Sombras de una dictadura
por Jose Luis Díaz
Psicologo y Activista LGTB
Un 14 de octubre de 1999 se aprueba en Chile la ley 19.638, también llamada ley de libertad de culto, desde ese momento la comunidad evangélica de nuestro país cuenta con pleno derecho a desarrollar sus prácticas religiosas, las cuales antes de esta ley estaban prohibidas o limitadas.
Si bien no me siento parte de esta comunidad, si creo en la libertad y la libre expresión de lo que sentimos, amamos y deseamos.
En el año 2005 a través de la Universidad de Arturo Prats se nos llama a un conjunto de profesores para impartir distintas cátedras a los futuros docentes evangélicos, estas clases en realidad corresponderían a un diplomado, que se impartiría en el centro de estudios Bíblicos, ubicado en las cercanías de calle Matta, comuna de Santiago.
Así fue como la iglesia evangélica, con gran ayuda de esta ley, se fue abriendo camino, dejando la simple capilla de población por un imperio colonizador que recorre de Arica a Punta Arenas, lo cual en ocasiones nos ha llevado a encontrarnos con tres iglesias evangélicas a menos de 100 metros, creciendo como una sombra aterradora, dejando de ser el simple cuco de infancia, a un punto en donde hoy significa un verdadero peligro para la democracia de nuestra sociedad y para la independencia de los poderes que sostiene el estado, peor aún un peligro para ellos mismo.
La iglesia evangélica y sus principales pastores se focalizaron en la captura de la población más vulnerada de este país, ya que la iglesia católica, colonizadora por esencia, gozaba del poder y el dinero localizado a través de siglos de exterminio, si bien en nuestro país hay excepciones, estas no son la mayoría, rescato de estas líneas la vicaria de la solidaridad y espero que mis palabras no dañen la honra, la memoria y trabajo que realizaron en los tiempos oscuros de nuestra sociedad, momentos en el cual la dictadura mataba sin control, por pensar diferente a hombres, mujeres y niños. Como lo señalaba anteriormente la iglesia católica ya tenía su nicho, las riquezas estaban en su poder y también los hijos de los ricos, lindos querubines que muchas veces llevaban obligados y amenazados a sus propias camas para así alcanzar a través de ellos el cielo, malditos pederastas que se aglutinaban para matar la inocencia.
Los evangélicos se quedaron con las sobras sociales que los católicos desechaban. Las poblaciones marginales serian sus puntos de captación, ahí encontrarían en una breve plazo dinero y voto, poblaciones ciegas de droga programada por la dictadura. La droga, alcohol y robos eran la fuente de vida de esta nueva evangelización.
Al correr los años llegaron a transformarse en una iglesia fascista, investigada por lavado de dinero y abuso sexual, siguiendo todos los patrones y conductas de su principal rival.
La iglesia evangélica no solo se apodero de la mente y del dinero de los más desprotegidos, sino también de sus actos, sus conciencias y al igual que la católica, se sintieron dueños de la verdad, esa verdad que andan predicando de esquina a esquina, maldiciendo toda creación de Dios que no cumpla con sus precarias interpretaciones de la biblia.
Predicando un Dios lleno de odio y rencor, asegurando la llegada del infierno, no dudan en gritar “¡¡arrepiéntanse, arrepiéntanse¡¡” intentado que nos hagamos cargo de sus propios pecados, que más se acercan al delito que a una simple falta sanada por la confesión.
Hoy la libertad de culto en manos de la ignorancia evangélica se transformó en libertinaje, y si bien creo en las libertades, no creo ni avalo libertades que sirven para enlodar, enjuiciar, adoctrinar y condenar a quienes no siguen su errada interpretación de las escrituras tan solo para limitar el derecho de otros. Algunos desean salvar la familia, sin ver la propia familia que ellos mismo han levantado, completamente disfuncionales y enfermas, arrasadas por el alcoholismo de sus padres o madres, la drogadicción de sus hijos o hijas, para luego transformarse en fanáticos furiosos llenos de ignorancia, pareciera ser que ese no fuera motivo suficiente para ocuparlos, pues no, deben estar en las familias de otros anunciando la gran verdad que para ellos ha sido negada.
Llama fuertemente la atención como un grupo de evangélicos se siente éticamente preparado para definir lo que es una familia, olvidándose que gran parte de sus miembros avalan el machismo y patriarcado que cada vez le hace más daño a nuestra sociedad, pareciera que el sonido de bandolinas no les permitiera escuchar la realidad.
Hoy la iglesia evangélica no solo ha abusado de la libertad de culto, también nos ha obligado a ser parte de sus agresiones contantes, hasta las hemos naturalizado, nadie le pone el cascabel a este gato que está contaminando nuestra sociedad y su democracia, asesinos bíblicos, sedientos de matar todo aquello que salga de su verbalizada verdad.
La iglesia evangélica no solo se ha preocupado de llegar a los hogares de los chilenos para adoctrinarlos en el pecado del odio, enseñando a su juicio lo bueno y lo malo, sino que también han llegado al congreso, espacio en el que avalan las aberraciones cometidas por la dictadura de Pinochet, sumado a ello se niegan a otorgar el derecho a quienes no se ajustan o acomodan a su cosmovisión colérica, requieren de un enemigo para así continuar la cadena de violencia, con la que fueron creados.
Los evangélicos de hoy y su iglesia necesitan instalar un enemigo en la sociedad y esta vez eligieron todo aquello que se escape de la heterónorma, sin embargo no han levantado la palabra para condenar los verdaderos enemigos sociales, la desigualdad, la discriminación, la falta de educación, las jubilaciones, las enfermedades de un sistema capitalista que cada vez nos hace menos humanos.
En el último Te Deum, no solo vimos un pueblo evangélico lleno de matones, también fuimos testigos de cómo uno de sus líderes más importante deslizaba la idea de ser investigado debido a la ceremonia anterior, en la cual cobardemente atacaron a la Presidenta Bachelet, ahora dejaron entre líneas que los poderes del estado no son independiente, evidenciando la fragilidad de nuestra democracia.
Nace la pregunta ¿Por qué un pastor evangélico necesita guardias que lo escolten? Si ellos inocentes servidores de Dios solo llevan el bien, ¿Que pasa en las cabezas de los chilenos que siguen a estas congregaciones en donde la desigualdad se hace más presente?, y no me refiero a esa desigualdad de faldas largas y pelos largos sin maquillaje, me refiero a esa desigualdad en donde el gran pastor goza de un importante capital económico mientras sus seguidores se mantiene en la pobreza, esta es la iglesia que Jesús quería construir, estos son los hijos benditos de la biblia.
Hoy tenemos una iglesia evangélica desbocada, que ha perdido el rumbo, que se ha encargado de buscar enemigos, que ha instalado el odio en la población, que ha vuelto a dividir a quienes ocupamos la tierra, puso el pecado donde había amor, instalo el odio donde había compañerismo y fraternidad.
Hoy la iglesia evangélica se ha levantado en una nueva cruzada enemiga, pero no solo en contra de mujeres y la comunidad lgtbi sino de todos lo que creemos en la democracia, el respeto y la equidad.
Este gobierno y Estado de Chile, no puede permitir que esto siga ocurriendo, no es posible que exista una bancada EVANGELICA en un país republicano, independiente, soberano y laico, regular la libertad de culto y así retomar la senda del respeto cívico y social es fundamental para fortalecer la democracia y la independencia de nuestro país.
Latinoamérica no requiere de otra conquista religiosa, ya fue suficiente con el daño causado en la colonización, no podemos permitirnos una nueva evangelización que se robe la esencia de ser uno mismo.
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