por Mariana Escalada & Agustin Ronconi
Lejos de la bien definida y suculenta porción de torta que adorna la parte inferior de los mapas que pintamos, de niños, en la escuela, las aspiraciones soberanas de nuestro país sobre el territorio blanco compiten con las pretensiones de Chile y Gran Bretaña, y solo se sostienen en base a eternas y laboriosas gestiones diplomáticas que hoy están en jaque por la inacción de la cancillería argentina. En ese contexto, el acuerdo de cooperación recientemente firmado entre Inglaterra y Chile, con exclusión de Argentina, debe ser interpretado como un acto contrario a nuestros intereses nacionales.
Desde El Disenso, te contamos lo que el Dr. Mariano Memolli, ex Director de la Dirección Antártica Nacional, opinó sobre la reciente Declaración de cooperación antártica entre la República de Chile y el Reino Unido publicada el 27 de Enero en la web del Gobierno del Reino Unido.
Durante el kirchnerismo, Argentina y Chile llevaron adelante una agenda antártica común. La sesión conjunta de las comisiones de Relaciones Exteriores de los parlamentos de ambos países, que en 2008 ratificó el acuerdo de 1953 firmado entre Perón e Ibañez Del Campo fue un claro ejemplo de como la unión latinoamericana podía poner límites a las ambiciones geopolíticas de los ingleses. Con el advenimiento de Macri, la política argentina cambió respecto al viejo "Territorio Nacional de La Antártida e Islas del Atlántico Sur", la firma de una declaración conjunta con Reino Unido motivó fuertes críticas incluso desde las filas de Cambiemos. Dicha declaración estableció pautas de cooperación "UK-friendly", reconociendo a los británicos privilegios de pesca en las zonas del Mar Argentino adyacentes a las islas, que podría extenderse a la explotación petrolera.
El acuerdo entre Chile y Reino Unido se enmarca en el derecho internacional vigente y es una expresión de las legítimas reivindicaciones territoriales de esas naciones. Sin embargo, el Doctor Memolli advierte que la diplomacia británica es explícita al rechazar el monopolio del "Sistema del tratado Antártico para el gobierno de la Antártida". En términos diplomáticos, esa actitud equivale a patear el tablero sobre los acuerdos que organizaron la geopolítica del continente blanco durante casi 60 años. Como reemplazo a los vetustos tratados, la expectativa del gobierno británico es que los actores nacionales retrocedan ante ONG's y operadores privados aparentemente desinteresados. Con esta estrategia de injerencia diplomática, o para-diplomática, operadores internacionales de raíz anglosajona toman protagonismo, influyen sobre los gobiernos periféricos y deslegitiman las posiciones contrarias a los intereses colonialistas.
Las denuncias del Dr. Memolli frente a la actitud siempre complaciente de la Canciller Malcorra para con las pretensiones colonialistas inglesas derivó en una campaña de desprestigio, coordinada entre funcionarios y medios hegemónicos, vinculando al Director Antártico con maniobras de presuntos desvíos de fondos que la gestión actual reprocha abiertamente, pero no audita ni denuncia. Fruto secundario de la persecución ideológica, el "se robaron todo" casi se cobró el martes pasado la vida de 11 personas que no podían "cantar" donde estaba la guita que Clarín dio a entender que el Memolli esconde.
Mientras tanto, Malcorra se fue de excursión a la base Carlini, desde donde pidió que el continente blanco no se militarice. Si, que no se militarice. Esa fue la tibia súplica de la mujer que en su cómplice inacción cede nuestra soberanía ante cada pretensión del gobierno británico. Considerando la drástica reducción de personal científico en la campaña de este año, la promesa de desmilitarizar parece ser el anuncio de que en adelante también se reducirá el número de militares qué, enfrentando día tras día las inclemencias del inhóspito continente, construyen nuestra soberanía. Las perspectivas territoriales argentinas no volverán a ser las mismas después de esta administración neo colonial que garantiza localmente la supremacía antártica del poderoso Reino Unido.