Revista Cine
Me gusta Drew Barrymore. Nada hay de particular en ello: ese gusto lo comparto, estoy seguro, con miles, acaso millones, de personas. Aclaro: se trata de un gusto que no tiene que ver, necesariamente, con la carnalidad -aunque Miss Barrymore no sea, para nada fea. El asunto es más bien de simpatía: me gusta ver a Drew Barrymore en pantalla. No hay película, por más mediocre que sea, que no se beneficie de la vivacidad de la descendiente del legendario Lionel Barrymore. Esta misma característica de Miss Barrymore la ha transmitido a su debut como cineasta, la muy agradable comedia de crecimiento juvenil/femenino Chicas sin Freno (Whip It, EU, 2009).
El pueblo bicicletero de Bodeen, Texas. La solitaria e inadaptada diecisieteañera Bliss Cavendar (Ellen Page) encuentra por vez primera en su corta vida algo que realmente le emociona: participar como patinadora en los duelos de Roller Derby, que se llevan a cabo en la "metrópolis" cercana de Austin. En poco tiempo, se convertirá en la novata maravilla, no tanto por su rudeza sino por su velocidad y audacia. El problema es cómo le dice a su obsesiva mamá cartera (Marcia Gay Harden impecable) que le interesa más patinar en un Roller Derby que concursar en un certamen de belleza.
La historia, escrita por Shauna Cross sobre una novela de su propia autoría, es todo lo convencional que usted se imagina. No falta el papá comprensivo (Daniel Stern) que hace de réferi entre madre e hija, el blando novio rockero y hasta la mejor amiga, pero también se presume un acercamiento inteligente y sensible a otros personajes, especialmente a las compañeras y rivales de Bliss o "Babe Ruthless", su nombre de batalla. Así, la rudísima y malosa "Iron Maven" (espléndida Juliette Lewis) se nos descubrirá, al final de cuentas, como una fuerte competidora que no da tregua porque no la pide y que, de todas formas, es capaz de respetar a esa nueva y joven contendiente que le pisa, literalmente, los talones.
Barrymore dirige su opera prima con ligereza. No hay gran destreza estilística, pero sí una funcionalidad que se agradece y un manejo del reparto impecable, como es costumbre en todo actor convertido en cineasta. El conocido buen humor de Barrymore -quien guarda para sí un personaje muy secundario que tiene unas cuantas líneas nada más- permea toda la película, desde las irónicas one-liners que se sueltan por aqui y por allá, hasta la irrupción de un romance completamente inesperado, pasando por una anacrónica secuencia slapstick -pastelazos incluidos- que fue saqueada de algún antíquisimo one-reeler de la Keystone de Mack Sennett.
Barrymore no ha hecho nada realmente extraordinario, a decir verdad. Sólo una buena comedia de crecimiento femenino adolescente, que deja caer sus enseñanzas sin demasiado rollo, con generosidad, buen humor y buena voluntad. Es el palomazo ideal: y si se tiene una hija adolescente a la mano, es la película perfecta para un fin de semana.
publicado el 08 mayo a las 16:52
aiii kiero ver otra iii otra vesz su pelicula aiii para nd me la pierdo