selección de ese material lo coeditan La compañía y Páginas de Espuma con introducción de Vlady Kociancich y traducción de Leopoldo Brizuel, que escribe en el posfacio:
Escritos durante los últimos trece años de vida de Chejov, al pie o al margen de sus grandes cuentos y piezas teatrales, estos Cuadernos de notas son, en verdad, únicos en su género. No se trata de un "diario íntimo": los pasajes autobiográficos o confesionales son escasísimos y, por lo común, están velados por el uso de una tercera persona y de iniciales, que vuelven casi imposible afirmar la identidad. El lector encontrará a Chejov mucho menos en los deliciosos hechos narrados que en la mirada que supo entender su importancia más allá de la nimiedad aparente, y en la voz -ese tono inconfundible- que los pone en palabras.
Anotaciones de ideas, registro de anécdotas y esbozos de proyectos, conviven en estas páginas la vida y la literatura, las impresiones del viajero que inicia el 17 de marzo de 1891 un viaje en tren que le llevará a Viena, Venecia y Roma, las reflexiones éticas o la lista de compras y gastos.
Y en torno a tres ejes –pensamientos, imágenes, anécdotas- se suceden los esbozos de personajes, los esquemas narrativos, los fragmentos de diálogos que luego aprocvechará en sus cuentos o en sus obras de teatro, las impresiones de la vida cotidiana, los detalles pequeños que tendrán tanta importancia en su mundo literario.
O ácidas reflexiones morales de mayor calado:
Los hipócritas ordinarios aparentan ser palomas; los hipócritas de la política y de la literatura, águilas. Que su aire aquilino no te intimide. No son águilas, solo ratas, o perros.
Al fondo siempre está la mirada crítica, humorística y aguda de Chéjov, su sonrisa triste en relámpagos como estos:
Rusia es una inmensa llanura por donde pasea un maleante.
Envidia tanto que bizquea.
La universidad desarrolla todas nuestras capacidades, incluso la idiotez.
Santos Domínguez

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