Revista Homo

Chile. Los rostros del SIDA que esconden las cifras.

Por Arturolodetti @latitudgay

Por Jose Luis Diaz

Hablar de SIDA y de VIH va más allá de hablar sólo de una enfermedad o un estado. Detrás de la enfermedad están las personas. Estamos cada uno de nosotros. Y es eso lo que no debemos olvidar.

Sí; han habido mejoras en la condición de las personas que conviven con el VIH; han sido 20 años de cambios. Actualmente; la esperanza de vida ha aumentado considerablemente. La ciencia, la medicina y las terapias alternativas han colaborado. Pero es nuestra obligación, como sociedad, como ciudadanos, recordar a todas las personas que conviven a diario con este estado y a todas aquellas que ya no están con nosotros. Las que lo saben, las que aún no conocen su diagnóstico y su entorno.

Hoy, más que nunca, está en nuestras manos educarnos. La tarea pendiente de la autoridad y el Gobierno de turno. El aumento en los márgenes del rango etario nos da importantes señales. La Educación Sexual a nivel escolar carece de recursos que permitan alertar y tomar conciencia de la situación. Los programas y los planes de estudio distan de la realidad e incluso son inexistentes en algunos establecimientos educacionales. La Educación Sexual en nuestra formación no fue suficiente y hoy es, prácticamente, inexistente. Ahí el motivo del importante número de adolescentes notificados. La Tarea del Estado en la PREVENCIÓN no es efectiva y es hasta absurda. Sin importar el Gobierno de turno, el tema ha sido sólo eso; un punto más en una pizarra.

Por otro lado; afrontar el mundo laboral siendo notificado; obligándonos a ausentarnos desmedidamente por controles que tienen esperas que pueden ser eternas y el desconocimiento por parte de los empleadores respecto a la realidad de los tratamientos y al efecto que causan en una persona son suficientes para poner en una balanza la seguridad y la estabilidad laborar por sobre la salud. ¿Dejamos de ser nosotros mismos una prioridad?

Chile. Los rostros del SIDA que esconden las cifras.

Y si hablamos de la Salud y el Servicio Público ¿Estamos conformes?

Es difícil encontrar un equipo idóneo en su totalidad; preparado y formado para la ejecución de sus funciones y, por sobre todo, enfrentarse al efecto que genera la notificación de este estado en una persona. La función se mecaniza y se estandariza para abarcar un mayor número de pacientes. Pero no somos sólo un número. Somos realidades y experiencias distintas. Es, probablemente, este espacio de salud en donde se aprecian mayormente los prejuicios y la condena social. Entre los profesionales y equipos que nos atienden. Intentan salvarte pero te matan socialmente.

Nosotros somos responsables de mantener una salud sexual controlada; realizándose la prueba de VIH de forma periódica y previniendo también otras ITS. Debemos ser responsables y colaborar en educar.

Por otro lado, las personas que convivimos con el virus también somos importantes de cara a ser integradas y respetadas en la sociedad y la comunidad. El VIH y el sida no debe ser olvidado ni ignorado. Ni en vida ni tras la ausencia de ella. Por ello hablamos, y somos sujetos capaces de luchar por el reconocimiento que merecemos. Somos personas. Con derechos y obligaciones como todo ciudadano.

Es cierto, para los familiares también es un proceso difícil aquel en donde deban mostrar y o recordar a sus seres queridos. Sabemos que la sociedad estigmatiza y discrimina. Segrega y enjuicia. Hoy la responsabilidad es de todos. En nuestra sociedad es necesario visibilizar la situación. Ayudar desde nuestros testimonios y experiencias a desmitificar falsas creencias sobre el VIH y el sida. La educación en todos los niveles etarios es necesaria pero evidentemente escasa. Debemos generar conciencia. Empatía. No podemos seguir encendiendo velas o marchando por los más de 600 muertos que se suman año a año. Por mejorar las condiciones con las que fueron tratados y las negligencias de un sistema que intenta esconderlos bajo la alfombra. Detrás de cada dato estadístico hay una historia. Una familia. Un ser humano.

Visibilizarnos no nos hace más vulnerables sino más fuertes.

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