Revista Opinión

Chesterton y el Distributismo

Por Beatriz
Chesterton y el Distributismo
La portada del libro "Lo pequeño es hermoso" - Un estudio de economía como si las personas importaran
autor: blog Agua Viva
En el post sobre las riquezas del Vaticano publiqué la relación de los hombres más ricos del planeta: Bill Gates con 40 mil millones de dólares; Warren Buffet tiene una fortuna de 37 mil millones de dólares; Carlos Slim Helú, mexicano, su fortuna es de 35 mil millones de dólares; Lawrence Ellison, tiene una fortuna de 22 mil quinientos millones de dólares; Ingvar Kamprad, industrial sueco, su fortuna es de 22 mil millones de dólares; Karl Albrecht, alemán, con 21.5 mil millones de dólares; Mukesh Ambani, su fortuna actualmente asciende a 19.5 mil millones de dólares; Lakshmi Mittal, con una fortuna de 19.3 mil millones de dólares; Theo Albretch, hermano de Karl , posee una fortuna de 18.8 mil millones de dólares; Ortega, español, con 18.3 mil millones de dólares.
 
Me pregunto cómo alguien puede acumular tanta riqueza...  No me malinterpreten, no estoy en contra de fortunas de millones, la doctrina social de la Iglesia en sus documentos reconoce que algunas personas tienen más habilidad que otras para los negocios y que precisamente deben poner su talento al servicio de los demás.  Se supone que los impuestos deberían contribuir para distribuir mejor la riqueza.  Estoy en contra de fortunas de MILES DE MILLONES en manos de una sola persona como los de la lista Forbes.  Me parece un escándalo.  Estos capitalistas deberían pagar impuestos creados especialmente para esas exhorbitantes fortunas, así la riqueza se distribuiría más equitativamente con los que menos tienen. 
Seguramente me dirán: "no arrojes piedras al tejado del vecino que el tuyo es de cristal" puesto que el capital del IOR asciende a  aprox. 12.000 millones de euros.  Pero hay una diferencia notable entre el mal llamado Banco Vaticano y  Gates, Buffet o Slim, y es que sus fortunas pertenecen a UN SOLO HOMBRE. Además me gustaría ver a esos multimillonarios destinando mensualmente una buena parte de sus utilidades a instituciones de caridad, como lo hace el  IOR.
El gran Chesterton decía: "Mucho capitalismo no quiere decir muchos capitalistas, sino muy pocos capitalistas"
Esa frase refleja la realidad que estamos viviendo, el capital en realidad está concentrado en muy pocos capitalistas.
¿Existe una tercera vía económica diferente al capitalismo y al socialismo?
Les presento el Distributismo:
G. K. Chesterton y su hermano Cecil junto con Hilaire Belloc, fueron los pioneros en el desarrollo del distributismo, una tercera vía económica, diferente al capitalismo y al socialismo, cuya base se encuentra en la doctrina social de la Iglesia, que promueve una economía de pequeños propietarios en lugar del monopolio del Estado (socialismo) o el monopolio de unas pocas grandes empresas o individuos ricos (capitalismo).
"La única forma de preservar la libertad es preservar la propiedad. La única forma de preservar la propiedad es distribuyéndola más equitativamente." (K. L. Kenrick, What is Distributism?, 1926.)
"Distributismo significa que cada hombre sea su propio amo".  En estos tiempos de crisis económica el Distributismo suena como música para los oídos de muchísimas personas....
La portada del libro "Lo pequeño es hermoso" del economista  E. F. Schumacher habla por sí sola: "Un estudio de economía como si las personas importaran".  Ese es el núcleo central del Distributismo: el ser humano. 
Eso es lo que enseña la doctrina social de la Iglesia, más bienestar para las personas, para las familias.  Doctrina social, no socialismo.
Si quieren indagar un poco más sobre esta tercera vía económica, pueden hacerlo en el blog Liga Distributista.
Tomado del blog citado:
¿Qué es Distributismo?
De acuerdo con el Distributismo, la propiedad de los medios de producción debe extenderse lo más ampliamente posible entre la población general, en vez de estar centralizada bajo el control del Estado (socialismo) o en manos de unas pocas grandes empresas o individuos ricos (capitalismo). Una buena síntesis del Distributismo es la frase de Chesterton: “demasiado capitalismo no significa demasiados capitalistas, sino demasiado pocos”.
Este movimiento político no partidario que creció en los ’20 y ’30, se dedicó a predicar la tenencia masiva y de pequeña escala de tierra y propiedad como un bastión contra el colectivismo, la gran empresa y las grandes instituciones, las que, según pensaban sus fundadores, conducirían inevitablemente a la esclavitud.
El Distributismo floreció bajo el liderazgo de antiguos liberales como Hilaire Belloc y G. K. Chesterton, se vio asociado con el catolicismo radical y con pioneros del Movimiento de Artes y Artesanías como Eric Gill, y se desintegró en los ’40; pero fue luego influyente sobre el Partido Liberal en los ’50 y sobre los pioneros del ecologismo de los ’70.
Las influencias inmediatas sobre el Distributismo fueron las ideas de Hilaire Belloc, especialmente su libro El Estado Servil (1912), y el periodismo prolífico de G. K. Chesterton (1874-1936). De acuerdo con sus exponentes, el Distributismo es una doctrina económica, sin embargo, mucho de lo que ellos escribieron era, además, una crítica histórica y profundamente espiritual de la sociedad.
Desde la renuncia de sus principales fundadores al Partido Liberal, fundamentalmente por la cuestión de la corrupción financiera en la política —que ellos creían había alcanzado una apoteosis simbólica durante el escándalo Marconi [1] de información privilegiada en 1912— el movimiento no estuvo alineado políticamente, pero su principal foco de campaña era anti-fabiano [2], anti-modernista y anti-corporativo.
