Revista Cine
Pocos recuerdos con detalle me quedan de 1986. Y del incidente Chernobyl poco más que un accidente nuclear que ocurrió en la Unión Soviética sin más consecuencias. Lo que sí recuerdo es que unos años después nos llevaron de excursión con el colegio a la central de Almaraz, que estaba cerca de nuestra localidad. En aquel momento vi aquella visita como algo normal y corriente, y además nos invitaron a comer, así que todo perfecto. Hoy lo veo como un lavado de cerebro para que los niños viéramos con buenos ojos la energía nuclear y quitarnos de la mente a aquellos que ponían pegatinas con soles sonrientes con el lema NUCLEAR NO GRACIAS.Ahora, tras ver la serie y darme cuenta de lo cerca que estuvimos de irnos al garete, me queda un regusto amargo y de temor, una sensación de desasosiego que me acompañó durante los cinco capítulos de la serie y que ya se va a quedar conmigo para siempre. Esa desconfianza ante las autoridades de países lejanos o del mio propio, que están más interesadas en ocultar sus errores hasta que ya es demasiado tarde antes que aceptarlos y velar por la seguridad de la población. Otro aspecto reseñable es la manera de tratar el incidente, donde no importó sacrificar la vida de muchos trabajadores porque no disponían de la tecnología necesaria o no les dio la gana de pedirla para no quedar en evidencia ante otros países. Es curioso que alguno se salvara a pesar de la gran exposición a la radioactividad a la que fueron sometidos.Imposible no pensar en estos días en el asunto Coronavirus y que sea algo parecido. Algo aparentemente sin importancia y que comienza en un país no muy transparente como China y que se puede ir de las manos y amenazar al planeta entero.Y para terminar, otra cuestión que me ha llamado la atención y que no es otra que la gente que va de vacaciones a Pripyat, la ciudad más cercana a la central de Chernobyl. Aunque haya pasado tiempo del accidente, la radiación sigue allí de forma dispersa y caprichosa, aunque parece que ya se ha olvidado y este tipo de turismo está en auge para visitar lugares deshabitados o fantasmas. En fin, que en este mundo hay gente para todo y así nos va.