Dos son las novelas que he leído de este autor afroamericano que murió en nuestro país, en Moraira (Alicante), el año 1984. Nacido setenta y cinco años antes en Jefferson City en el seno de una familia de clase media que se trasladaba con frecuencia de ciudad, desde muy joven estuvo próximo a ambientes delictivos que le propiciaron una primera detención a los 17 años por robo, y dos años después su entrada en la cárcel con una condena de 20 años por atraco a mano armada. Fue allí, en la soledad carcelaria, donde comenzó a escribir. Sale en libertad en 1935 y tras desempeñar varios oficios se dedica a escribir con más asiduidad publicando en 1945 su primera novela.
Sinopsis de estas dos novelas
En "Un ciego con una pistola" Ed y Digger vigilan las calles de Harlem en su birrioso sedán negro 'Plymouth' intentando descubrir qué ha motivado las revueltas de la comunidad negra. Durante las mismas se han producido una serie de asesinatos a cual más violento y que en el fondo se encuentran interconectados entre sí. El motivo aparente de las algaradas es la fuerza del movimiento Black Power en ese momento, la tendencia contraria a éste en los métodos de la Hermandad, el ascenso de los Musulmanes Negros, el Sindicato que maneja el negocio del juego y el mundo marginal de la prostitución ejercida por jóvenes negros ávidamente deseados por los homosexuales blancos... Es precisamente la muerte violenta de uno de estos blancos viciosos la que pondrá en marcha a la perezosa maquinaria de la Policia destacada en el Harlem de New York.
En "Todos muertos" también aparece el mundo marginal de la homosexualidad aunque en este relato mezclado con la política al verse implicado en los asesinatos un candidato a las próximas elecciones municipales y un dinero de turbio origen que le había sido entregado por su partido para sufragarle la campaña.
" El primero de sus recuerdos se remontaba a una revuelta racial ocurrida en Detroit en 1943, justamente en medio de la más fiera lucha norteamericana contra el racismo en el extranjero" (pág. 38).
"Mientras la policía se distraía momentáneamente con un grupo de muchachos y chicas que alborotaban en la Calle 125, una pandilla de jóvenes un poco mayores cargó desde las sombras contra un supermercado, que abría sus puertas en mitad de la manzana, armados con botellas de cerveza y barras de hierro. Los cristales se hicieron trizas. Los jóvenes entraron a saco, como gorriones que arrebataran las migajas de los picos de pájaros más grandes" (pág. 203, "Un ciego con una pistola").
"¿Qué era lo que les llevaba a los motines y a desafiar a la policía blanca, por un lado, y a componer poesía y sueños capaces de desconcertar a un intelectual de Harvard, por otro? No se podía culpar de todo a los hogares destruidos, la falta de oportunidades, la desigualdad, la pobreza, la discriminación... o el genio. La mayor parte provenía de los suburbios que no generan ni genios ni sueños, pero algunos eran de buenas familias de clase media, que no habían sufrido tan severamente las desigualdades." (pág. 250)
[...]
-Diablos, Ed, debes comprender que los tiempos han cambiado. Estos jóvenes nacieron justo después de que terminamos una guerra para eliminar el racismo y hacer al mundo más seguro y libre. Y tú y yo nacimos justo después de que nuestros padres lucharan en una guerra que hiciera el mundo más libre para la democracia. Pero la diferencia radica en que cuando terminamos de luchar en un ejército segregacionista para barrer a los nazis y volvimos a nuestro racismo nativo, ya no creíamos en nada de esa mierda. [...] Los hijos [Sugartit, hija de Ed] nacieron una vez eliminadas las leyes segregacionistas, se las creyeron y ahora han despertado a la realidad" (pág. 251).
Chester Himes se proyecta en sus dos detectives, a través de los cuales lanza acusaciones a la sociedad americana que dice haber eliminado la segregación racial a pesar de seguirla manteniendo de hecho. Si no qué otra cosa cabe deducir de Harlem, un barrio deprimido donde se hacinan los negros viviendo muchos en la total pobreza y donde crecen como setas iglesias de las más variadas orientaciones que en el fondo lo que practican es el engaño a las pobres gentes crédulas del lugar cuando no son -y esto es lo más frecuente- tapaderas de actuaciones ilegales (el juego, las drogas, la prostitución...). Es muy relevante en estas novelas que pertenecen al llamado ciclo Harlem de la novelística del escritor afroamericano la presentación de los negros como seres incultos que se refugian en viejas creencias y/o prácticas (curanderismo, adivinación, vudú...) que los retrotraen a sus orígenes " geechies " [los "geechies" eran los negros esclavos huídos mezclados con indios seminolas de Carolina del Sur y Florida].
