by El Rincón de Ika · Published agosto 29, 2018 · Updated agosto 10, 2018
La mayor parte de la población vive en entornos urbanos, exponiendo su rostro a agresiones externas como el ozono, el monóxido de carbono y otros gases contaminantes. Una polución y agentes contaminantes que solo va en aumento ya que durante los próximos cinco años se espera que sigan en crecimiento, motivo por el que muchos gobiernos actualmente interponen medidas para intentar controlar todas los niveles de polución que no solo generan imperfecciones de la piel, sino que además, suponen un riesgo para la salud; podemos ver sus primeros efectos en las alergias que proliferan últimamente en la ciudades o en las enfermedades crónicas que principalmente se padecen.
Según la Organización Mundial de la Salud más del 80% de la población europea está expuesta a altos niveles de polución, más de los que ellos mismos recomiendan para no poner en peligro la salud. Mientras esto no se controle, la piel sufre y sufrirá agresiones constantes; tiene su propia pantalla de defensa, pero estos contaminantes acaban dañando su estructura, afectando a nivel biológico y físico, sin olvidar del daño causado a los mecanismos protectores naturales de la piel.
La contaminación a la que se expone el rostro en la gran ciudad, tiene algunos signos externos que se pueden apreciar en distintas afecciones generales como un tono poco uniforme, un aspecto apagado, una piel flácida o rugosa, la aparición de manchas con mayor facilidad o la aceleración del proceso de envejecimiento. Esto viene provocado en gran medida porque la piel se ensucia y los poros obstruyen, generando un proceso inflamatorio y alterando los niveles de reserva de agua en la piel, generando deshidratación cutánea cuya consecuencia final es la aparición de líneas de expresión.El ozono es uno de los agentes dañinos que más debe preocuparnos, ya que es altamente perjudicial. El ozono es un oxidante fotoquímico formado por la reacción entre ultravioletas, óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos. Se encuentra en la parte baja de la atmósfera por lo que cuanto más sol haya en un lugar, más emisión de ozono se recibe directamente sobre la piel. Entre las consecuencias de la exposición al ozono, encontramos una reducción de la vitamina C y E en las capas superiores de la piel, lo que provoca la formación de radicales libres que destruyen las células y las fibras de colágeno y elastina. Además, acelera el proceso de oxidación.
La piel hace frente a cientos de agentes agresivos y fuentes de polución, principalmente se distinguen entre rayos solares, contaminación atmosférica y contaminación doméstica. Mucho se ha hablado de los rayos solares en esta web, pero no hemos tratado en demasía todos los agentes que generan la contaminación atmosférica como las partículas que quedan en suspensión en el aire distintos tamaños, metales pesados como el plomo o el mercurio, o, incluso, el humo de los propios cigarrillos y gases generados por la industria y los vehículos.Cuando hablamos de contaminación doméstica no nos referimos solo a los momentos que uno pasa en el domicilio. Habitualmente, pasamos nuestro tiempo en lugares cerrados como a las oficinas o nuestras casas, donde el ambiente también puede estar contaminado. Aparte de las partículas o metales de los que hablábamos antes, las fuentes de calor, los cambios bruscos de clima o incluso la sequedad generada por algunos elementos como el aire acondicionado o la calefacción, también generan desequilibrios en la piel.
Por ello, con la vuelta de las vacaciones, es muy importante mantener una buena rutina de limpieza que elimine los residuos de la superficie de nuestra piel, acompañado de una limpieza más profunda semanalmente para eliminar las células muertas y las impurezas que quedan en las capas más profundas de la piel. Mantener una limpieza adecuada, protegerse de los rayos solares, y ser constante nuestra rutina de belleza, puede marcar la diferencia a la hora de sentir el proceso de envejecimiento en nuestra piel.