Este 11 de marzo se realizará el cambio de mando y asumirá la presidencia de Chile Sebastián Piñera —primer mandatario de derecha electo tras la dictadura de Augusto Pinochet—, quien llegó al poder asociado con las fuerzas más retrógradas de la Iglesia Católica, como el Opus Dei.
En este nuevo contexto, y en el de una nueva conmemoración del día Internacional de la mujer, el movimiento de mujeres se reposiciona y levanta temas fundamentales que no permitirá retrocedan en el próximo gobierno. ¿Cómo se presenta el panorama? ¿Cuáles serán las principales luchas que enarbolarán las mujeres y feministas en los próximos cuatro años?
Piñera y la derecha que gobernará
Sebastián Piñera es uno de los hombres más ricos de Chile y —según lo dijo la revista Forbes en 2007— del mundo; con una fortuna estimada en más de 1.200 millones de dólares para entonces y que, actualmente, se presume en unos 2.000 millones de dólares.
Al momento de ser electo era dueño de empresas como Lan, aerolínea que se encuentra en varios países de América Latina; el canal Chilevisión, tenía acciones en el club de fútbol Colo Colo, y poseía el Parque Tantauco en Chiloé, isla al sur de Chile de la cual posee unas 118.000 hectáreas; o sea, un quinto de la superficie total.
Durante la dictadura, fue el inventor de las AFP (Asociación de Fondos de Pensiones), que privatizó las jubilaciones de chilenos y chilenas, y dirigió el proyecto que introdujo las tarjetas de crédito en Chile como Visa y Mastercard.
Aunque su familia es democratacristiana y él votó públicamente por el No a Pinochet en el plebiscito de 1988 que puso fin a la dictadura; siempre ha militado en Renovación Nacional, partido que apoyó al candidato Hernán Búchi, quien en 1989 representó la continuidad de la dictadura, y campaña de la cual fue generalísimo.
Llegó al gobierno apoyado por la Unión Demócrata Independiente (UDI), orgánica dirigida por miembros del Opus Dei, una de las fuerzas más fundamentalistas de la Iglesia Católica que, además, goza de gran poder económico en Chile y el mundo.
La UDI es el mismo partido que se ha negado tajantemente a cambiar la Constitución y el sistema binominal heredado por la dictadura, sistema que no permite la representatividad de organizaciones políticas que no se encuentren dentro de los dos mayores conglomerados, como ha sucedido con el Partido Comunista.
Son, además, quienes se han opuesto reiteradamente a la entrega de la píldora del día después, las jornadas de educación sexual, y quienes han transformado las oficinas comunales de la mujer en oficinas de la familia.
El nuevo contexto político
Será entonces un nuevo contexto mucho más conservador el que comenzará este marzo para las chilenas, justo en el mes en que conmemoran los 100 años de que se acordara esta fecha como día de reivindicación para las mujeres del mundo.
La Coordinadora 8 de marzo agrupa a 70 organizaciones que este año acordaron conmemorar uno de los días internacionales de la mujer más duros para el movimiento en Chile, y comenzaron a generar planes comunes para las luchas que se avecinan.
"Las mujeres estamos alertas y vigilantes para impedir cualquier retroceso en lo que tanto nos ha costado avanzar, al mismo tiempo que manifestamos públicamente nuestras demandas no negociables frente a la sociedad toda y a quienes detentan el poder", señala un comunicado de la Coordinadora 8 de marzo en la convocatoria a la marcha que, para esa fecha, se realizará en Santiago.
"En el siglo XXI, nos erigimos, una vez más, como fuerza social articulada, reafirmando nuestra lucha contra el patriarcado, los fundamentalismos y las dictaduras morales, y contra el modelo de desarrollo de rostro neoliberal que en las últimas décadas ha sido administrado con eficiencia y prolijidad por los gobiernos de turno", agrega.
"Más aún, con la instalación de la derecha política y del empresariado en los centros de poder, con Sebastián Piñera a la cabeza, sus efectos perversos seguirán agudizándose e imponiendo sus mayores costos sobre la clase trabajadora y la población en general", continúa el texto.
Gilda Luongo, vicepresidenta de la casa La Morada, señaló a SEMlac que Piñera en la presidencia es una oportunidad para unir y movilizar a las mujeres.
"El gobierno de la derecha con Piñera a la cabeza es un desafío para nosotras y nos convoca a pensar, actuar y crear instancias de movilización y de acción entre mujeres de la más diversa índole y entre feministas de distinta raigambre. Nos obliga a ampliar nuestra mirada y a generar puntos de interconexión y de co-existencia más explícitos en el reconocimientos de nuestras diferencias y de unión —aunque ésta sea inestable— para la lucha", dijo.