Además de la denuncia social, estas novelas de Himes encierran otros muchos elementos de interés:
] El humor. Aparece por doquier en los dos relatos. Es habitual que el novelista subraye la ingenuidad o tontuna escondida en la cabeza de algunos de los policías, blancos, claro está. Así en "Todos muertos" al acudir en masa los agentes a casa de la adivinadora Lady Gypsy éstos le hacen preguntas más propias de niños que de hombres adultos. También en este relato la escena inicial en la que a un ladrón de ruedas de coche se le escapa el neumático que, solo, corre cuesta abajo sorprendiendo a propios y extraños es de gran hilaridad.
En "Un ciego con una pistola" es quizás más grueso. Así cuando en su misión de vigilancia del barrio desde su peculiar coche los dos detectives ven pasar a un hombre negro corriendo llevando en las manos unos pantalones grises de hombre en vez de lanzarse a detenerlo establecen entre ellos el siguiente diálogo:
"-La primera cosa que hay que aprender cuando uno va de putas, es qué hacer con el dinero mientras se folla.-Es muy sencillo -dijo Garve Digger- Deja lo que no necesitas en casa." (pág. 50)
En muchos momentos al leer las conversaciones que mantienen Jones y Johnson no he podido evitar que a mi cabeza vinieran los diálogos que mantienen los personajes de John Travolta y Samuel L. Jackson en la película Pulp Fiction de Tarantino. En ambos casos se trata de profundos pensamientos que cualquiera estimaría poco pertinentes al momento en que se producen: antes de asesinar a unos jóvenes en la película de Tarantino o haciendo labores de vigilancia policial en el de los dos detectives de Chester Himes:
"- El olor de la basura podrida era nauseabundo.- ¡Uf! ¿Quién dijo que los negros estamos muertos de hambre? - No es eso lo que dicen, Digger. Se preguntan por qué no lo estamos, nada más." (pág. 91 de "Un ciego con una pistola")
] El erotismo. Presente en ambas aunque en la penúltima del ciclo Harlem sea más frecuente y evidente:
"El doctor abrió el grueso vestido con unas tijeras. Debajo sólo llevaba un sostén negro, diminuto, y unas medias negras adornadas con un par de lazos. Sus piernas eran suaves, bien torneadas, pero musculosas. Un par de senos falsos se desprendieron del sostén: el pecho del cadáver era suave, liso, masculino. Por debajo de las medias advirtieron un protuberante taparrabos de satén amarillo" (en pág. 56 de "Todos muertos")
"Apareció la cabeza de la mujer. Era joven, de rostro moreno, piel suave y pelo negro liso, apretado contra la frente hacia el ojo derecho. Era bonita, de boca ancha, gruiesa, sin pintura en los labios marrones. Todo lo que veía era la caja en el suelño y el hombre que la miraba de soslayo.- ¡ Mi tele! -exclamó, y cayó al suelo. La bata de seda rosada, que destacaba sus caderas voluptuosas, se abrió y dejó ver una mancha de pelo negro y enrulado" (en pág. 185 de "Un ciego con una pistola")
"Sobre el puente de Brooklyn el tráfico se hallaba paralizado.Un camión remolque había patinado sobre un trozo de calzada cubierta de hielo luego del paso de un autobús, cuyo calefactor había fundido la nieve en ese sitio. El camión rozó un costado de otro autobús"(en pág. 168 de " Todos muertos")
"St. Mark's Place no era en sí misma excitante. Era una calle aburrida como cualquier otra, invariable, sucia, estrecha, algo siniestra. Era la continuación de la Calle 8, que conectaba la Tercera con la Segunda Avenida. Del lado seste, entre las avenidas Quinta y Sexta, la Calle 8 era el centro del Greenwich Village, y Richard Henderson había vivido en los nuevos pisos de lujo de lujo situados en la esquina de la Quinta. Pero St. Mark's Place era otra cosa." (en pág. 195 de "Un ciego con una pistola", )
" El cuerpo yacía con el rostro hacia abajo sobre el piso alfombrado, en ángulo recto hacia la cama de la que había caído.[...]La tele estaba encendida. Una voz meliflua hablaba de caderas que nunca engordaban. Coffin ed avanzó y la apagó " (pág. 248)
] La actuación policial y la doble vara de medir
"-Oiga, jefe; aquí todos somos compinches. Lo que usted quiere decir es que nadie desea que el asesino de Henderson sea enjuiciado, porque puede destapar un escándalo homosexual e interracial que nadie quiere que se descubra" (en pág. 185 de "Un ciego con una pistola")
Y lo mismo sucede cuando en el curso de la investigación policial el interrogado es un político blanco como sucede con el personaje Cásper Holmes en "Todos muertos":
" Eran las cuatro de la tarde cuando Casper terminó su entrevista con los policías rubios [...]Le habían tratado con gentileza, con todo el respeto debido a la extraordinaria sensibilidad de un político que se dedica a obtener votos pero, sin embargo, Holmes se había sentido como en un exprilidor" (pág. 148)
"-Mató otra rata- dijo uno.-Lástima que no fuera una rata negra- añadió el segundo.-Eso te lo dejaremos a ti- replicó el primero.-Muy bien -declaró el segundo-. No me da miedo.-Con lo grandes que son esas ratas, estos negros podrían cocinarlas y comerlas -apuntó el tercero cínicamente.-Y conseguir auxilio social -agregó el segundo.Tres de ellos rieron." (en pág. 278 de "Un ciego con una pistola")
] Organización del relato
En general la narración avanza con mucho ritmo y dinamismo. En "Todos muertos", la acción sucede en el espacio de apenas dos días del mes de febrero y avanza de manera lineal.
