El turismo étnico es una excelente alternativa para quienes buscan conocer y aprender de las culturas originarias. En todas las ciudades chilenas y en muchos de sus pueblos, encontrarás interesantes museos para conocer la historia y cultura del lugar, además de iglesias y edificios patrimoniales de notable arquitectura.
Los chilenos del siglo XXI son fruto del mestizaje de la conquista española con los pueblos que habitaban históricamente en esta zona continental. Un 93,4% de la población es mestiza y/o criolla, mientras que un 6,6% se declara miembro de los pueblos nativos. Sobresale la elevada proporción del pueblo Mapuche, que corresponde a un 87,3% del total de la población que pertenece a alguna etnia. Le siguen los Aymara (7%) y los Atacameños (3%). El resto de las etnias (Colla, Rapanui, Quechua, Yámana y Alacalufe) suman en conjunto 2,7%. Los mapuches se hicieron conocidos por su espíritu indómito que los llevó a resistir a los conquistadores españoles por más de tres siglos. Muchos todavía conservan sus tradiciones y su lengua, el mapudungún. En los últimos años, el Lago Budi, a una hora de Temuco, se ha convertido en un interesante destino étnico. Aquí uno puede dormir en una ruca, degustar la auténtica cocina mapuche y conocer de primera mano su cultura. Existen excursiones organizadas de turismo étnico en los alrededores de Temuco y Osorno, donde las comunidades mapuches te mostrarán sus tradiciones y te acompañarán a recorrer parques naturales de cuya conservación están a cargo. Si quieres saber más de la historia de los araucanos y su artesanía, el Museo Mapuche de Cañete, en la zona del Biobío, es un excelente lugar.
En el altiplano, en el interior de las Regiones de Arica, Iquique y Antofagasta, podrás recorrer pequeños pueblos donde sus habitantes viven día a día las tradiciones de la cultura Aymara, incluidas coloridas fiestas, el cruce de ésta con la cultura inca y la labor evangelizadora de los conquistadores españoles. Te maravillarás con las iglesias, museos y sitios arqueológicos de esta zona, donde podrás conocer más de cerca las culturas precolombinas que habitaron el país en pequeños y áridos poblados como Putre, Parinacota, Isluga, Colchane, entre otros. Cariquima es uno de los mejor conservados. Cuenta con una bonita iglesia, casas con techos de paja, un pequeño museo y una comunidad aymara organizada para recibir viajeros. Aquí verás a las mujeres tejiendo coloridas telas y podrás probar la clásica receta aymara: carne de camélido (llama y alpaca) con quinoa.
La fiesta de La Tirana, a 52 km de Iquique es su fiesta más famosa. Bailarines y músicos con coloridos trajes y máscaras dan vida a la diablada, una danza carnavalesca de origen religioso y que busca expulsar a los demonios. En el templo se ofrecen misas, mientras en el entorno hay artesanía, comidas y mucho baile.
En Isla de Pascua se puede compartir con el pueblo rapanui que habita entre los enigmáticos moai. Conocerás su mitología, bailes, música y lengua guiado por ellos mismos. Recorre su historia en el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert. Los pocos yaganes que aún habitan el sur del mundo, la Patagonia, hace 8.000 años sus ancestros desafiaban con sus canoas al inclemente clima y frío de los canales de Tierra del Fuego.
En la Isla de Chiloé, además de vivir de cerca las costumbres de sus habitantes, escuchar sus leyendas y compartir su gastronomía, podrás visitar sus iglesias, de las cuales 16 han sido declaradas por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad. Chiloé, con sus llamativas construcciones en pilotes sobre el agua, llamadas palafitos, y sobre todo por sus 60 iglesias de madera construidas a partir del siglo XVIII, es un destino imperdible.El rodeo chileno es una tradición costumbrista y deporte nacional. En él se pone a prueba la destreza de los jinetes en las atajadas de novillos en un recinto llamado medialuna. Los protagonistas son los huasos, que con su vestimenta típica –sombrero, poncho, faja y espuelas– dan vida al Champion de Chile, el campeonato de rodeo más importante. En Chile se tiene constancia de un número importante de lenguas indígenas, alrededor de una quincena. Estas lenguas eran muy variadas y en Chile, a diferencia de otros países de América del Sur, no se encuentra ninguna gran familia: todos los idiomas autóctonos o bien son lenguas aisladas o bien pertenecen a pequeñas familias de 3 o 4 lenguas. Básicamente, y a manera de pincelada, la gente de Chile es amable, abierta a los visitantes extranjeros, y con fuertes raíces de identidad con el campo chileno; su principal figura es el "huaso", sinónimo del campesino local que es característico por su simpatía e ingenio. Toda una variedad de norte a sur para disfrutar con sus gentes y sus fiestas.