En su opinión, "aparece como favorable para la transformación del estatus quo tan paralizado desde la vertiente de lo políticamente correcto, en la que las mujeres y las feministas nos estábamos moviendo en el marco de la Concertación de partidos políticos que gobernó más de 20 años, muchos más que la dictadura".
Adriana Gómez, de Articulación Feminista, indica a SEMlac que: "si bien los gobiernos de la Concertación han sido muy aplicados al administrar un modelo de desarrollo con rostro neoliberal, que fue legado por la dictadura, con la derecha política y económica que ahora se instala en el centro de poder, las consecuencias de la aplicación de dicho modelo serán mucho más graves".
Las demandas
Entre las demandas prioritarias, la Coordinadora 8 de marzo, que integra Articulación Feminista, exige una Asamblea Constituyente que permita cambiar la Constitución, bajo el precepto "No queremos herencias de la dictadura".
Por lo mismo, reclaman el fin del sistema binominal que mantiene a una parte de los sectores políticos excluidos de la representatividad en el Parlamento y los gobiernos locales, por ejemplo.
"No a la privatización de los recursos naturales y los servicios públicos" y "Garantía de soberanía alimentaria y energética" son otras de las demandas interpuestas; dirigidas a una derecha que, durante la dictadura, comenzó a privatizar los servicios básicos —como la electricidad—, lo cual se consumó durante los gobiernos concertacionistas, como el caso del agua.
Seguridad social, pensiones y salarios dignos y justos; sindicalización obligatoria, desafiliación voluntaria, negociación colectiva; no a la flexibilización laboral, al trabajo precario, al trabajo esclavo, al trabajo infantil, son otras de las peticiones dirigidas, principalmente, a los empresarios de derecha, quienes se han resistido a subir el sueldo mínimo porque —según ellos— provocaría cesantía.
Ellos mismos han sido —junto con un sector de la Concertación (conglomerado al que pertenece Michelle Bachelet)— los mayores defensores de la "flexibilidad laboral", especialmente en el caso de las mujeres, sistema de trabajo que les permitiría congeniar labores fuera de la casa con las de crianza, pero que implica renunciar a los derechos de seguridad social que antes eran obligatorios para quienes tenían un contrato de trabajo.
"¿Quién podría dudar, por ejemplo, que el derecho al trabajo digno estará en riesgo? ¿A quién podría extrañarle que la flexibilización laboral, las trabas para la negociación colectiva, y los obstáculos para la sindicalización serán una realidad concreta y objetiva en un gobierno que representa los intereses del empresariado?", señala Adriana Gómez.
Exigen también el derecho al aborto seguro y legal y la urgencia de despenalizar a las mujeres que abortan, "Si bien hace mucho tiempo que hemos emergido del mundo privado para insertarnos en lo público, mientras no tengamos ciudadanía plena sobre nuestro cuerpo, sexualidad y reproducción, seguiremos en desventaja y discriminadas", indicó Adriana.
"Basta de injerencias religiosas que interfieren con el Estado laico", es otro de los reclamos, referido a las negativas de la repartición pública y gratuita de métodos anticonceptivos, como la píldora del día después.
Para Gilda Luongo, vicepresidenta de la casa La Morada, la primera lucha que debe dar el movimiento es con las propias mujeres y sus diferencias: "No creo que debamos saltarnos esta gran crisis de las fragmentaciones entre nosotras, con distintas posturas y diversas y complejas subjetividades, que ameritan crear un clima ético y socio-político. Eso me parece fundamental".
Luego, los derechos sexuales y reproductivos y la problematización de lo que esta feminista llama "el ideologema de la familia", "Algo que aparece muy complejo hoy, dado el contexto neoliberal del tecnocapitalismo y su conexión con los trabajos de las mujeres; aparece asimismo condensando el paradigma del amor, los vínculos y sus trampas para las mujeres", dijo a SEMlac.
"Estos dos grandes lugares de las luchas feministas —sexualidad y familia—, a lo largo de los siglos XIX y XX, y del movimiento de las mujeres; me parece que implican grandes significados para el Chile actual, en contextos de gobierno de la derecha política tradicional", agregó.
Otras de las demandas levantadas por la Coordinadora 8 de marzo, calificadas de "no negociables", son: "igualdad salarial por un mismo trabajo; maternidad voluntaria, protegida y segura; posnatal de seis meses; no al femicidio, a la violencia sexual, en las relaciones de pareja, la simbólica y la institucional, además de la violencia y discriminación contra las mujeres de los pueblos originarios, las lesbianas, bisexuales y trans".
Por Tamara Vidaurrázaga
Fuente: Semlac
Revista América Latina
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