Poco a poco, la China se está mutando de una economía emergente a una economía establecida. Aunque aún coexisten importantes desigualdades, el tamaño de la economía china ya compite con los grandes países del mundo. Incluso ya se está disputando el primer puesto con los Estados Unidos, a quien adelantará en breve gracias a la inercia de crecimiento que lleva China, por mucho que su velocidad de crecimiento se reduzca de los dos dígitos al entorno del 5% en el medio plazo. Un 5% sigue siendo una tasa alta, y especialmente para una economía del tamaño que ya tiene la china.
Esa normalización está arrastrando elementos que van a ser de gran importancia para el reequilibrio económico mundial. Uno de ellos es el crecimiento de los salarios chinos, que permitirá una cierta recuperación de la industria en Europa y América, y quizás también en Latinoamérica e incluso África.
Otro elemento es el crecimiento de la demanda interna china, que permitirá exportar a aquel país sobre todo productos de lujo y de calidad, mientras la industria china no sea capaz de proveerlos.
No podemos dejar de lado este fenómeno, porque llenará las agendas económicas de los próximos años.