El Sr. Chicote aparece de la guisa que muestra la imagen que ilustra nuestra entrada de hoy, tras haber perdido unos veinte kilogramos de peso; como quiera que aún no he tenido ocasión de escucharlo, ignoro si también habrá perdido una buena parte de la lengua, que falta le hacía. El programa que presentaba (¿?) fue siempre vulgar, zafio, grosero y demostrando una profunda falta de respeto por numerosos profesionales de la hostelería que, al margen de sus defectos, habían llegado hasta allí por algo. Deseo de todo corazón que el pulido no haya sido solo en lo referente a chapa y pintura, y que se anuncie con menos bombo y platillo que arrogarse el título de “uno de los mejores cocineros de España”. Ahí es nada.