" Un amigo mío, Phil Lomax, me conto que un ciego había disparado con una pistola contra un hombre que le había abofeteado en el Metro y había matado a un espectador inocente que leía tranquilo su periodico al otro lado del paseo. Y pensé, maldita sea, igual que las noticias de hoy, las revueltas en los ghettos, la guerra de Vietnam, los actos masoquistas en Oriente Medio. Luego pensé en alguno de los líderes de voz estridente que incitan a nuestros vulnerables hermanos del alma y les hostigan para que se hagan matar, y por último pensé que toda violencia desorganizada es como un ciego con una pistola "
" Las paredes estaban cubiertas de garffiti obscenos, órganos sexuales de mamut, piernas abiertas, números de teléfono, groserías, sugerencias insidiosas y comentarios impertinentes o pertinentes acerca de los distintos hábitos amorosos de los inquilinos, sus padres y madres, y de la legitimidad de sus hijos. -Y la gente vive aquí -comentó Grave Digger con los ojos tristes. -Para eso lo construyeron. -Como gusanos en la carne podrida." ( (en pág. 97 de "Un ciego con una pistola", )
O la de la mañana de domingo en que los negros del barrio acuden a los oficios religiosos. ¡Es magnífica!:
"Eran las once en punto de la mañana del domingo; la buena gente de color de Harlem iba de camino a la iglesia. [...] Viejas hermanas de culto, de pelo blanco [...]; sus compañeros masculinos, también de pelo blanco, tropezando con sus chanclos demasiado grandes, como herederos finales de tío Tom, [...] Parejas de edad madura y sus retoños, producto de la generación de posguerra, la generación próspera, [...] Jóvenes que aún no habían llegado, vestidos con trajes ligeros y abrigos comprados más por el color que por la calidad [...] Mujeres jóvenes que, tan cierto como el infierno, lo harían o caerían uertas en la empresa, cenicientas de frío, [...]
Marchaban [...] hacia iglesias bautistas y metodistas episcopales africanas, o hacia templos metodistas episcopales africanos sionistas; hacia templos de la Sagrada Barca y del Padre Divino y del Padre de la Gracia, de la Zarza ardiente y hacia iglesias de Dios y Cristo." (en pág. 125 de " Todos muertos")
Final
Muchas otras características cabría destacar de estas dos excelentes novelas de Chester Himes. Para un post de un blog
creo que es ya suficiente. Sólo añadiré, por último, que en ambos relatos las muertes aparecen por doquier; muertes, cuya causa es difícil y compleja de desentrañar. En una de ellas el motivo de los asesinatos queda en la oscuridad aunque bien se percibe que es el Crimen Organizado y la propia organización social de los USA lo que está tras ellos. Es el Sindicato el que para lograr sus metas alimenta y se sirve de la insatisfacción social presente en la comunidad afroamericana: basta con azuzar un poco el rescoldo de la desigualdad para que las brasas se conviertan en llamaradas.
Si la chispa que enciende la mecha es la muerte de un joven negro a manos de la policía, el fuego que se desata puede tener consecuencias y duración imprevisibles. Esto es lo que aún hoy mismo sigue sucediendo en la localidad de Ferguson (Missouri) donde el domingo 10 de agosto de este mismo año la muerte del joven Michel Brown, muerto el día anterior -el sábado- a manos de un policía desató una serie de revueltas que hoy, 29 de septiembre, siguen activas. Y, penosamente, no es la primera vez que un suceso de similares características sucede. Por esto, al leer las novelas sobre Harlem de Chester Himes creo que podemos entender un poco mejor lo que está debajo de la superficie que nos dan las noticias de los medios periodísticos.