Las influencias amplias detrás del Distributismo incluían también:
- La doctrina social de la Iglesia Católica, especialmente en la forma en que fue presentada por León XIII en la encíclica Rerum Novarum (1891) y aplicada en lo concreto por el cardenal Henry Manning (1807-92), donde primero se propagó la idea —que estaba en el corazón del Distributismo— de la “subsidiariedad”.
- El agrarismo inglés continuador de la tradición de William Cobbett (1763-1835) y Jesse Collings (1831-1920).
- El Movimiento de Artes y Artesanías que seguía las ideas de John Ruskin (1819-1900) y William Morris (1834-96) y sus críticas al industrialismo.
- El socialismo corporativista que fue impulsado por el periodista A. R. Orage (1873-1934) y otros anti-fabianos de izquierda, y que se reunió en torno al periódico New Age.
Los distributistas tendían a ser vagos acerca de aquello con lo que estaban de acuerdo. En su esencia, el movimiento era una crítica del prevaleciente socialismo estatista, la industrialización y el comercialismo monopolístico. Proponían una amplia distribución de la tierra y la propiedad, y buscaban revivir los valores de la agricultura a pequeña escala y de la artesanía, que tenían como bastión para defender el espíritu humano —y el Distributismo era fundamentalmente un credo espiritual— frente a la esclavitud de los monopolismos de derecha y de izquierda.
Además de Belloc y Chesterton, que de alguna manera se mantuvieron al margen de la organización de la Liga Distributista —fundada en 1926 por el arquitecto y ex fabiano Arthur Penty (1875-1937) junto con otros—, las principales figuras del Distributismo eran extremadamente diversas. Iban desde un pionero de las Artes y Artesanías como Eric Gill (1882-1940) y un periodista como “Beachcomber” (J. B. Morton, 1894-1979), hasta un agrarista como H. J. Massingham (1888-1952), lo mismo que apologistas católicos y reformadores campesinos.
De alguna manera, la diversidad del movimiento mitigaba la efectividad del mismo y, ciertamente, su coherencia frente al público.
Ante esto, el Distributismo languideció en los ’40 y ’50 sin ningún legado político. Su mismo tono, ciertamente contribución de Chesterton, era melancólico, nostálgico y casi sin ninguna propuesta detallada. Existía un pesimismo implícito en bastantes escritos distributistas, acerca de la inevitabilidad del cambio, la centralización y el gigantismo. Sus proyectos distributistas prácticos, incluyendo el desafío a los operadores monopolísticos de autobuses en Londres en los ’20 [3] y la campaña de reforma rural como solución al desempleo de Birmingham en los ’40 [4], no tuvieron eco.
Fueron obviamente más influyentes en la cultura, con la fundación de la comunidad distributista de Ditchling en Sussex [5], y fueron indudablemente una influencia que alimentó el renacimiento romántico de la Inglaterra de postguerra.
El Distributismo comenzó a ser identificado, no sólo con el romanticismo extremo, sino también con una forma particular de radicalismo católico que veía en Franco y Mussolini a defensores del catolicismo europeo. Sus vínculos con grupos agrarios reaccionarios en los ’30 significaron también que, algunas veces, el Distributismo se convirtiera en un camino hacia la extrema derecha de su tiempo.
Los distributistas no estaban decididos en el asunto del libre comercio, pero eran implacables en su oposición al modernismo o a lo que ellos llamaban “valores comerciales”. Aunque la mayoría de los pensadores distributistas rechazaban el vínculo, en la práctica existieron conexiones informales con el Movimiento del Crédito Social [6] que también salió del socialismo corporativista.
Sin embargo, existieron otras formas en que los distributistas se las ingeniaron para tener un impacto duradero en la política liberal. Su crítica del fabianismo estuvo disponible para aquellos políticos de postguerra que buscaban alternativas al colectivismo y al corporativismo. Existieron discusiones formales entre la Liga Distributista y el Partido Liberal en los ’50 y fueron, además, una influencia notable en la política industrial del Partido Liberal desde 1937, especialmente en los escritos de dicho Partido acerca de la propiedad y la democracia industrial durante los años de Jo Grimond [7].
Cuando en 1973 se publicó el influyente libro Lo Pequeño es Hermoso, el autor E. F. Schumacher incluyó un capítulo crítico con el título “Economía chestertoniana” [8], que tuvo gran influencia en el naciente campo de la “Economía ecologista”. También se le reconoció influencia al Distributismo en algunos de los aspectos más radicales del Thacherismo, incluyendo la decisión, en 1979, de vender las casas estatales a sus inquilinos. Sobre todo, es posible también argumentar que el Distributismo fue una de las más profundas y duraderas influencias en el periodismo británico moderno, construido sobre la base de la original influencia de Morton [9] y sus socios, preocupados por la prensa popular —la de los individuos en vez de la de las grandes instituciones—, aunque, con frecuencia, ello sea tildado de populismo.
Para profundizar:
Hilaire Belloc, El Estado servil (1912).
Hilaire Belloc, Economics for Helen (1924).
Hilaire Belloc, Un ensayo sobre la Restauración de la Propiedad (1936).
G. K. Chesterton, El marco de la cordura (1926).
John Sharpe (Ed.), Distributist Perspectives: Essays on the Economics of Justice and Charity (2004). [Puede leerse la traducción a la introducción a la serie aquí.]
Herbert Shove, The Fairy Ring of Commerce (1930).

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